EL PAíS
› LAS CAMPAÑAS SOLIDARIAS SE MULTIPLICAN DENTRO DE PROGRAMACIONES EN CRISIS
La tv quiere tener la conciencia tranquila
Los canales utilizan a sus figuras más carismáticas para pedir donaciones, que a falta de dinero en efectivo pueden concretarse en alimentos o en papel para reciclar. “Me da bronca que la falencia del Estado haga que la TV sostenga la Casa Garrahan”, dice Guillermo Andino, una de las caras de la filantropía televisiva.
› Por Julián Gorodischer
¿Quién da más? Se lanzó la carrera solidaria desesperada, la que suma status y reposiciona a los canales en la novedosa escala filantrópica local. Programas y campañas se superponen en la tele, como en situación de catástrofe, aunque no se trate de una inundación como en los viejos tiempos, sino de la malaria permanente. En la Argentina de la crisis más grave que se recuerde, la tele pide papel para reciclar, ya no dinero. O leche, juguetes, pañales: todo en especies. El que vuelve, con la movida filantrópica, es un formato desterrado: programa ómnibus, en continuado y con número vivo, tedioso rejunte de figuras del canal en rol de benefactor, aquí justificado solamente por “la obra”. “Me siento feliz”, dice Panam en América o Millie Stegmann en el 13, y son caras y nombres rotativos para una misma frase. En cada plano tomado de asalto, en cada toma de improviso puede verse a un ídolo firmando, no importa qué, pañuelito o servilleta. Esta vez, el autógrafo redime, exculpa, homologa. El autógrafo sirve como nexo, como puente. El famoso acerca la distancia y agradece.
La tele solidaria se adapta al signo de los tiempos: la miseria. Entonces, ya no desfilan por el estudio donaciones de joyas o billetes. El papel y el cartón abonan el último bastión próspero: el reciclado. “Con la donación de papel y el reciclado se mantiene la Fundación Garrahan -cuenta Eduardo Chaktoura, productor general de ‘Va por los pibes’, que se emitió el domingo pasado por América–. Fue la primera campaña solidaria en la que no se pedía dinero, y recibimos sesenta toneladas de papel en cuatro horas. El objetivo fue concientizar a la gente.” La tele llena horas de programa a bajo costo, con artistas a beneficio, tranquiliza conciencias y abona al puesto laboral más extendido en la Argentina de hoy: el cartonero.
La tele del 2002 ya no pide un esfuerzo o un sacrificio, apenas voluntad para redireccionar hacia un destino noble el diario viejo o la caja en desuso. El productor recuerda los viejos tiempos de campañas nefastas, con bienes filtrados que nunca llegaban al necesitado, y reafirma la transparencia, aunque esta vez sólo se trate de asegurar el papel. “Sigo la ruta –dice– hasta que llega a la recicladora.” Guillermo Andino, conductor de la campaña, no subestima, sin embargo, el aporte social. “Deberíamos hacer esto como complemento de un subsidio o una asistencia estatal, y me da bronca que la falencia del Estado haga que una campaña de la TV tenga que ser el sostén de la Casa Garrahan –dice–. Trato de darle un sentido a la tele que a veces se pierde por contenidos poco didácticos. Esto nos enaltece.”
Alguna vez, la productora Pol-Ka decidió narrar a la clase media venida a menos en “Gasoleros” y se ganó la fama de estar comprometida con la realidad, pero en el 2002 las ficciones del 13 borran la pobreza de sus tramas. “Son amores” y “099 Central” no retoman la Argentina cartonera. Cuentan historias de otras geografías: el enredo amoroso y la persecución policial. Por eso sus protagonistas exhuman culpas después, en los micros de “Mi granito de arena”, campaña solidaria del 13 junto a instituciones sociales y religiosas para sumar donaciones. Bajo el lema “Todos unidos para ayudar”, Millie Stegmann, Facundo Arana, y Mariana Fabbiani saturan la pantalla con apariciones que llaman a “tomar conciencia”.
“Vale la pena recordar –dice, altisonante, un comunicado de Telefé– que en estos momentos de crisis la pobreza castiga a la mitad de los argentinos, pero tiñe de penumbras el futuro ya que la mitad de los pobres son chicos menores de edad.” De reflejos rápidos, el canal lanzó su propio ejemplo de filantropismo, “Un juguete, una sonrisa”, como para que nadie dude de que Marcela Feudale y Maru Botana están tan concientizadas como los de la vereda de enfrente. Entonces, los micros de Telefé imitan el modelo del 13, con sello particular: pañales, juguetes y leche, el focopuesto en los chicos, a pedido de Guillermo Francella pero ya no en rol de capocómico (como en “Poné a Francella”) sino como tierno benefactor de niños desnutridos.
“En esta situación del país –explica Marta De Lavalle, gerenta de Comunicación e Imagen de Canal 13–, la tele tiene que dar lugar a este tipo de cosas. Que la solidaridad bien entendida se ejerza, que se haga, y más si contamos con líderes de opinión para comunicarlo.” Constituida como figura de la antipolítica, la tele hace lo imposible para no incluirse en el “que se vayan todos”. El famoso, en ese plan, parece estar siempre “del lado de la gente”, insospechado y honesto, caritativo en los momentos difíciles. Si pide pañales, nadie sospecha. Ultimas figuras de representación posibles en el país devaluado, los famosos serán el eje, también, de “Un sol para los chicos”, el sábado 10 de agosto, campaña del 13 por Unicef. Para hacerlo más grande y contundente, a tono con la crisis, se suma esta vez un megarrecital en el Luna Park con entrada a tres pesos, tal vez como recurso para que la cifra final no decepcione. La bancarrota podría hacerlo todo demasiado pobre, muy por debajo del millón y medio de pesos convertibles que se juntó el año pasado.
El que quiera donar, en estudiada estrategia de incentivo, será atendido por famosos. “A la gente la estimula más cuando les ponemos a gente famosa a atender los teléfonos –cuenta Sebastián Carnevale, productor ejecutivo del ciclo–, los llamados tienden a crecer y sube el promedio de recaudación. Por la crisis, es probable que sea más bajo que otros años. Pero a veces el público sorprende colaborando mucho en momentos muy difíciles.”
En Canal 7, la campaña “Mes de la vida, Fundación Favaloro”, promovida por Luis Landriscina, dedicó un domingo íntegro a recaudar a beneficio, en el formato más anticuado para ciclos solidarios: horas y horas de folklore presentado por las “figuras del canal” en rotación constante, desde María Belén Aramburu a Raúl Portal. El resultado: un ómnibus como los de antes, al menor costo, y con un índice de recaudación decepcionante. “Hubo que armarlo en 72 horas –asume Enrique Trobbiani, productor general– con un presupuesto bajísimo y con todos los cachets donados. Se juntó una cifra de cien mil y pico de pesos, que no me dejó conforme. Pensé que iba a ser más.” En el 7 pide Landriscina, y en el 13 Facundo Arana. En Telefé, hace lo propio Natalia Oreiro. En América, Panam interviene “por una ayudita”. El público elige, y siempre premia al galán. La tele varía la gama de voceros, pero la crisis, inapelable, pone el techo.