Lun 14.01.2002

EL PAíS

Un imprescindible

Por Manuel Justo Gaggero*

El 29 de diciembre de 1976, hace 25 años, un “grupo de tareas” de la dictadura integrado por militares y policías irrumpió en el domicilio de Jorge Di Pascuale, y luego de golpearlo a él y a sus familiares, se lo llevaron “secuestrado”, hundiéndolo en la niebla y la noche, para nunca más aparecer. Años más tarde un sobreviviente del campo de detenidos denominado el “Puente” –Puente 12, camino a Ezeiza–, al declarar ante la Conadep, contaba que “Jorgito”, como le decían los amigos, junto con el jujeño Juan Carlos Arroyo, pese a que sabían que iban a morir, levantaban el ánimo de todos, los consolaban después de las torturas, que ellos también padecían, y trataban de evitar que alguien se quebrara frente al horror. Comenzó su actividad político-sindical muy joven, antes del golpe del 16 de setiembre de 1955, en las filas del peronismo. Cuando el movimiento obrero se rearma en la clandestinidad –durante los años 1956 y 1957–, Jorge integra la CGT “negra” y la CGT auténtica. Son años duros y difíciles de cárceles, torturas y fusilamientos, y él es de los dirigentes que no retroceden, ni negocian. En 1958 fue elegido secretario general de la Asociación de Empleados de Farmacia. Hasta su secuestro la historia de este gremio estuvo íntimamente ligada a su propia existencia, pero no al estilo de los burócratas perpetuados por el fraude, adocenados en sus cargos y sin más miras que la corrupción. La suya fue una conducta clara y límpida, ratificada durante más de 20 años por sus compañeros. Al acceder a la máxima representación de su gremio, Jorge va definiendo su perfil personal, será un fiel representante de los trabajadores, pero, por sobre todas las cosas, un militante político revolucionario peronista. Esta definición, sin embargo, no fue obstáculo para que al ver las contradicciones existentes entre los sectores populares y el gobierno de Isabel Perón, no vacilara en enfrentar a este último. Tras la huelga de los obreros petroleros en Mendoza en 1958 y el estado de movilización de los ferroviarios, el gobierno de Arturo Frondizi decreta el estado de sitio. Dirigentes como el combativo Andrés Framini van a parar a las cárceles. Jorge Di Pasquale tendrá un papel protagónico activo junto a Sebastián Borro y a los nueve mil trabajadores que en enero de 1959 ocuparon el Frigorífico Lisandro de la Torre y resistieron a las tanquetas militares, escribiendo una de las grandes gestas de nuestra historia obrera. En 1960 es elegido secretario de Prensa de las 62 Organizaciones -nucleamiento sindical peronista– y en su seno, junto a Amado Olmos y al mencionado Framini, propone un Programa de Liberación Nacional y la construcción de un partido basado en los sindicatos –similar al hoy existente PT de Brasil–. Lo conocí en 1962 cuando viajó a Paraná a impulsar una campaña por la libertad de los presos Conintes. Había sido liberado pocos días antes y ya estaba en actividad por los compañeros que seguían detenidos. Me impresionó su bonhomía, buen humor y optimismo. Lo volví a reencontrar en 1964 en la casa de John William Cook, éste lo consideraba uno de los más claros exponentes del sindicalismo de liberación.
Al constituirse la CGT de los Argentinos, conformó el Bloque de Agrupaciones Peronistas de apoyo a la referida central obrera que encabezaba Raymundo Ongaro. La dictadura militar de Onganía había intervenido las universidades, reprimiendo al movimiento estudiantil y a los trabajadores, y es en ese marco que Jorge, junto con Ferreresi, Carballeda y Mugica, hace que el sindicato se convierta en el espacio de confluencia de múltiples corrientes peronistas y no peronistas que participaban de comunes ideales revolucionarios. Nos vimos en muchas oportunidades cuando asumí la dirección del diario El Mundo, en el que participaba como integrante de un consejo de redacción honorario, junto con Luis Cerruti Costa, Alicia Eguren y otros compañeros. Cuando la dupla policial Villar y Margaride fraguó un supuesto complot de Envar el Kadre y Julio Troxler para matar al general Perón, armamos juntos, con el respaldo de Bernardo Alberte, una contraofensiva comunicacional que frustró lamaniobra. El poeta dice que hay hombres que luchan toda una vida, y que ésos son los imprescindibles. Jorge era uno de esos.

* Abogado y docente.

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