EL PAíS › EL OBISPO PIÑA LE OFRECIO A KIRCHNER ACERCAR POSICIONES CON BERGOGLIO
Estuvieron en veredas opuestas en la última elección en Misiones, en la que el obispo aglutinó un frente opositor al gobernador Rovira. Ayer, el Presidente lo recibió en su despacho. Piña le ofreció acercar posiciones con el titular del Episcopado. Kirchner le prometió no intervenir en la próxima elección en Misiones.
› Por Diego Schurman
Joaquín Piña le ofreció a Néstor Kirchner tender un puente de oro para acercar posiciones con Jorge Bergoglio. El obispo de Puerto Iguazú encontró vocación “conciliadora” del Presidente aunque ningún compromiso de celebrar cumbre alguna con el arzobispo de Buenos Aires. En cambio, se llevó la certeza de que el mandatario aceptará su propuesta de no intervenir a favor de ningún candidato en los comicios a gobernador de Misiones.
Kirchner recibió a Piña en la Casa Rosada. Y esa instantánea parecía ser por sí sola una noticia. Pero el religioso que enfrentó al gobernador Carlos Rovira le puso letra a la visita: habló de acortar a través del “diálogo” la distancia del gobierno con la Iglesia.
El Presidente separó los tantos. Manifestó que no había inconvenientes con el clero. Y hasta mostró sus coincidencias con el documento dado a conocer el sábado por la Conferencia Episcopal. No obstante ello, admitió sus “diferencias” con Bergoglio.
Ambos están distanciados desde marzo del año pasado, cuando participaron de un homenaje a los padres palotinos asesinados durante la dictadura militar. La Casa Rosada le endilga a Bergoglio el rol de “aglutinador” del antikirchnerismo en todo el país. Ese mismo mote le atribuyeron la semana pasada cuando lo imaginaron trabajando en la Capital Federal a favor de los candidatos Mauricio Macri y Jorge Telerman, ahora aliado con Elisa Carrió.
Piña se preocupó en aclararle que Bergoglio no tuvo “nada que ver” con su salida al ruedo en Misiones, donde lideró un frente que abortó la intentona reeleccionista de Rovira. Kirchner había jugado explícitamente a favor de una reforma constitucional que permitiera la reelección indefinida del gobernador. Recién en estos días, y solamente ante su círculo áulico, el Presidente admite haber incurrido en un error.
“Yo le pido que no intervenga en la elección de mi provincia. A Misiones la tienen que arreglar los misioneros”, le solicitó ayer Piña a Kirchner, según reconoció el obispo. Todos lo interpretaron como una advertencia para que el Presidente no tropiece con la misma piedra. Fuentes oficiales consignaron, sin embargo, que puertas adentro el religioso completó la frase de esta manera: “No intervenga porque todos los candidatos lo apoyan a usted”.
El tema le sirvió a Piña para divertirse ante los periodistas.
–¿Y usted a quién va a bendecir? –le dijo un cronista proveniente de su provincia.
–Yo bendigo la misa. Si no me casé con nadie en estos años, ¿por qué me voy a casar ahora? –salió del paso.
Horas después le preguntaron por qué Kirchner nunca le respondió aquella carta donde explicaba su oposición a Rovira. Piña dijo que el Presidente le aseguró que esa carta “nunca llegó”. Creer o reventar.
Consultado por Página/12, un alto funcionario del Gobierno transparentó el clima reinante. “Hubo buena onda y mucha predisposición de Piña por establecer un diálogo. El Presidente quedó muy contento. Y además escuchó en reiteradas veces que Bergoglio no quiere meterse en la campaña. Lo dijo más de una vez”, señaló.
Piña llegó a Buenos Aires el último jueves. El sábado estuvo en la quinta “Los Abuelos”, una propiedad que Roberto Porcaro posee en la localidad bonaerense de Canning. Porcaro es uno de los referentes radicales de Compromiso K, la agrupación que nuclea a los seguidores del secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini.
Los Abuelos es una parada obligada de los “pingüinos” cada vez que desembarcan en Buenos Aires. Allí suele alojarse Rudy Ulloa Igor, un ex chofer de Kirchner que se ha transformado en dueño de un multimedios en Santa Cruz.
Porcaro no fue ajeno a la llegada de Piña a la Casa Rosada. Hace dos semanas lo fue a ver a Misiones para confirmar un dato que le había pasado el diputado del Frente para la Victoria, Diego Sartori.
–¿Usted está pidiendo una reunión con el Presidente? –le preguntó Porcaro a Piña.
–No, pedir no pido –le contestó.
–¿Pero quiere reunirse con él?
–Sí, por supuesto.
No sólo los kirchneristas buscaron capitalizar la visita del religioso. Lo propio hicieron referentes de la oposición. Fue el caso del ex ministro Roberto Lavagna (ver nota aparte). De todos, el encuentro que en la víspera también mantuvo Piña con Bergoglio tomó un cariz especial. ¿La razón? Sencillamente, porque se enlazó con la posterior reunión del jesuita con Kirchner.
A lo largo de la jornada, en la Casa Rosada procuraron evitar sorpresas. Por eso hubo un testeo a media mañana del espíritu que albergaba a Piña durante un prolongado encuentro con el senador santacruceño Nicolás Fernández. Ocurrió en el Congreso, en el despacho de Luis Viana. Se trata de un senador misionero con aspiraciones de gobernador.
Luego de pasar por el Colegio del Salvador, donde se alojó desde su llegada a Buenos Aires, Piña se trasladó a la Casa Rosada junto a Porcaro. Fue recibido por el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, con quien se entretuvo hablando de Jaime De Nevares.
Al rato, Kirchner lo hizo pasar a su despacho. Hubo un apretón de manos y una foto, que seguramente Piña observará hoy desde Córdoba, a donde viajará para participar de un encuentro religioso.
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