EL PAíS
› NIVELES ALARMANTES DE POBREZA E INDIGENCIA EN EL CONURBANO
Pobre, loco y vivir en La Matanza
El INDEC difundió ayer, junto a las cifras record de desocupación, los datos de pobreza, que también son record. Ajustados por los últimos índices de inflación, más de la mitad de la población es pobre. Picos de marginación en La Matanza, en el segundo cordón del conurbano, con casi 70 por ciento.
› Por David Cufré
“No hay peor cosa que ser pobre, loco y vivir en La Matanza”, confiesan con amargura especialistas en salud mental de ese partido del conurbano bonaerense. La combinación de esas tres características vendría a representar el máximo grado de exclusión imaginable. El INDEC no alcanza a registrar tales extremos, pero cuantifica la pobreza y la indigencia en todo el conurbano y la Capital Federal. De ese muestreo surge que, efectivamente, el segundo cordón de la provincia de Buenos Aires, en donde se encuentra La Matanza, es la zona más castigada. Entre sus habitantes hay una abrumadora mayoría de pobres. Son el 68,4 por ciento. Es decir, casi siete de cada diez. De ese total, el 33,4 por ciento se encuentra por debajo de la línea de indigencia. Ninguna otra medición oficial muestra niveles tan elevados en la historia. La situación es incluso peor que la padecida durante la hiperinflación de 1989, no sólo en el segundo cordón, sino en todo el Gran Buenos Aires y la Capital.
La gravedad de la crisis se expresa en el hecho de que la mayoría de los habitantes de esa región son pobres. Más exactamente, el 52,8 por ciento. La encuesta del INDEC se hizo en mayo último y arrojó un nivel de pobreza del 49,7 por ciento, pero el director del organismo, Juan Carlos Del Bello, actualizó el dato computando el aumento de precios que se produjo desde entonces. De allí que pudo informar que el record de pobreza en el aglomerado Gran Buenos Aires –que incluye a la Ciudad de Buenos Aires– se anota con 52,8 por ciento. Traducido a cantidad de personas, el número es impactante: 6.425.000.
En comparación con mayo de 2001, la pobreza aumentó en 20 puntos porcentuales. Dicho de otro modo, hay 2,1 millones de nuevos pobres, y de ellos, 1,5 millón son indigentes. Esto se explica mayormente por el paso de la deflación a la inflación, pero también porque los salarios siguen congelados. El resultado es que el poder de compra disminuye. A esto hay que agregarle el gran número de personas que quedaron sin empleo. El fenómeno es similar al que se produjo con la híper del ‘89, pero en aquel momento la desocupación era mucho más baja.
La evolución de la pobreza durante la década pasada muestra una caída constante desde un máximo de 47,3 por ciento en octubre del ‘89 a un mínimo de 16,1 por ciento en mayo de 1994. A partir de entonces la convertibilidad empezó a mostrar su agotamiento y el índice –siempre en el aglomerado Gran Buenos Aires– no paró de subir. En octubre de 2001 ya estaba en 35,4 por ciento, dibujando una “U” en su recorrido entre el inicio y el fin de la convertibilidad. Los datos muestran que ese régimen cambiario –y el sistema económico que se generó a su amparo– había dejado de ser útil mucho antes de su desaparición formal. Las consecuencias de haberlo hecho perdurar artificialmente se aprecian ahora. Su derrumbe, seguido de una devaluación descontrolada, dejó un saldo de casi 6,5 millones de pobres, de los cuales 2.762.000 son indigentes.
Un adulto de entre 30 y 59 años necesitaba en mayo pasado 193,7 pesos mensuales para comprar una canasta básica de alimentos. Esa canasta incluye, entre otros productos, 6,2 kilos de carnes, 4 kilos de frutas, 3,9 kilos de hortalizas, 6 kilos de pan, 8 litros de leche y 300 gramos de queso. El 52,8 por ciento de los bonaerenses del conurbano y de los ciudadanos de la Capital no alcanza a comprar esos bienes. Y de ellos, el 22,7 por ciento está en un escalón más abajo, el de la indigencia. El INDEC considera indigente a quien no puede cubrir una canasta de alimentos que satisfaga un nivel mínimo de necesidades energéticas y proteicas. Para un adulto, esta canasta cuesta 81,7 pesos mensuales.
La región donde se concentra la mayor cantidad de pobres es el segundo cordón. Los partidos que lo integran son La Matanza, Almirante Brown, Berazategui, Esteban Echeverría, Ezeiza, General Sarmiento (dividido en José C. Paz, Malvinas Argentinas y San Miguel), Florencio Varela, Merlo,Moreno, San Fernando y Tigre. En toda esta enorme zona, solo tres de cada diez personas tienen ingresos mensuales superiores a 193,7 pesos.
En el conjunto de partidos del conurbano, el 59,2 por ciento son pobres, y de ellos, el 27,9 por ciento revisten el carácter de indigentes. El contraste con la Capital Federal es muy fuerte. En este caso, el 19,8 por ciento se ubica por debajo de la línea de pobreza, con 6,3 por ciento de indigentes. De todos modos, el nivel de indigentes en el distrito es el más alto de la historia (contra 5,4 por ciento del record anterior, en octubre del ‘89), mientras que el de la pobreza es el tercero (detrás de octubre del ‘89, con 22,5 por ciento, y mayo de ese año, con 20,8).
Un dato especialmente llamativo es que hay un alto número de personas ocupadas cuyos ingresos los sitúan por debajo de la línea de pobreza. El 25,7 por ciento de los trabajadores nacionales percibe haberes inferiores a los 200 pesos mensuales. Se trata de 1.979.000 personas. Otros datos que surgen de la calidad del empleo son que hay 155 cartoneros y vendedores ambulantes, 87 mil personas que trabajan en el Club del Trueque y algo más de 1 millón de personas empleadas en el servicio doméstico.
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