Vie 23.03.2007

EL PAíS  › HOMENAJE AL SOCIOLOGO DESAPARECIDO ROBERTO CARRI

Sobre la academia y la acción

› Por Martín Piqué

Los panelistas habían sido convocados para homenajear al sociólogo desaparecido Roberto Carri. En el auditorio había canas –cabellos grises, no policías–, pero también universitarios de treinta y pico. Las dos generaciones se habían encontrado para recordar al sociólogo y militante político que a los 28 años ya había editado su segundo libro, Isidro Velázquez: formas prerrevolucionarias de la violencia, y que ocho años después sería secuestrado por la dictadura. En la Biblioteca Nacional comenzaron a surgir las palabras. Palabras, pero sobre todo imágenes. El secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, recordó su apariencia de “muchacho de barrio” y su pasión por Boca Juniors y Edmundo Rivero. El director de la Biblioteca, Horacio González, evocó una patada sobre la puerta del decano de Filosofía y Letras. También, una pintada que apareció en la facultad y que divirtió mucho al autor de Isidro Velázquez: “Carri macho”. No faltaron anécdotas, reivindicaciones a las cátedras nacionales y un esbozo de polémica a partir de la película Los rubios, filmada hace unos años por Albertina, hija del propio Carri.

Organizada por el Instituto de Investigación Social, Económica y de Políticas Ciudadanas (Isepci), la charla invitaba a retomar la discusión de los ensayos de Carri. Además de Duhalde y González, participaron el director de la carrera de Sociología de la UBA, Lucas Rubinich, y los docentes Gonzalo Barciela (Derecho) y Fabio Nigra (Filosofía y Letras).

Tras una formación de izquierda, Carri se acercó al nacionalismo popular y el revisionismo histórico. Escribió Sindicatos y poder en la Argentina, Isidro Velázquez y Poder imperialista y liberación nacional. El segundo es su libro más conocido. Reeditado hace pocos años por Colihue, es un ensayo social que analiza la relación entre Velázquez y los pobladores pobres del Chaco. Velázquez era un correntino de 32 años y padre de cuatro hijas que tras una pelea con un policía se fue a vivir al monte y se dedicó a robar y a secuestrar estancieros. Logró la simpatía de los campesinos. Lo ocultaban y daban pistas falsas a sus perseguidores, hasta que el 1º de diciembre de 1967 la policía lo mató junto a su socio Vicente Gauna.

El libro motivó diversas lecturas. “Hay un correlato bastante fuerte entre las figuras de Martín Fierro y Cruz, con Isidro Velázquez y Gauna”, comparó Horacio González. Para Nigra, Carri quería entender la relación entre Velázquez y los colonos pobres para intentar un vínculo parecido entre las organizaciones armadas y los sectores populares. “No se detenía en exaltar la irrupción plebeya sino que se comprometía en sus consecuencias”, argumentó Barciela. En los ’70 Carri militó en el Peronismo de Base y luego se incorporó a Montoneros. El 24 de febrero de 1977 lo secuestraron con su esposa, Ana María Caruso, en su casa de Morón. En Los rubios, su hija Albertina recorrió esas calles y entrevistó a vecinos. Algunos recordaban a sus padres. Los testimonios parecían reforzar una visión escéptica sobre el desencuentro entre vanguardia y gente común.

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