EL PAíS › KIRCHNER CONFIRMO LA CANDIDATURA DE CRISTINA
El Presidente les pidió a los gobernadores K que erijan formalmente a Julio Cobos como compañero de la senadora para lanzar la fórmula en los próximos días. Alberto Fernández será el jefe de campaña. Las Generalas ya hacen proselitismo.
› Por Diego Schurman
–Ahora ustedes tienen que llamar a un congreso y nombrar al compañero de Cristina.
Néstor Kirchner lucía ansioso. No habían pasado 24 horas de la holgada derrota porteña ante Mauricio Macri, cuando reunió a los gobernadores K. Fue entonces cuando les acercó dos novedades: 1) la fórmula presidencial se anunciará en el transcurso de este mismo mes. 2) Alberto Fernández será el jefe de la campaña.
Los destinatarios de la noticia fueron los mandatarios Julio Cobos (Mendoza); Gerardo Zamora (Santiago del Estero); Arturo Colombi (Corrientes) y Miguel Saiz (Río Negro). Junto al catamarqueño Eduardo Brizuela del Moral, ese día ausente con aviso, son el corazón de lo que se ha dado en llamar la concertación plural.
Cobos salió del encuentro con el pecho inflado. Y hasta se regodeó diciendo que el binomio ya estaba definido, sin reparar en que Kirchner sigue jugando públicamente al enigma de “pingüino o pingüina”. Por eso el mendocino debió volver sobre sus pasos y recluirse en el silencio temeroso de que la actitud pudiera considerarse irremisible en la Casa Rosada.
El gobernador, el único de sus pares K que no reelige, sabe que será encumbrado como compañero de fórmula de Cristina. Pero durante la reunión, el Presidente le encomendó formalizar los pasos. Así, el mendocino deberá ser consagrado como candidato a vicepresidente durante un congreso del la Concertación Cívica y Plural.
“Néstor no quiere aparecer diciendo ‘éste es el candidato’. Prefiere que ellos se junten y sean ellos mismos los que decidan que tal o cual persona es el elegido, aunque todos sabemos que el elegido es Cobos”, admitió un funcionario oficial que sabe hacer lucir sus oropeles.
Con un sello propio, los radicales K se sumarán al Frente para la Victoria sin comprometer al resto de los dirigentes de la UCR, que adhieren a otros candidatos presidenciales, como Ricardo López Murhpy y Elisa Carrió, pero sobre todo a Roberto Lavagna, con quien ha comulgado la conducción partidaria.
–Ustedes hagan el congreso y hablen la semana que viene con Alberto, que él se va a encargar de la campaña. El va a tener novedades para ustedes –fue el textual de Kirchner al promediar el encuentro del último lunes.
Alberto es Alberto Fernández. Y aunque ha sufrido una sucesión de traspiés como estratega (las derrotas porteñas de Rafael Bielsa y Daniel Filmus, o el grotesco salto de Lorenzo Borocotó a las filas K, por poner algunos ejemplos), Kirchner lo considera una suerte de miriñaque de la locomotora oficial.
La interna del PJ
La omnipresencia del jefe de Gabinete, y su rol central en la campaña en cierne, parece llevar un mensaje implícito hacia la interna oficial. Julio De Vido, al igual que el entramado del peronismo ortodoxo, hubiesen preferido la reelección de Kirchner. El ministro de Planificación ve en el Presidente una facultad que no le asigna a Cristina: la de contener al aparato justicialista. Es, al fin, otro de los tantos tópicos en los que no coinciden Fernández y De Vido.
Las dudas intrapartidarias tienen asidero. La lógica peronista, la de la búsqueda permanente del poder, se aplicó cartesianamente al día siguiente de las elecciones porteñas y fueguinas. Al pispear que Kirchner resignaba cuotas de liderazgo en dos distritos emblemáticos, uno por peso y repercusión nacional, el otro por la cercanía territorial a su pago chico, el PJ salió al acecho.
Ramón Puerta alentó el armado de un frente anti-K. Carlos Menem duplicó la apuesta: además de su perenne candidatura presidencial sumó la de aspirante a gobernador de La Rioja. Y Eduardo Duhalde –ahora en yunta con Adolfo Rodríguez Saá– terminó con su ostracismo para decirle a Kirchner que, fracasos electorales a la vista, debería replantearse esto de andar postulando a Cristina.
