La interna peronista promete dejar un nuevo herido al borde del camino. En esta ocasión, la víctima podría ser el bloque de diputados nacionales. La amenaza de una virtual ruptura quedó flotando en el aire, luego del encuentro de un grupo de parlamentarios del PJ con el jefe de Gabinete, Alfredo Atanasof. “Si no cambian de actitud habrá una escisión en el bloque justicialista”, advirtió el riojano Ricardo Quintela, expresando así “la molestia” del menemismo por las definiciones de Eduardo Duhalde, en las que aseguró que Carlos Menem tiene “una relación obsesiva con el poder”. Antes del encuentro en La Rosada, el propio ex presidente había marcado el camino de sus seguidores cuando sostuvo que Duhalde “se ha quitado la máscara de la presunta neutralidad”.
Si bien Duhalde había logrado erizar la piel de los menemistas, fueron los dichos de Hilda “Chiche” González los que pusieron a los diputados enrolados con el hombre de Anillaco, en virtual estado de guerra. La primera dama había dicho que “la interna peronista va a terminar con Menem, si no termina antes la Justicia”.
No pasaron 24 horas de los dichos de la esposa del Presidente, para que el riojano tomara el guante y denunciara la existencia de “una campaña sucia”. No lo dijo, pero como quien pesca en el río revuelto, de esta manera también pretendió desacreditar las denuncias presentadas luego de que en una entrevista con la CNN, aceptó públicamente la existencia de una cuenta en Suiza que nunca había reconocido en sus declaraciones juradas.
Quintela trasladó su queja al Gobierno cuando participaba junto al titular de la bancada el cordobés Humberto Roggero, Omar Becerra y Carlos Alessandri de un encuentro en el que pretendían llegar a un acuerdo con el Ejecutivo para prorrogar por 60 días la implementación del CER. La sorpresa de los parlamentarios que acompañaban al riojano no podía ser mayor.
“No es conveniente que quienes tienen responsabilidad de gobierno participen con palabras o acciones en la discusión interna del Partido Justicialista”, dijo Roggero, a través de un comunicado de prensa, apenas retornó a Diputados. La preocupación del cordobés no es menor, es que desde el ‘97 que no se presentan fracturas dentro del bloque legislativo del peronismo. Para que no quedaran dudas de su espíritu conciliador, Roggero agregó que “no es conveniente que quienes tienen responsabilidad de gobierno participen con palabras o acciones en la discusión interna del Partido Justicialista”.
Desde la durísima discusión que se produjo cuando los integrantes de la Comisión de Juicio Político fundamentaron la necesidad de acusar a los integrantes de la Corte Suprema de Justicia, los compañeros no volvieron a reunirse en forma plenaria. Cierto es también que entre las discrepancias internas, las campañas proselitistas y la estructural debilidad del Gobierno, el funcionamiento del Congreso está lejos de ser el normal.
Entre los apoyos del duhaldismo y de los cordobeses, detrás de la precandidatura de José Manuel de la Sota se encolumnan unos 63 diputados. Es decir cerca del 52 por ciento del bloque. El menemismo cuenta con cerca de 40 legisladores. Unos 5 diputados adhieren a Néstor Kirchner, la misma cantidad responde a Adolfo Rodríguez Saá, unos 3 se embanderan con Carlos Reutemann y dos respaldan al salteño Juan Carlos Romero.
Uno de los legisladores más cercanos a De la Sota, el cordobés Carlos Alessandri también pretendió poner paños fríos en la interna. Así fue que dijo que la disputa no tendría que derivar en la fractura del bloque. Lo hizo diciendo que “estos son momentos de fortalecer el espíritu y las propuestas para luchar contra la pobreza y no de arrebatos personales”. Para Adrián Menem, la “unidad” se mantiene si se logra “detener este ataque virulento contra el candidato que va ganando la interna”. Lo cierto es que nadie está seguro de que en esta ocasión la pelea sea como cuando maúllan los gatos.