Sáb 10.02.2007

EL PAíS  › REPORTAJE A RAUL ALFONSIN

“Kirchner quiere debilitar a radicales y peronistas”

Acaba de publicar un libro sobre teoría política y la aplica para criticar la construcción de “hombres fuertes”. Pese a todo, sigue viendo a Lavagna “firme como candidato”. La Triple A y el rol de Isabel Perón.

› Por Fernando Cibeira

A un mes de cumplir 80 años, Raúl Alfonsín asegura que ya no está para la política de todos los días. Por eso no quiere dar entrevistas para opinar sobre la actualidad sino que limita sus contactos con la prensa a la presentación de su último libro, un grueso tomo de Teoría del Estado al que tituló Fundamentos para la República Democrática, editado por Eudeba, para el que tomó como base las clases que brindó tiempo atrás en la Universidad de Buenos Aires. Sin embargo, Alfonsín no puede con su genio y días atrás provocó un pequeño cimbronazo dentro del radicalismo al revelar que ya no está dispuesto a seguir empujando la candidatura presidencial de Roberto Lavagna, dado que no había conseguido encolumnar a una buena parte de sus correligionarios, quienes aún discuten otras opciones, como aliarse al Gobierno o presentar candidatos propios. El gesto fue interpretado de diversas maneras dentro del radicalismo, aunque en el entorno de Alfonsín aseguran que el ex presidente no buscó presionar ni apurar los tiempos de la un poco aletargada campaña del ex ministro de Economía.

“A Lavagna lo veo firme en su intención de ser candidato”, dicen sus íntimos que repite Alfonsín. También que da por descontado que su compañero de fórmula será un radical, por lo que no habría motivos para lanzar presiones en público. Eso sí, para Alfonsín, el nombre de ese vice todavía hay que buscarlo. Cuentan sus allegados que ve muy desgastado a Federico Storani y poco conocido al senador mendocino Ernesto Sanz para resultar los compañeros ideales de Lavagna. Habría que creer, entonces, que lo de Alfonsín es una decisión de salir de la línea de fuego y permitir que la discusión la lleven adelante otros. Se verá.

Alfonsín dedica varios capítulos de su libro a defender lo actuado durante su gobierno, como es lógico. Una parte de esa defensa se refiere a su política de derechos humanos, el trabajo de la Conadep y el Juicio a las Juntas. El tema, que desde hace tiempo mantiene vigencia, se reactualizó con las causas judiciales que investigan el accionar de la Triple A y el pedido de captura de Isabel Perón. Alfonsín iba a ser citado como testigo por el juez federal de San Rafael, Héctor Acosta, pero prefirió anticiparse y le envió un escrito con sus puntos de vista sobre el tema. En esta entrevista insistirá en que la formación de la Triple A fue anterior al gobierno de Isabel, con lo que implícitamente responsabiliza al general Perón.

–En su libro insiste en la idea del diálogo o pacto social, usted critica mucho al Gobierno por su supuesta falta de diálogo.

–El libro es atemporal, lo he escrito a lo largo de los años. No es que me refiera específicamente a lo que yo considero sí que es una falta del Gobierno, la falta del diálogo, falta de consenso con los demás partidos políticos a los que considera “corporaciones”. Son ideas que yo he mantenido permanentemente. Considero que la república y la democracia necesitan del diálogo y del consenso, así como también del disenso porque no puede haber un consenso generalizado sobre todo, sino no habría democracia. Se debe reconocer el disenso no como algo peligroso sino como algo que debe servir para la mediación política, la discusión política.

–¿Pero este gobierno no necesitaba presentar un liderazgo fuerte antes que armar una política de diálogo?

–Desde mi punto de vista, lo que se requiere son instituciones fuertes. No hombres fuertes, que eso siempre es peligroso. La historia nos lo dice permanentemente. Son mis ideas de toda la vida, no me estoy refiriendo a una circunstancia determinada.

–¿Y así como están las cosas cree necesario armar una mesa de diálogo?

