EL PAíS
› LOS CREDITOS NO PESIFICADOS SE COBRARAN EN DOLARES A LA COTIZACION DE MERCADO
La casa y el auto se pagan al dólar libre
El Banco Central decidió que los créditos que superen los topes establecidos para la pesificación se paguen al cambio de mercado, ayer a 1,70. También resolvió un recorte del 33 por ciento en las tasas y una extensión de hasta el 30 por ciento en los plazos para mantener el valor en pesos de la cuota.
› Por Claudio Zlotnik
El Gobierno restringió aún más la pesificación de los créditos. A través de una resolución emitida anoche, el Banco Central dispuso que si una persona tiene una deuda superior a los 100 mil dólares, sumando los créditos hipotecario, personal y prendario, no podrá acogerse a la pesificación en la relación uno a uno de la convertibilidad. Y deberá comprar los dólares para pagar la cuota en el mercado libre de cambio. Ayer, la divisa cerró a 1,70 peso en el mercado libre, 30 centavos más que la cotización oficial. Como una compensación parcial, el Central habilitó una prórroga en los plazos de la deuda del 10 al 30 por ciento, según las cuotas pendientes, y una rebaja del 33 por ciento, como mínimo, en la tasa de interés.
La nueva resolución oficial fue a pedir de los bancos. Muestra de la dura pelea generada en el oficialismo es que la circular del Banco Central recién se conoció a las nueve y media de la noche. Hasta ese momento hubo dudas en el seno del Gobierno debido al impacto político negativo que la norma tendrá entre la población.
Para comprender los alcances de la flamante medida, valga un ejemplo. Si hasta ahora una misma persona había sacado un crédito hipotecario por 90 mil dólares y un préstamo prendario para adquirir un auto por 14 mil, el saldo de esa deuda iba a ser pasado a pesos a una relación uno a uno con el dólar. Desde anoche, el panorama cambió en forma radical. Ya ahora esa persona adeuda dólares que deberá adquirir en el mercado libre. Esto es así porque, si bien tanto el crédito hipotecario como el prendario se encuentran por debajo de los límites permitidos para la pesificación uno a uno (100 mil y 15 mil respectivamente), la nueva regla señala que la pesificación uno a uno se cortará a los 100 mil dólares de deuda global. Es decir, sumando los pasivos que se tengan por los créditos hipotecarios, prendarios, personales, la refacción de la vivienda o la compra de vehículos pesados.
En el ejemplo, como la persona tomó deuda por un total de 104 mil dólares (90 mil hipotecario más 14 mil por la compra del vehículo), el remanente deberá abonarlo en dólares. No le alcanzará la pesificación uno a uno porque en su momento se endeudó a más de 100 mil, no importa el saldo que todavía le quede por pagar. De esta sumatoria quedan excluidas los descubiertos en cuentas corrientes en dólares.
Este cambio en la normativa traerá dolores de cabeza. Tomando el mismo caso, antes de la devaluación la persona se había endeudado en 104.000 dólares. Suponiendo que todavía no pagó ninguna cuota porque el inmueble y el auto los adquirió hace menos de un mes, ahora debe 176.800 pesos. Un 70 por ciento más. Mientras, en el mejor de los casos, el salario se le mantuvo estable.
Para evitar que la cuota se incremente en un 70 por ciento, el Banco Central introdujo compensaciones. Extendió entre 10 y 30 por ciento los plazos del vencimiento de la deuda y abarató un 33 por ciento las tasas de interés, en ambos casos “como mínimo”. De esa manera, el organismo rector busca que la nueva cuota sea similar a la que venía pagando el deudor. Pero sólo la primera. La diferencia es que ahora, como aumentó el dólar, los plazos de su deuda se han estirado y terminará pagándole al banco más dinero del planeado al decidir las compras. La rebaja de la tasa de interés se eliminará cuando el deudor se atrasa en el pago de una cuota. Y recién volverá a contar con el beneficio cuando se ponga al día.
Está claro que con la nueva resolución, quien se endeudó pensando que hacía progresos salió perdiendo: ahora debe mucho más que antes. Distinta suerte corrió el banco, al que el Gobierno le otorgó un seguro de cambio: de ahora en más, las cuotas quedaron atadas a la suerte del dólar libre. En caso de una disparada del dólar, quedarían dos opciones: que la cuota se engruese en la misma proporción o que se vuelvan a estirar los plazos de la deuda. Una tercera opción, que sólo el tiempo dirá si ocurre, es queen caso de una corrida en contra del peso, la gente deje de pagar sus cuentas.
Con el correr de los días, la prometida pesificación uno a uno de los créditos se fue diluyendo. Primero, el Gobierno anunció que se aplicaría para todos los préstamos de hasta 100 mil dólares. La semana pasada ocurrió el primer gran cambio: se establecieron límites ya no sólo para los créditos hipotecarios sino además para los prendarios, los personales y aquellos entregados para la refacción de la vivienda. La restricción anunciada anoche no hace más que volver a poner sobre el tapete la dura pelea entre los bancos y el Gobierno tras la devaluación.
Los financistas se resisten a ser ellos quienes paguen los costos de la salida de la convertibilidad. Desde que Eduardo Duhalde prometió que se respetaría la moneda en que fueron originados los depósitos, las entidades financieras vienen pugnando por una recomposición por el lado de sus activos (el dinero que le deben). La medida de anoche va en esa dirección. Lo que queda saber es si podrá ser digerida por una sociedad demasiado golpeada.
De acuerdo con la Comunicación “A” 3433 emitida anoche por el Banco Central, la reestructuración de los saldos al 10 de enero último por créditos en dólares superiores en su origen a los 10 mil dólares en el caso de los préstamos personales, a 15 mil en los prendarios, a 30 mil en los hipotecarios destinados a refacción de vivienda familiar y a 100 mil dólares los hipotecarios por compra de vivienda familiar única, se adaptará a las siguientes pautas:
- Plazo de vencimiento. Se extenderá la cantidad de cuotas remanentes en un mínimo del 30 por ciento cuando reste menos de un año para su cancelación (por ejemplo, si faltan 10 cuotas, se llevarán a 13); en no menos del 20 por ciento cuando falte para finalizar entre uno y cinco años (por ejemplo, de 20 cuotas se iría a 24), y en un mínimo del 10 por ciento cuando resten más de cinco años de plazo para terminar (por ejemplo, si faltan 70 cuotas, se llevarían a 77).
- Tasa de interés. Se reducirá como mínimo un 33 por ciento (la tercera parte) la tasa pactada originalmente (un crédito al 24 por ciento, por ejemplo, pasaría a pagar una tasa del 16 por ciento). Pero en el caso de atrasos superiores a los 31 días en el pago de una cuota, la misma se recalculará a la tasa de interés original. A su regularización, el cliente volverá a pagar la tasa reducida.
Según establece la norma, “el objetivo de la reestructuración es lograr que el importe de las cuotas resultantes alcance un nivel similar al equivalente en pesos de las cuotas definidas según las condiciones originalmente pactadas”. Es decir, que no difieran de su valor en pesos antes de la devaluación.
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