El Gobierno anudó lazos de compromiso con el flamante gobierno de Ecuador, encabezado por Rafael Correa, al suscribir un convenio de asistencia en materia económica, financiera y productiva, que involucrará el traspaso de la experiencia argentina en la renegociación de la deuda externa. A través del Ministerio de Economía, las autoridades argentinas también colaborarán en el intercambio de criterios acerca del manejo de la política arancelaria, equilibrio fiscal, incentivos a la reactivación productiva de respuesta rápida y el fortalecimiento del rol de la banca pública. Ecuador enfrenta un gravísimo cuadro social de pobreza y sufre el doble efecto de estrangulamiento del déficit fiscal y del endeudamiento externo. La elección del modelo argentino de recuperación económica significa una clara opción por parte del gobierno de Correa, en especial después que ayer los ministros Felisa Miceli y Julio De Vido expusieron en Quito las bondades de “una complementación solidaria sin hegemonías” y el segundo, en particular, enfatizó sobre la experiencia argentina de acuerdos con Venezuela.

Argentina no sólo aportará ideas y experiencias a la gestión de la deuda, sino también en materia de administración de recursos fiscales y en la política arancelaria, para revertir lo más rápidamente posible los déficit presupuestario y comercial que sufre Ecuador. Ayer, el ministro de Economía, Ricardo Patiño, negó enfáticamente que se le haya pedido asesoramiento en algún momento a Roberto Lavagna. “Ecuador recibió muchos ofrecimientos, pero solamente aceptó el del gobierno argentino”, explicó, dando una señal que la delegación argentina esperaba.

No fue el único guiño que practicó frente a la prensa. Cuando lo consultaron si el acercamiento a la experiencia argentina significaba que Ecuador va a plantear una renegociación de la deuda con quita, Patiño respondió: “No lo sé, en las próximas semanas veremos”. En fuentes cercanas a la nueva administración de Correa (asumió el 15 de enero), aseguran que estas respuestas en tono de misterio son intencionales. “Está probando cómo reacciona el mercado”, interpretan quienes le atribuyen a Patiño un rol que trasciende su cargo como ministro de Economía.

El convenio fue firmado en el marco de la visita de Cristina Fernández de Kirchner a Ecuador, al frente de una nutrida delegación de funcionarios (ver aparte). Miceli y De Vido, junto con el canciller Jorge Taiana, participaron de un seminario en el que intervinieron tres miembros del gabinete ecuatoriano, los ministros de Economía y de Industria y el vicecanciller. La titular de la Cancillería, María Fernanda Espinosa, partía ayer por la tarde de Quito rumbo a Washington, donde esperaba lograr la extensión de la aplicación de la Ley de Preferencias Arancelarias Andinas, que vence en junio. Antes de partir, dijo que en Ecuador “nos gusta mucho el modelo que está siguiendo Uruguay, que es un acuerdo de comercio justo con Estados Unidos”. Aunque estas declaraciones podrían parecer contradictorias con el acercamiento de Ecuador a Argentina, ya que dicho acuerdo provoca controversias en el Mercosur, está claro que en la óptica de los países pequeños las urgencias comerciales no reconocen condicionamientos ideológicos.

Es por eso que ayer, Miceli habló de la necesidad de resolver las asimetrías que afectan a los países menores, admitiendo incluso estas inequidades también al interior de cada país. “Resolver esas asimetrías es el doble desafío que tiene la integración en América latina”, señaló.

De Vido también se refirió a la necesidad de una complementación solidaria sin hegemonías, y dio como ejemplo de esa práctica la relación entablada entre Argentina y Venezuela. El ministro apuntó que esa complementación permitió llevar el intercambio comercial a mil millones de dólares en el último año. El titular de Industria de Ecuador, Raúl Sagasti, le recordó que es una preocupación central de su país el déficit comercial creciente, que con Argentina supera los mil millones de dólares. Patiño aplaudió, en tanto, la postura argentina y aseguró que “nuevos vientos soplan en América latina”, reafirmando que “no hay desarrollo económico sin desarrollo social”.