EL PAíS
› OPINION
¡Fuera el ciudadano!
› Por Raúl Kollmann
La UCR y el menemismo están poniendo en marcha una ofensiva para que no haya internas abiertas en la Argentina. Los seguidores del ex presidente lo dicen con todas las letras –”en estos términos no se pueden hacer las internas”–, y la base de todo es que saben que muchos independientes van a votar en la elección del PJ contra Carlos Menem. Quieren las internas al viejo estilo: organizadas por el PJ y sólo con afiliados del partido.
El radicalismo está en una línea parecida: dicen que los aparatos de otros partidos van a intervenir en la elección de la UCR, especialmente en el interior, volcando alguna interna a gobernador a favor de uno u otro candidato radical. “Por ahí con el voto de quinientos peronistas nos instalan un candidato malo al que después será fácil ganarle”, argumentan.
La supuesta solución al problema es que en cada partido sólo puedan votar los afiliados a esa fuerza y los independientes, o sea los que no están afiliados a ningún partido. Ello supone, por ejemplo, elaborar 50 padrones distintos en la provincia de Buenos Aires para los 50 partidos que existen: al partido A se le dará un padrón en el que figuran sus afiliados, más los no afiliados a los otros 49 partidos; al partido B se le dará el padrón de sus afiliados, más el padrón de los que no están en el partido A ni en los 48 partidos restantes, y así sucesivamente.
La Justicia electoral dice que es imposible hacerlo para la fecha de la interna y, además, revela que hay diez provincias donde el padrón prácticamente no existe. A esto hay que agregar que todas las nóminas de afiliados son infladas y los padrones están llenos de falsedades.
Si, como dice la Justicia electoral, el trabajo es imposible de hacer, el siguiente paso está cantado: hay que hacer las internas al viejo estilo. Queda suspendida por ahora la mínima reforma que se hizo, nada de gente común votando en las internas, nada de gente común interviniendo en la vida interna de los partidos. Después, para la próxima elección, ya hablaremos.
El saldo también es obvio: todo el poder al aparato partidario y a quienes tienen dinero para ganarse a los punteros, los concejales, los intendentes, los que van a poner los fondos robados con la corrupción para pagar a los micros y taxis que llevan a la gente a votar. Es cierto que en una interna abierta también pesan los aparatos, pero la diferencia es que abre la puerta para el que quiere ir a votar solito, sin que lo lleven de la nariz y metiendo en la urna la boleta del que se le da la gana.
Desde hoy mismo veremos a los enviados de Menem interponiendo recursos ante los jueces y no faltarán los magistrados en deuda con el riojano y que podrían hacerle el favor de trabar todo. Desde otro ángulo, la UCR hará presentaciones similares. La consigna es volver a las viejas internas: vade retro ciudadano común.