Los labios del arzobispo Jorge Bergoglio siempre estuvieron sellados ante las preguntas sobre su relación con dirigentes opositores. Si bien dejó trascender que estaba molesto por haber sido rotulado por el oficialismo como “jefe de la oposición”, nunca habló en público del tema. Finalmente, el obispo emérito de Puerto Iguazú, Joaquín Piña, lo hizo por él, al comentar el encuentro que tuvieron anteayer. Lo dijo así: “Yo lo conozco bien y había hablado con él hace pocos días y se me quejó un poco de que el Gobierno lo tuviese a él como jefe de la oposición”. Lo comentó como al pasar en una semana en la que tuvo encuentros con referentes de la oposición, como Roberto Lavagna, y con el presidente Néstor Kirchner.

El encuentro con el Presidente tuvo más de un condimento: Kirchner se encontró frente a frente con el hombre que derrotó a su delfín, el gobernador Carlos Rovira, en la compulsa por su reelección indefinida. Pero, además, la reunión se interpretó como un gesto de distensión en la maltraída relación con Bergoglio. El Presidente y el arzobispo no se ven desde un encuentro que tuvieron hace dos años y medio, en el que se recordó a los curas palotinos que fueron asesinados por la dictadura.

En los últimos tiempos, desde el gobierno nacional sindicaron a Bergoglio como el facilitador de la alianza entre Elisa Carrió y Jorge Telerman. También consideraron que su mención al incendio en Cromañón en una misa con los candidatos porteños fue un espaldarazo para Mauricio Macri y para Telerman, ya que el ex jefe de Gobierno Aníbal Ibarra es candidato a legislador por una de las listas oficialistas. “Hace pocos días (Bergoglio) me dijo: ‘El Presidente me ha tomado como que yo soy el jefe de la oposición y yo no soy un político’”, relató Piña.

Sin embargo, un día después del encuentro con Kirchner, Piña enfatizó la idea de la distensión de las relaciones entre el Gobierno y la Iglesia: “Yo creo que los dos tratamos de bajar los decibeles. El me dijo que no tenía problemas con la Iglesia ni con ningún obispo y que está abierto al diálogo”, destacó el obispo en declaraciones radiales.

Con su habitual estilo campechano, aseguró que intentó “explicarle un poquito la posición del Bergoglio”. Piña le mencionó el reciente documento del Episcopado, en el que los obispos buscaron no subir el tono de la disputa, aunque remarcaron que pedían transparencia para las elecciones, que se respete el federalismo y la autonomía de los poderes. Piña remarcó que el Presidente “estaba de acuerdo” y que, por eso, “no había salido a decir nada”.

Distinto fue el contenido de la homilía de Bergoglio, en la que afirmó que la Iglesia “fue, es y será perseguida”. Kirchner le respondió que “ponía la otra mejilla, aunque a veces ni quienes predican el Evangelio lo hacen”. “La Iglesia no habla para el gobierno sino para el pueblo, y evidentemente dentro del pueblo está el gobierno”, interpretó Piña, quien señaló que “hay una especie de susceptibilidad o hipersensibilidad, como si estuviesen muy a la defensiva”.

Con Kirchner, Piña también abordó las elecciones en Misiones, en las que el Presidente se metió de lleno a apoyar los deseos reeleccionistas de Rovira. La derrota del gobernador llevó a que se diera marcha atrás con las reelecciones del jujeño Eduardo Fellner y del bonaerense Felipe Solá.

“El me dijo que no tenía ningún rencor, que eso pasó y que por lo visto no había sido suficientemente informado. El Presidente me insistió mucho en que él no es rencoroso, lo cual me parece muy bien”, precisó el obispo emérito. También le solicitó a Kirchner que “interviniera lo menos posible” en las elecciones a gobernador de Misiones. “El me dijo que estaba de acuerdo”, afirmó el obispo, quien estimó que le hará caso: “Aprendió también un poco la lección del año pasado”.