Fue frente al ex Batallón de Municiones 601, en Los Polvorines, donde funcionó El Cilindro. El intendente de Malvinas Argentinas, Jesús Cariglino, usó el lugar para construir una nueva municipalidad.
› Por Adriana Meyer
“Nunca Más en Malvinas Argentinas”, rezaba una de las pancartas que sostenían los manifestantes, desafiando tanto a los guardias como al intenso frío de la mañana. Fueron más de 400 los militantes que protestaron el jueves 28 frente al ex Batallón de Municiones 601, en Los Polvorines, donde funcionó el centro clandestino de detención El Cilindro, porque allí el intendente Jesús Cariglino construyó un nuevo edificio municipal, desoyendo las quejas de la oposición y de los organismos de derechos humanos que calificaron este emprendimiento como “una afrenta a la memoria”. “Todos los malvinenses sabemos que aquí se torturó y la comisión que nombró el intendente para investigar el caso, a pesar de que tanto en la Conadep como en el CELS existe documentación y testimonios sobre este centro de detención, no entrevistó ni a los vecinos ni a los sobrevivientes”, expresó Nora Perazzone, consejera escolar, militante de derechos humanos y principal oradora del “escrache”.
Perazzone destacó que pidieron la intervención del concejal Luis Vivona, candidato a intendente por el Frente para la Victoria, para que interceda e intente que el edificio tenga “un destino mejor, que no lo disfruten los dirigentes sino que sea en beneficio de la gente”. En diálogo con Página/12, Vivona coincidió en que “debería ser una obra para el deporte, el esparcimiento o la salud, él (por Cariglino) ahí va a poner la municipalidad y va a tener un despacho de dos mil metros”. El concejal agregó que “acá se violan los derechos humanos todos los días, hoy es un edificio municipal sobre nuestros muertos, pero en lo cotidiano tampoco hay cloacas ni agua potable, las napas están contaminadas, las salitas de los barrios no tienen los insumos necesarios y la salud está arancelada”.
La movilización fue organizada por el Centro de Estudios Integrales Políticos (CEIP) y el Partido de los Trabajadores por los Derechos Humanos y contó con el apoyo de Juan José Arregui, coordinador del Centro de Recepción y Denuncia de Orientación Ciudadana, de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. Además de llevar consignas como “no al edificio municipal”, los manifestantes también se hicieron eco de otras demandas de los vecinos como “no a la salud privatizada”. En su mayoría eran mujeres, que dijeron haber visto a “gente de la municipalidad que pasaba por la zona de manera intimidante”.
El edificio cuestionado habría costado 26 millones de pesos y, según afirmó Vivona, se pagó con un crédito a diez años. Es una mole de cinco pisos, de doce mil metros cuadrados, que contrasta con las casas bajas del barrio. El predio de sesenta hectáreas, donde funcionó el Batallón de Municiones 601 durante la dictadura y que fue comprado por el municipio en 1997, está ubicado entre la Ruta 197, la calle Ingeniero Huergo y las vías del Ferrocarril Mitre, a cuatro cuadras de la estación Polvorines. En esa inmensa superficie el intendente planea levantar una “nueva ciudad” con una plaza, la jefatura de policía, los tribunales y hasta un lago artificial. “En doce años de gestión Cariglino sólo asfaltó 700 cuadras de las 10.300 que tiene el distrito”, se quejó Perazzone, quien cuestionó, además, que el nuevo edificio tenga forma cilíndrica. “Es una ofensa”, expresó.
Por su parte, el intendente expresó en un comunicado que “el sector de las sedes institucionales no está afectado a actividades militares desde hace 40 años”, y que “el municipio destinó un edificio de la vieja guarnición a la creación de un espacio para la Memoria, la Verdad y la Justicia”.
Según la Conadep (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas), El Cilindro fue un centro de “distribución”. Los prisioneros permanecían allí unos días para ser alojados luego en comisarías o en otros centros de detención. Hay pocos testimonios porque casi no hubo sobrevivientes, pero un testigo que declaró ante la Conadep afirmó que en una de las celdas había encontrado la leyenda “Dios mío, ayúdame”. En el informe Nunca Más ese centro fue descripto como “un recinto muy grande, con techo de chapa a dos aguas, con un cilindro de hierro de 80 centímetros de altura, del cual salían cadenas en forma radiada, en las que permanecía engrillada una persona cada metro, en dos sentidos”. Empleados municipales le habrían confesado a una sobreviviente de ese centro clandestino el hallazgo de restos humanos cuando comenzaron las excavaciones para la obra municipal.
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