Nada nuevo bajo el sol. A la primera dama la emparientan con “la institucionalidad”, algo a lo que el PJ no ha sido muy afecto. Pero es rebatible aquella supuesta distancia que su prédica transversal provoca con la dirigencia tradicional del peronismo. La primera dama no ha trepidado en retratarse con figuras del conurbano. El intendente de José C. Paz, Mario Ishii, puede dar fe de ello.
Cristina no mide como Kirchner. Pero un primer vistazo da cuenta de una ventaja determinante: la voraz competencia entre sus detractores para decidir quién es el jefe de la oposición. Macri prometió quedarse en la ciudad, y su aliado López Murphy no ahorra críticas a Lavagna. Ayer mismo lo responsabilizó de la crisis energética.
En ese afán de partir el escenario electoral entre derechas e izquierdas, el Gobierno buscó capitalizar la foto con Fabiana Ríos. La gobernadora electa de Tierra del Fuego venció a dos candidatos alentados por el kirchnerismo, pero se retrató con Kirchner antes que con Carrió. Puede haber una inclinación maniquea en la Casa Rosada, que se regodeó en resaltar la diferencia de perfil entre la farmacéutica y la líder del ARI. Pero aquella aventó fantasmas de cooptación y dejó en claro que milita con ésta, más allá de sus personalidades.
Siete, nueve, veintiséis
Fernández fue de los que pregonaron la idea de lanzar a Cristina lo más tarde posible. Una manera de protegerla de una coyuntura con sobresaltos para el Gobierno, como los que produce la crisis energética y la magra performance electoral capitalina. “¿Para qué vamos a exponerla tan rápido? ¿Para que salgan a matarla?”, preguntaba retóricamente en su lenguaje acerbo.
Pero la velocidad con la que la oposición ha salido al ruedo encendió luces de alarma en la Rosada. Y se congenió abroquelar sin demoras a todo el kirchnerismo. El Presidente no quiere dejar margen para que se repitan especulaciones –aun motivadas por operaciones políticas– como la que involucró a Daniel Scioli dando un salto a la oposición.
En ese sentido, hablar ante los socios radicales de “Cristina Presidente, y de una presentación en sociedad en julio abona algunas certezas entre tantas dudas. Todavía hay una ruleta con el día exacto del lanzamiento. Cobos ofreció un rango de dos semanas. O sea antes del 15 de este mes.
Los cabuleros hicieron circular la fecha del 7 de julio. Ese día, pero del 2005, Cristina se presentó como candidata a senadora bonaerense en el Teatro Argentino de La Plata. Y rompió lanzas con Duhalde con aquella recordada alusión a El Padrino, la película de Francis Ford Coppola.
Podría ser días después, al inicio del Congreso de Filosofía, que se desarrollará en San Juan. El Gobierno no está convencido de que ese sea el mejor escenario para presentar el binomio. En cambio, no descarta el 26 de julio, aniversario de la muerte de Eva Perón. Sería una señal hacia el justicialismo, y sobre todo hacia varios de los dirigentes de ese partido que buscan un aspirante alternativo a Cristina.
Está claro que sea cual fuere la fecha, además de los mandatarios provinciales, sobre la tabla de la concertación plural barrenará un grupo de intendentes emblemáticos de la concertación plural como Gustavo Posse, de San Isidro; Enrique “Japonés” García, de Vicente López, y Daniel Katz, de Mar del Plata.
Quienes están trabajando sigilosamente por la candidatura de Cristina son Las Generalas. Se trata de un grupo de mujeres que sumaron voluntades cuando la primera dama fue por la senaduría bonaerense. Una de ellas, Patricia Vaca Narvaja, hace tiempo regala un acertijo para chicos de primaria. “La fórmula K tiene aroma de mujer”, dice sobre una decisión que ya sabe resuelta (ver aparte). El diputado Carlos Kunkel, otra punta de lanza de la pareja presidencial, prefiere ir al grano. Hace días que afirma que Cristina será la elegida.
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