A pocos días de que se cumplan nueve meses de la desaparición de Julio López, el testigo que declaró contra el represor Miguel Etchecolatz, los querellantes pidieron una serie de medidas: la difusión pública de los identikits de las dos personas que arrojaron un cadáver calcinado en Punta Lara, dos días después de la desaparición del albañil, según denunciaron dos testigos, y que las muestras de ADN extraídas del cadáver y las correspondientes a López sean nuevamente analizadas en el Hospital Durand, debido a que el estudio fue realizado en dependencias policiales y no confían en las fuerzas de seguridad. En el expediente se levantó el secreto de sumario. “La causa no está paralizada pero tiene un avance lento que no responde a una hipótesis, sino que parece una búsqueda a ciegas”, opinó Guadalupe Godoy, representante de López en el juicio que condenó a Etchecolatz, luego de haber tomado contacto de nuevo con el expediente. El secreto que había impuesto Corazza al caso sugería que había una pista fuerte que estaba siendo trabajada. Pero la abogada descartó que haya encontrado novedades de importancia.
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