Sáb 17.03.2007

EL PAíS

En La Rioja, Beder sigue sumando gente a su baile

El vicegobernador que reemplaza al suspendido Angel Maza completó ayer la segunda línea de su gabinete de transición con figuras de todos los elencos políticos. Maza viajó a Buenos Aires.

› Por Alejandra Dandan
Desde La Rioja

“Lo que ayudó en todo esto fue la indiferencia de la gente”, dice Susana, hermana de dos desaparecidos locales y una de las personas que siguió los sucesos de la Casa de Gobierno con la apatía del montón. “La gente siguió de compras en el supermercado o en la confitería, y eso dejó al desnudo que lo que sucedía era el desgarro del poder.”

Lo que sucedió en estos días en una provincia que aún padece las consecuencias del estilo de unicato menemista, todavía no tiene respuestas ciertas. El vicegobernador a cargo de la gobernación, Luis Beder Herrera, ayer puso en funciones a secretarios de segundas y terceras líneas con un mensaje destinado a sus interlocutores locales, sus comprovincianos que aún lo miran como parte del sistema que acaba de perecer con Angel Maza. En el acto estuvo el obispo local Roberto Rodríguez, un opositor a la re-elección pretendida por el mazismo y estuvieron otros referentes de espacios políticos y sociales con peso propio. En ese espacio, el bederismo intenta ganarse a la oposición, atomizada, para evitar el “efecto Rovira”: la formación de un eventual frente opositor con un candidato fuerte que pueda disputar el poder. En el medio, sus nuevos socios intentan su propio juego para que la transición se transforme en un espacio transversal.

Beder Herrera no es ajedrecista, pero uno de sus hombres de confianza lo es. “En la política hay dos tipos de personas –explicaba ayer–, los que responden como en el ping pong, con un pun y un pan después de cada golpe, o los que proyectan jugadas a largo plazo como en el ajedrez: Beder es capaz de hacer jugadas para cambiar en el camino un alfil por un peón, cuando cree que le conviene.”

A las once de la mañana, en el corazón de la Casa de Gobierno, Beder Herrera le tomó juramento a los nuevos funcionarios de la transición, varios de cuyos nombres parecen parte de ese juego de apuestas.

Como ministro de Educación nombró a Carlos Abraham Luna Das, un profesor, referente poco apreciado entre reconocidos docentes del gremio pero con estrella propia para el poder local. Armador de la corriente Norte Grande, alineada con el Movimiento Evita, Beder lo presentó como “la estrella de este acto, que estuvo con Kirchner desde la primera hora”.

A nadie se le escapa aquí que Maza era el que tenía la relación política con la Rosada. Y que muerto el rey, el bederismo y sus aliados busca alinearse con el poder central, entre otros factores porque la estabilidad económica local depende en buena parte de los fondos de coparticipación nacional. El nuevo ministro de Educación parece un puente en ese sentido.

En la Subsecretaría de Desarrollo Humano y Familiar, el gobierno de la transición nombró a Teresita Leonor Madero, una funcionaria conocida porque había sido removida de ese mismo puesto por Angel Maza. Durante la presentación de su perfil, a Beder Herrera no se le escapó mencionar que “estuvo presa durante la dictadura”, como un atributo probo destinado a Buenos Aires.

El resto de los nombramientos parece más bien producto de su estrategia de construcción de alianzas locales. En la Fiscalía de Estado juró Gastón Mercado Luna, un radical recordado como diputado nacional por sus furibundas denuncias sobre la mafia del oro. En la Subsecretaría de la Mujer quedó Juana Lucía Zamora; como secretario de Relaciones con la Comunidad Elio Delfor Zalazar, reconocido como un independiente y como asesor general del Gobierno juró Héctor Raúl Durán Salas.

Dos escalones más abajo, el vicegobernador amplió los nombramientos de la cartera de Desarrollo Social, el corazón político del mazismo, desde donde se manejaron subsidios y planes y donde el bederismo colocó a Delfor “Pocho” Brizuela, el ex cura y uno de los referentes sociales más importantes. A su área se incorporaron como secretario Jorge Edgardo Ruiz y como subsecretario Lucas Vicente Moyano, un referente social y popular muy querido localmente por el compromiso que tomó como trabajador y presidente de la fábrica recuperada de la ex Gatic en Chamical, el pueblo del ex cura Brizuela.

Cuál será la capacidad de juego de los aliados al bederismo, es una de las preguntas que ellos mismos tienen pendiente (ver aparte). De momento, en el gobierno sostienen que este esquema es parte de una construcción en la que se viene pensando desde la derrota del gobernador Rovira en Misiones. Sí, allá lejos y hace tiempo, las segundas líneas de Maza inspiradas por Beder Herrera empezaron a poner en crisis la idea de la perpetuidad de un gobernador irreemplazable y se pusieron a tejer las redes para alejarlo. La eliminación de la ley de lemas y la enmienda a la Constitución que ahora prohíbe la reelección fueron parte de esa estrategia que culminó con la apertura del juicio político y la suspensión del gobernador. En el camino, construyeron alianzas especialmente con dos dirigentes de la capital provincial, los Quintela y los Luna (parientes del nuevo ministro de Educación) que concentran los votos de casi un 60 por ciento de la población provincial.

Este momento, para muchos es incierto. La concertación del Frente del Pueblo en la que piensa Beder Herrera no hace exclusiones, ninguna. El único diputado menemista de la Legislatura, Ricardo Basso, ayer dio su presente para anunciar que si lo convocan “analizará” la posibilidad de sumarse. El Frente de Todos con el que Jorge Yoma estuvo a punto de ganar al mazismo las elecciones de 2003 dio algunas señales de apoyo, pero salió a decir que no van a poner funcionarios en la transición. El destino de Maza es un misterio. Después de sujetarse al sillón para impedir lo que el mismo definió como “un golpe” institucional, salió a desearle “buena suerte” al gobierno y al mediodía se fue para Buenos Aires.

La Iglesia no apareció en primera línea, pero está. El obispo llegó hace muy pocos meses a La Rioja, pero su aterrizaje coincidió con el proceso electoral de Misiones. Los medios locales salieron a buscar su palabra, y entre otros temas lo hicieron hablar de la reelección. En ese momento, arrinconado y, dicen acá, sin entender casi nada salió del paso con una generalidad que terminó convirtiéndolo en un socio de aquellos que se oponían a la reelección. Desde entonces, mantuvo una distancia pública prudente en el conflicto político aunque el bederismo siguió en contacto. Su presencia en la Casa de Gobierno se leyó como un respaldo.

En el camino no se escuchan voces que cuestionen la legitimidad del proceso que condujo al desmoronamiento de Maza.

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