Vie 09.08.2002

EL PAíS  › OPINION

Modestos e invisibles

› Por Martín Granovsky

El Gobierno argentino es tan modesto que ningún funcionario quiere adjudicarse el éxito internacional de los últimos tiempos. Dos ejemplos:
u El secretario del Tesoro, Paul O’Neill, dio como un futuro razonable un acuerdo argentino con el Fondo Monetario en seis o siete semanas. Es verdad que no habrá fondos frescos, pero el éxito es que O’Neill podría bendecir a la Argentina y así el país evitará una cesación de pagos con los organismos internacionales.
u Brasil obtuvo 30 mil millones de dólares y Uruguay una cifra más modesta, pero a su escala, de 1500 millones. El problema con esa ayuda externa es que llega con condiciones insoportables. En el caso brasileño, el ajuste limita las chances de crecimiento. En el caso uruguayo, un Plan Bonex a la oriental ata los movimientos de la banca pública. El éxito argentino es que, al evitar la ayuda externa, zafó de las condicionalidades.
El primer modesto es el canciller Carlos Ruckauf. Nadie lo escuchó enorgullecerse de los logros de su propio gobierno a pesar de que es el jefe de la diplomacia.
El segundo ejemplo de desprendimiento político es el embajador en los Estados Unidos, Diego Guelar. También calló.
Un dato interesante es que ambos parecieron coordinar su estrategia aunque no tienen relación alguna. Ruckauf y Guelar no mantienen ningún tipo de comunicación sustancial, cosa que también sucede entre Guelar y Duhalde. Entre el Presidente y el canciller, en cambio, que según Ruckauf acaban de salvarse juntos de las bombas en Colombia, la convivencia es excelente, tanto que dentro del Gobierno el ministro se declara neutral cuando habla de la embajada argentina en Washington.
En otras palabras: en el peor momento histórico de la Argentina, cuando el país necesitaría una diplomacia más activa, varios de los protagonistas se mueven como entes autónomos. Ruckauf, por ejemplo, no desplegó ninguna creatividad en la relación con los Estados Unidos. Tampoco diseñó una estrategia hacia Brasil, que debiera ser el principal socio político de la Argentina, ni apareció en primer plano coordinando con su colega Celso Lafer una iniciativa fuerte para discutir una posición común frente al Area de Libre Comercio de las Américas.
En cuanto a Guelar, si vuelve a Washington será un embajador virtual. Nadie importante en la capital norteamericana mantendrá con él otra cosa que una charla de amigos después de tomar nota de que el Presidente Eduardo Duhalde lo sacó de la entrevista con O’Neill.

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