Sáb 17.03.2007

EL PAíS  › PANORAMA POLITICO

URNAS

› Por J. M. Pasquini Durán

Mientras las transacciones financieras sigan sin tributar suena, exagerado llamar “impuesto a la riqueza” al adicional impositivo que pagarán alrededor de 200 mil contribuyentes bonaerenses cuyo patrimonio valga más de 500 mil pesos, cuando está probado que la evasión en la provincia, en primer lugar de los que más tienen, alcanza dimensiones escandalosas. Pese a que los calificativos vienen de sus críticos más hostiles, el Gobierno prefiere, sobre todo en un año electoral, que lo acusen de Robin Hood en lugar de recordarle que el desempleo en el Gran Buenos Aires todavía es de dos dígitos o que Catamarca, gobernada por radicales aliados del presidente Néstor Kirchner, junto con Salta, controlada por el menemista Romero que ahora se cae para el lado de Lavagna, son las dos provincias con mayor proporción de desocupados.

Para el show-business también puede ser preferible saturar las noticias con las bastardas reyertas de dos pícaros por el control del feudo riojano, en lugar de centrar el debate en la pobreza provinciana después de casi doce años seguidos de gobiernos encabezados por Angel Maza, que se mantuvo todo ese tiempo primero con el favor de los Menem, que usaban la residencia y el avión de la gobernación como si fuera patrimonio familiar, y luego de Kirchner, que le soltó la mano anteayer porque para aguantarlo tenía que intervenir la provincia, una desmesura en estos meses de tanta urna abierta. Además, ¿para qué, si el que mande en el futuro vendrá a comer de la mano del Tesoro nacional? Según el Indec, La Rioja tiene una tasa de desempleo de 7,2, por debajo del promedio nacional, pero si antes el dígito era motivo de celebración, hoy en día hay que andar con cautela antes de regocijarse porque hay suficiente evidencia de que la miseria no se evapora porque alguien en la casa consiga algún trabajo.

Académicos que siguen de cerca los programas de asistencia social calculan en un millón el número de personas en todo el país que no tienen acceso a nada, ni empleo, ni programas de ayuda, ni subsidios, ni obra social, en fin, nada de nada. Mientras pobres y excluidos no sean centros de interés mediático, y a veces ni siquiera con el agua al cuello como los inundados de estos tiempos, la atención preferente de los políticos que disputan los poderes públicos seguirá dedicada a los propios asuntos (pactos de oportunidad, candidaturas, etc.), confirmándole a la sociedad la fea impresión de que están ahí para obtener provecho personal en lugar de aplicar voluntad de servicio para el bien común. ¿Qué les pasa: están corrompidos hasta la indiferencia, son autistas o sólo pillos que creen que los votantes pueden ser manipulados por la publicidad? Algunos pertenecen a cualquiera de esas categorías, pero la mayor parte considera, debido a la experiencia, que las opciones electorales suelen estar disociadas del sofisticado o sencillo análisis ideológico-político y que las emociones o sensaciones del momento son las que determinan las preferencias ciudadanas.

Durante décadas, una parte importante del electorado votaba por la camiseta o la boina. A eso apostó el sindicalista Luis Barrionuevo el 11 de marzo en Catamarca y fracasó sin remedio, porque las decisiones populares han dejado de ser cautivas, aunque sigan las mismas ideas que antes. Lo que no hay más es aquella disciplina que obligaba a votar por el que llevara el distintivo partidario, así fuera el más canalla o el más corrupto de todos. Con su presencia, por última vez según prometió, Barrionuevo tal vez arrimó votos al radical Eduardo Brizuela del Moral, gobernador reelecto con el 57 por ciento de los votos en la provincia donde el desempleo es el más alto del país, de acuerdo con los datos del Indec. Aunque el ganador Frente Cívico siempre tuvo la mitad de los votos desde que reemplazó a la dinastía de los Saadi, en esta oportunidad la alianza con el kichnerismo reclutó nuevas adhesiones en la provincia, quizá porque el Presidente, que no respaldaba a Barrionuevo, registra una imagen positiva en la población del 80 por ciento. Por las dudas, vale la pena aclarar que la suma y resta no funciona igual en todos lados.

