La corrupción de Skanska en Argentina no podía ser ignorada en la casa central sueca, por la escala del tema.
› Por Raúl Kollmann
“La excusa de los gerentes infieles que hoy da, desde Suecia y desde aquí, la conducción de Skanska ha sido utilizada numerosas veces por empresas en el mundo entero que fueron sorprendidas en grandes casos de evasión impositiva.” La afirmación pertenece a uno de los hombres que investiga todo el affaire de las facturas truchas desde hace más de dos años. “Lo de los gerentes infieles no se sostiene por varias razones. La primera es que un presupuesto de casi diez millones de dólares, como el que se presentó para la planta compresora de gas, sí o sí tiene el visto bueno de la central en Suecia. Ni hablemos del total de operaciones que, según parece, redondean los 100 millones de dólares. Eso tiene auditorías de empresas de primera línea. El segundo elemento es que los gerentes fueron indemnizados, incluso con cifras por encima de las habituales, en lugar de ser denunciados de inmediato ante la Justicia penal.”
“La cuestión de las facturas falsas es el problema más serio que existe a nivel mundial en materia impositiva –dice el investigador–. Los europeos decían que a ellos no les afectaba, pero terminaron detectando lo que se llamó la Operación Carroussel, en la que descubrieron una evasión de 200.000 millones de euros. Aquí venimos lidiando con esa maniobra desde hace años, tanto en el terreno público como en el privado. Por ejemplo, se hicieron muchísimos allanamientos por el Fondo del Conurbano Bonaerense. Las facturas truchas eran para justificar gastos y el dinero, en realidad, iba para los punteros políticos. En el caso de la llamada Mafia del Oro también se usó el método para una supuesta manufactura del oro que, después, era el que falsamente se exportaba. Y, por supuesto, en la investigación de Infiniti y Calibán se descubrió una cantidad enorme de empresas que utilizaron la maniobra para evadir impuestos o, y eso es lo difícil de discernir, para pagarle coimas al jefe de compras de tal otra empresa o a un funcionario.”
“Insisto en que Skanska Suecia no podía desconocer la maniobra –dice el investigador–. Como ha reconocido su propio CEO, hay auditorías que debieron detectar el uso de facturas falsas a cambio de trabajos que Infiniti, Calibán o las otras empresas truchas obviamente no hicieron. La AFIP detecta este delito a través de un sistema en el que entran numerosas variables y se determina que las empresas que expidieron las facturas no tienen capacidad operativa para hacer lo que dicen que hacen. Y la primera respuesta, aquí y en el mundo, es que la empresa-madre fue sorprendida en su buena fe. Por eso pagan los 13 millones de pesos a la AFIP con el siguiente mensaje: ‘me doy cuenta de que esas operaciones fueron falsas. Yo pago porque no soy parte de la asociación ilícita que protagonizó la maniobra’. La experiencia indica lo contrario: las primeras líneas, las de gerentes generales y las de gerentes financieros no pueden desconocer lo que ocurre.”
“Cuando se habla de que las valijitas se consolidaban en Techint, la sugerencia es que el dinero en efectivo era reunido por algún gerente de Techint, que, además, agregaba su propia parte. Y esto no se hacía sólo en las operaciones relacionadas con los gasoductos de TGN y TGS, sino también en Perú, Chile y La Pampa. O sea que se desliza la idea de que gerentes de Techint juntaban la plata porque, para ganar las licitaciones, hubo que pagar coimas a los funcionarios del Estado nacional argentino, de Perú, de Chile y La Pampa. Hay un problema: no se sabe si lo que declara el gerente de Skanska ante el auditor es verdad o no. Si los directivos suecos percibieran que el dinero se lo quedaron sus gerentes infieles, no los hubieran indemnizado y habría existido una denuncia lapidaria en la Justicia penal. Y para desentrañar si la plata se la quedó alguien de Techint o funcionarios a los que hubo que pagarles –en la cinta el ejecutivo de Skanska habla de dos por ciento para Nación Fideicomisos, a cargo de Néstor Ulloa, y tres por ciento para el Enargás, cuyo titular era Fulvio Madaro– tal vez la clave esté en quién acercó a Infiniti, o sea las facturas falsas, a Skanska. Si, como se dice en las cintas, fue el contador Alfredo Grecco y éste sería hombre de Ulloa, hay una pista de importancia que habrá que verificar. Yo no descartaría otro frente: investigar el enriquecimiento de todos los protagonistas de esta historia, gerentes y funcionarios. Por supuesto que también está el estudio de los sobreprecios, pero la experiencia indica que en los concursos de precios las empresas tienden a no competir, se reparten las obras. Y, por último, está la ruta del dinero. No es para nada sencillo. El cheque con el que Skanska paga la factura falsa fue cobrado por empleados muy menores –como lo adelantó Página/12–, un sargento de policía, una inmigrante rusa y dos personas que trabajaban en una cueva financiera. El dinero vuelve, ya en efectivo, a Skanska y seguir ese rastro no es sencillo. Pero tal vez algún testimonio pueda ayudar. También los entrecruzamientos telefónicos. En toda esta madeja, la punta de Skanska es la más clara, contundente, aunque traten de disolverla con el argumento de los gerentes infieles.”
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