Según los últimos sondeos, tanto Kirchner como su esposa ganarían en primera vuelta. Los votos que antes iban a Macri se reparten en varias opciones.
› Por Raúl Kollmann
Néstor y Cristina de Kirchner mantienen cómodas ventajas en las encuestas realizadas después del pase de Mauricio Macri a la disputa de la jefatura de gobierno porteño. El único motivo de polémica entre los encuestadores es quién ocupa el segundo lugar en los sondeos: para Enrique Zuleta Puceiro, el segundo es Roberto Lavagna, mientras que para Hugo Haime ese lugar lo ocupa Elisa Carrió. En cualquiera de las eventualidades, si el candidato es el Presidente o si es su esposa, no habría segunda vuelta, aunque Cristina saca unos ocho puntos menos que su marido.
Las conclusiones surgen de dos sondeos. Uno, realizado por Opinión Pública, Servicios y Mercados (OPSM), la consultora que lidera Zuleta. Se trata de un estudio con preguntas a 1100 personas de todo el país. El otro trabajo es de Hugo Haime y Asociados, e incluye a 700 votantes de Capital Federal y Gran Buenos Aires. En ambas encuestas se respetaron las proporciones por edad, sexo y nivel económico-social.
Según coinciden todos los consultores, la ausencia de Macri libera porciones de dos electorados distintos. El ubicado en el espectro de centroderecha y también algunos sectores de bajos recursos a los que el presidente de Boca llega justamente por su gestión en el club de la Ribera. Lo que está claro es que su lugar no lo ocupa el voto a Ricardo López Murphy, que de acuerdo con el sondeo de Haime sólo conseguiría el 5,3 por ciento de los sufragios y según Zuleta apenas el 1,7. Es cierto que López Murphy no está lanzado y su candidatura, por lo tanto, no se instaló. Es un proceso que está en sus inicios, pero el primer dato es que arranca muy de atrás.
En principio, comparando con estudios anteriores, el voto de Macri se divide entre todas las demás variantes. Una parte va para Lavagna, otra para Carrió y hay una tercera –presumiblemente en los sectores de menores recursos– que regresa al Presidente o a su esposa. Habrá que ver qué sucede cuando el propio Macri, en junio, resuelva su política hacia las presidenciales y, por supuesto, tendrá también influencia el resultado que consiga en la elección porteña. No es lo mismo si Macri anuda una alianza con Lavagna que si no lo hace, si confirma su coalición con López Murphy, si gana en Capital o si pierde.
A primera vista, ninguna de las movidas parece afectar el triunfo del oficialismo en octubre, pero como se ha visto en todo el mundo, los procesos electorales producen grandes sorpresas, en especial hacia el final de las campañas. Hoy por hoy, la abrumadora ventaja en provincia de Buenos Aires, Córdoba, Mendoza y Entre Ríos marca distancias que serán difíciles de remontar.
Como era previsible, Carlos Menem tiene un exiguo caudal de votos, Jorge Sobisch tiene muchas dificultades para despegar, mientras que la izquierda aparece con pocas chances de ubicar a un candidato por encima del 1 o el 2 por ciento de los votos.
Las elecciones presidenciales tienden a polarizarse, o sea que es muy probable que quien se ubique segundo crezca y termine canalizando el voto opositor. El proceso es distinto a los comicios legislativos en los que el ciudadano no ve “riesgos” en votar a terceros partidos. La dinámica oficialismo-oposición, concentrada en dos candidatos, se está viendo en casi todas las elecciones presidenciales: apareció en Brasil, en México y con una ventaja notoria para el oficialismo en Chile.
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