Hay que recordar que en Misiones el respaldo presidencial al gobernador Rovira no alcanzó para neutralizar la alianza que se alineó detrás del obispo Piña en contra de la reelección indefinida. Tiempo después, en Corrientes, otra coalición con un cura en la cabecera quedó en segundo lugar, con una abstención abundante, pese a la consigna de la reforma agraria que era casi el estandarte principal del sacerdote, atento a la situación de pobreza de tanto campesino sin tierra. Lástima, porque los destinatarios de semejante desvelo no se dieron por enterados o no lo creyeron posible. No se habló más del asunto y ahora, con las reglas conservadoras que estableció Benedicto XVI, será difícil que obispo o cura pueda conservar los hábitos y asumir algún liderazgo cívico, si tiene que estar en contra de los divorciados, de los homosexuales, de las mujeres que abortan y, en la práctica, rodearse sólo de las personas de misa diaria, de esas que si pecan lo hacen con la luz apagada. Anotación al margen: el Papa reivindicó el celibato de los curas como un bien social, pero no condenó la pedofilia episcopal que en Estados Unidos llega a límites increíbles tanto por la cantidad como por la información disponible sobre los abusos cometidos.

En Misiones y en Corrientes surgieron liderazgos por fuera de los circuitos convencionales de la política profesional, pero el domingo pasado en Catamarca la competencia volvió a los círculos tradicionales de radicales y peronistas a la antigua. Mañana, domingo 18, en Entre Ríos las encuestas predicen el triunfo de los peronistas del actual gobernador Jorge Busti, que en esta ocasión encabeza la lista de diputados nacionales y cede su puesto actual a uno de sus ministros, Sergio Urribarry. Los cinco candidatos a gobernador compiten para ver cuál es más de la primera hora con los piquetes de Gualeguaychú, pese a que en la intimidad reconocen que esa lucha nunca ganó a nadie más allá de los territorios afectados en la costa del Uruguay.

Ninguno de los candidatos tiene otra propuesta conocida que la relocalización de la pastera Botnia, o sea una negociación condenada a la derrota, no tanto porque el traslado sea imposible si alguien lo paga sino porque el gobierno uruguayo no quiere o no puede soportar las críticas de blancos y colorados por lo que implicaría esa concesión a las demandas argentinas. Cuando fue posible, en aquella oportunidad que Kirchner y Tabaré Vázquez acordaron en Chile una alternativa de ese porte, el mandatario uruguayo olvidó el acuerdo apenas vio su caricatura en la prensa “bajándose los calzones”. En estas condiciones, lo más probable es que el diálogo binacional “facilitado” por el rey Juan Carlos se posponga para después de los comicios presidenciales argentinos de octubre, cuando Botnia ya sea un hecho consumado.

Después de Entre Ríos, la próxima cita electoral es el 20 de mayo en Río Negro, donde se dirime en realidad una interna de la pluralidad kirchnerista, ya que confrontarán el gobernador Miguel Saiz, radical de la línea “K” y el jefe del bloque de senadores del PJ, Miguel Pichetto, de acceso directo a la Casa Rosada y buen trato con la senadora Cristina Fernández de Kirchner. Cada distrito es importante y no hay enemigo chico, pero algunos tienen sabor especial. Es el caso de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, citada para el 3 de junio, donde competirán cuadros políticos renovados, algunos tal vez con ideas antiguas pero de rostros frescos en el elenco de políticos profesionales. Telerman, Filmus y Macri, a la cabeza de las encuestas, están llegando a la primera línea, con la ambición de manejar la ciudad más compleja y uno de los presupuestos más abundantes del país.

Aunque el actual jefe de la Ciudad aún no integró el rubro propio, los que ya están elegidos, la legisladora Michetti del PRO y el banquero cooperativista Carlos Heller, con el candidato K, son debutantes en este rango de la competencia. El titular de Credicoop llega flanqueado por Miguel Bonasso y Aníbal Ibarra, pero su aporte más singular será la posición del Partido Comunista que, hasta aquí, lo había acompañado en su trayectoria pública, pese a que la opinión de la agrupación sobre la gestión de Kirchner parecía seguir el derrotero convencional de la izquierda crítica. ¿Será parte de la convergencia plural, como ya lo son los socialistas bonaerenses aunque Hermes Binner compita en Santa Fe por su lado y Norberto La Porta quiera secundar a Telerman? Como quedó dicho, ya no hay fronteras partidarias que puedan contener los ímpetus que estallan en distintas direcciones.

Antes de la renovación presidencial habrá otras pruebas: el 17 de junio en Tierra del Fuego, San Luis el 19 de agosto, una semana después Tucumán y el 2 de septiembre Córdoba, Santa Fe y Salta. Cada distrito ofrece múltiples variantes, en algunos casos sobre lo que ya se conoce y en otros asoman nombres y rostros poco conocidos. Dada la variedad, hay quienes se preguntan si en cada caso el presidente Kirchner debería jugar su autoridad o influencia detrás de un nombre o de una sigla, con todas las contradicciones que puedan derivarse de cada opción. ¿No será el momento de dejar que la vida fluya? Si la convergencia plural es un proceso en formación, a lo mejor la nueva política requiere que la fuerza de las cosas vaya encastrando a cada pieza en su lugar, sin forzar la mano antes de tiempo.

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