EL PAíS › EL VATICANO LE ACEPTARA LA RENUNCIA AL OBISPO BASEOTTO
Baseotto presentó su renuncia debido a que llegó al límite de edad. El Vaticano aceptaría la dimisión. Así, descomprimiría la relación.
› Por Washington Uranga
Todo parece indicar que la Semana Santa será la ocasión propicia para que el Vaticano acepte la renuncia ya presentada por Antonio Baseotto al Obispado castrense. En realidad, no se trata de un acto penitencial propio de una semana que invita a ello dentro de la liturgia católica, sino que el obispo Baseotto cumplirá el próximo miércoles 4 de abril los 75 años estipulados en las normas eclesiásticas para que los obispos presenten la renuncia a los cargos que ejercen con ejercicio efectivo de gobierno pastoral.
La dimisión ya obra en manos de la Santa Sede pero la aceptación de la misma no es automática. Depende de la curia vaticana, y en última instancia del Papa, prorrogar la tarea del obispo si así lo considera conveniente. En algunos casos, como sucedió con el ya fallecido cardenal Raúl Primatesta (ex arzobispo de Córdoba), el Papa dejó pasar el tiempo antes de aceptar la renuncia. En el caso de Joaquín Piña, obispo de Iguazú, la dimisión le fue aceptada de forma inmediata. En medios eclesiásticos se especula con que la renuncia de Baseotto será aceptada por el Vaticano la próxima semana en torno de la fecha de su cumpleaños, como forma también de enviar un gesto hacia el Gobierno que espera que se concrete la separación del religioso.
Se desconoce hasta el momento si junto con el anuncio de la renuncia de Baseotto se conocerá el nombre de su sucesor, para el cual se han mencionado en forma insistente los nombres de los obispos Carlos Malfa (Chascomús) y Rubén Frassia (Avellaneda-Lanús). Se sabe que de parte de la Iglesia argentina hubo ya la presentación de una terna, que incluiría a los dos mencionados, y que requiere –debido al tratado internacional que regula las relaciones entre el Estado argentino y la Santa Sede– la aprobación previa del Gobierno. Carlos Custer, embajador argentino ante la Santa Sede, admitió en una entrevista radial que “en el mes de abril vamos a tener novedades” respecto de la salida de Baseotto.
Baseotto es obispo castrense desde el 8 de noviembre del 2002, lugar al que llegó después de haberse desempeñado como obispo de Añatuya (Santiago del Estero) desde 1991. De perfil sumamente conservador, Baseotto fue considerado uno de los obispos más cercanos y colaboradores del ex presidente Carlos Menem. Si bien Baseotto no estaba en la terna inicialmente propuesta por el Episcopado argentino para ocupar el Obispado castrense, su designación se logró por la hábil intervención de Esteban Caselli, ex secretario de Culto y embajador ante la Santa Sede del menemismo, quien utilizó sus vínculos con el ex secretario de Estado del Vaticano, cardenal Angelo Sodano.
Las diferencias entre Iglesia y Gobierno por el tema Baseotto se vienen arrastrando desde hace dos años, cuando el titular del Obispado castrense utilizó la figura bíblica de atar una piedra de molino al cuello y lanzarlo al mar para referirse al ministro de Salud, Ginés González García, por entender que el funcionario estaba promoviendo una política respecto de la familia, sexualidad y aborto contraria a la doctrina de la Iglesia y capaz de generar “escándalo”. El Gobierno asimiló los dichos de Baseotto a los repudiados “vuelos de la muerte” durante la dictadura militar y a raíz de ese incidente el presidente Néstor Kirchner decidió retirarle todo reconocimiento oficial al obispo castrense y solicitó a la Iglesia que se lo apartara de su cargo. Si bien hubo numerosas conversaciones y diálogos en torno del tema, el Vaticano no removió a Baseotto y de ambas partes se decidió bajar el perfil del entredicho.
El “tema Baseotto” se convirtió en los últimos años en un obstáculo serio en la relación entre la Iglesia Católica y el Gobierno. Pero a raíz de las dificultades planteadas con el obispo, en el Gobierno se comenzó a pensar seriamente en la posibilidad de denunciar el acuerdo que existe actualmente entre Argentina y la Santa Sede y por esta vía terminar con la existencia de los capellanes militares.
El tema ha estado en la agenda de las conversaciones Iglesia-Gobierno en los últimos meses. En medios eclesiásticos no existe una oposición terminante a la propuesta, si bien se consideran posibilidades alternativas y, en todos los casos, se buscaría evitar por ambas partes una decisión que no pase por los canales de negociación diplomática. En este sentido, se estaría analizando la posibilidad de la formación de una comisión mixta que revise los términos del tratado y la situación de los capellanes militares. Pero eso sólo podrá avanzar cuando la renuncia de Baseotto haya sido aceptada y el nombre de su reemplazante cuente con el acuerdo de la Casa Rosada.
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