–Indudablemente. Yo distingo entre república y democracia. La república es la que nos preserva de la arbitrariedad del Estado que pueda llevarnos a la cárcel o matarnos o torturarnos porque así lo quiere. Son libertades esenciales que se basan sobre todo en la división de poderes que aquí está lesionada por la cantidad de decretos de necesidad y urgencia y por los poderes extraordinarios que se otorgan. También en la Justicia, por la modificación del Consejo de la Magistratura. También se requiere de un diálogo que aquí no existe. Hay otros aspectos como el de reconocer la misma dignidad a la oposición que al oficialismo. Por otra parte, la oposición tiene que ser una oposición leal, que no busque jamás el atajo antijurídico para hacer prevalecer. Sobre la base de estos derechos fundamentales, estas libertades esenciales, se construye la democracia, otorgando los derechos que han sido denominados derechos humanos de segunda generación, que hacen a la dignidad del hombre. Esto se exterioriza en una búsqueda permanente de la igualdad, que los sectores reaccionarios suponen que atentan contra la libertad.

–En su libro dice que para una democracia fuerte son necesarios partidos políticos fuertes. ¿Qué opina sobre la búsqueda del presidente Kirchner para crear una fuerza que supere al justicialismo?

–El Presidente se ubica él dentro del centroizquierda y quiere como adversario un centroderecha. Para eso tiene que debilitar enormemente al radicalismo pero también al peronismo, que es un partido abanico. Tiene centro, tiene derecha, tiene izquierda, tiene de todo. La prueba son los gobiernos que hemos tenido. Está empeñado en eso.

–¿Usted cree que así debilita al sistema?

–El sistema se debilita por la manera en que se actúa para lograr ese objetivo. El uso arbitrario de fondos para conquistar voluntades, que se da más numerosamente en el radicalismo, es una lesión a las concepciones republicanas y federales.

–Pero hay una realidad que tanto el peronismo y aún más el radicalismo han sufrido una crisis muy grande, y perdieron mucha credibilidad.

–Sin ninguna duda. Nosotros esperamos superarla. Hoy día hay radicales que están en muy diversas líneas e ideas, pero no me importan tanto los dirigentes como la gente. Yo soy de los que piensan que la gente va a volver al seno del partido.

–¿No avisora un reordenamiento en centroderecha y centroizquierda como imagina el Presidente?

–Considero que hay que hacer todo lo posible para resistir y que nosotros seamos el centroizquierda en el país. El radicalismo, en la versión socialdemócrata. No un centroizquierda populista, sino un centroizquierda en el que prevalece la actitud racional.

–¿Calificaría al Gobierno como centroizquierda populista?

–No diría del todo, pero tiene rasgos populistas. Ciertas pretensiones hegemónicas, cierto sesgo autoritario que se observa en el propio seno del gobierno. Veremos, todo puede corregirse.

–¿Con Lavagna el radicalismo ocuparía ese lugar de centroizquierda que imagina?

–El es un hombre de centro. Creo que lo puede acompañar perfectamente el centroizquierda porque él se define como centro-progresista.

–Usted le dedica un capítulo del libro a la transición de la dictadura a la democracia y a su política de derechos humanos. Hoy toda esa cuestión ha vuelto con mucha fuerza, lo cual indica que no había quedado bien cerrado.

–Ahora también se vuelve sobre la Triple A. Yo he sido citado como testigo. En la época de la Conadep creo que había 600 denuncias sobre la Triple A: asesinatos como el de Silvio Frondizi, atentados como el que sufrió de Hipólito Solari Yrigoyen, la muerte de Ortega Peña. Mucha gente murió. Y eso se sabía bien, porque los periodistas estaban inmediatamente con las cámaras. ¿Almirón se llama el que van a traer ahora? Bueno, es por una orden de detención de nuestro gobierno. Cuando pudimos traerlo a López Rega, lo trajimos. Pero López Rega se pudo ir tranquilamente del país, después de ser ministro de Cámpora impuesto por Perón. Pero no son temas del libro, ¿eh?

–Hipólito Solari Yrigoyen declaró que Isabel no podía no saber lo que estaba sucediendo.

–Seguramente. Pero una cosa es no saber y otra cosa es hacerlo, ¿no? Había mucha gente que no podía no saber, aun antes de Isabelita.

–¿Luis Brandoni habló de un pacto de su gobierno con Isabel?

–No, fue mal interpretado.

–¿Usted considera que Isabel no es responsable de lo que sucedió?

–La responsabilidad fundamental no es de ella.

–¿Es de Perón?

–No sé de quién es. Para mí, está muy claro, es público y notorio que la Triple A empieza antes de su presidencia. No quiero culpar a nadie porque no tengo elemento ninguno.

–¿Qué opina entonces de los jueces que han pedido la detención de Isabel?

–No tengo nada que opinar porque no es tema de la conversación. Sólo voy a hablar del libro. Muchas gracias.

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