“Una mala lectura de la realidad puede conducir a errores en los hechos. Nuestro pasado siglo XX habla por sí solo de hasta qué punto puede degradarse la dignidad de la persona humana”, sentenció monseñor Pedro Candia, vicario general a cargo del obispado castrense, en una clara intención de diferenciarse de monseñor Antonio Baseotto, a quien reemplaza desde su jubilación el pasado 15 de mayo.

En las “jornadas sobre los valores de la profesión militar” organizada por el Ministerio de Defensa, el Instituto Interamericano de Derechos Humanos (IIDH) y la Armada Argentina, Candia también expresó que “la Armada desde su creación ha sostenido muchos valores: el de la verdad, la justicia, la honestidad, la libertad, la dignidad humana, la humildad”.

Luego de argumentar que “el ámbito militar es un reflejo de las actitudes, principios y valores de la sociedad a la que pertenece”, el obispo sostuvo que “no se puede diluir la responsabilidad personal basándose en incidencias de tiempo y de lugar. Diluirse en un todo anónimo es la actitud de un niño cuando dice que él no fue y se lava las manos”.

Candia, a cargo de lo que es la mayor diócesis del país, fue oficial del Ejército y tras el levantamiento carapintada pidió la baja para enrolarse como seminarista. Cursó las carreras de Filosofía y Teología en el Seminario Mayor de la Diócesis de San Rafael. Sobre la Iglesia afirmó que no ha dudado en convocar a “todos los obispos de América latina y los ministros de otras profesiones religiosas para plantearse aquello que debería corregir y aquellas actitudes que se esperan de ella”.

En su única referencia histórica precisa tomó como ejemplo el mito del “superhombre” de Nietzsche para advertir que si no se les presta atención a estos errores “pueden avanzar hasta la aberración del nazismo, la superioridad de raza como justificación de la exclusión y el exterminio de quienes no pertenecen a ella”.

En un proceso que, según voces de la diócesis, es muy largo y puede tardar hasta dos años, se espera que el Papa, Joseph Ratzinger, postule desde el Vaticano a un nombre que, tras la aprobación del presidente Néstor Kirchner, pueda ocupar el cargo que supo tener Baseotto. Mientras tanto, en la Cámara alta descansa un proyecto del oficialismo para eliminar el obispado castrense.