Vie 06.07.2007

EL PAíS  › KIRCHNER LLAMO A LULA PARA INTERCEDER EN SU PELEA CON CHAVEZ

Paños fríos para un Mercosur hot

Luego de los cruces entre Chávez y Lula, Kirchner reveló que llamó al presidente brasileño para pedirle que “le allane el camino” al ingreso de Venezuela al Mercosur. En el gobierno argentino ven que el conflicto “está inflado” por los venezolanos.

“Fuimos cinco mosqueteros y Kirchner hizo de D’Artagnan”, relató cosa de año y medio atrás el venezolano Hugo Chávez luego de la Cumbre de las Américas de Mar del Plata, donde los presidentes del Mercosur se unieron para enfrentar la avanzada pro ALCA que encabezó George Bush en persona. Aquellas jornadas dieron el puntapié al inicio de un bloque regional revitalizado, con Venezuela interesada por integrarlo como miembro pleno y activo. Pero las dificultades de los últimos días, con Chávez y Luiz Inácio Lula da Silva cruzándose acusaciones en público, preanunciaban un fin abrupto para la breve primavera. Pero Kirchner –no ya en el papel del aguerrido D’Artagnan sino en el del sereno cardenal Samoré– contó ayer que había llamado a Lula para pedirle que facilite el ingreso al bloque a Venezuela que aún debe pasar el filtro del Congreso brasileño. Ahora habrá que esperar los resultados de la movida.

“Hoy le dije a Lula que hay que allanarle el camino a Venezuela para que pueda ser parte activa del Mercosur junto a la Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y los países asociados”, reveló Kirchner durante un acto en La Plata, que nada tenía que ver con la cuestión, pero que le sirvió para hacer pública su intención de poner paños fríos.

Los cruces entre Chávez y Brasil arrancaron semanas atrás cuando el Senado brasileño criticó al presidente venezolano y pidió que reconsiderada su decisión de no renovar la licencia al canal de televisión opositor RCTV. En uno de sus arranques, Chávez calificó a los senadores brasileños de “loros” que repetían lo que les decían desde Washington.

La tensión se agravó el fin de semana pasado cuando Chávez faltó por primera vez a una cumbre del Mercosur. La cita coincidía con su gira a Rusia, Bielorrusia e Irán, pero Chávez dejó en claro que la ausencia no se debía a la superposición, sino porque no le interesaba participar del “viejo Mercosur”. De vuelta de su gira, el venezolano dio plazo “hasta septiembre” a los parlamentos de Brasil y Paraguay para que aprueben el ingreso de su país al bloque –los de Argentina y Uruguay ya lo hicieron–, porque “no tiene razón política ni moral para no hacerlo”. Y deslizó la posibilidad de que Venezuela volviera a la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y entró en una pelea verbal con el canciller brasileño Celso Amorim para ver quién se debía disculpar con quién a propósito del enfrentamiento con los senadores con asiento en Brasilia.

En este caldo ya espeso, Lula le echó sal. Desde Lisboa, donde participó de una cumbre con la Unión Europea que finalizó ayer (ver página 17), el presidente brasileño le lanzó a Chávez que “si no quiere quedarse, que no se quede. Para entrar al bloque hay que cumplir reglas, para salir no es preciso”.

Así las cosas, el panorama para el Mercosur se presentaba aun más oscuro que en el peor momento del enfrentamiento entre Argentina y Uruguay por la cuestión de las papeleras. Al menos, en público, Kirchner y Tabaré Vázquez siempre trataron de cuidar las formas y si les tocaba cruzarse en una cumbre, no faltaban. Pero, también es cierto, debieron acudir al rey de España para que designara un “facilitador” a fin de encaminar el entuerto. Desde ayer, Kirchner parece haber asumido una función parecida en el lío entre los viejos mosqueteros Chávez y Lula.

Las razones

En el gobierno no querían hablar de gestiones reservadas ni nada que fuera más allá de lo que había contado el Presidente. Pero se sabía que el titular de la comisión de representantes del Mercosur, Carlos “Chacho” Alvarez, había viajado a Venezuela. También que el vicecanciller Roberto García Moritán coincidió en un encuentro en Buenos Aires con su par brasileño Samuel Pinheiro Guimaraes. Los contactos se daban en varios niveles.

En el gobierno argentino no ocultaban el interés en que Venezuela permanezca en el Mercosur. A partir del ingreso de Chávez el bloque ganó en dinámica y tomó un perfil vinculado a la cuestión energética que le viene como anillo al dedo a las urgencias criollas. Las iniciativas “sureñas” con sello chavista –Banco del Sur, Bono del Sur, Gasoducto del Sur– son del agrado de Kirchner, por no hablar de la ayuda bolivariana en dinero fresco para salvar empresas como el Astillero Río Santiago o SanCor, o para comprar cantidades millonarias de Boden en momentos de ahogo.

Pero lo que veían en la Casa Rosada y alrededores era que Venezuela desde antes del entredicho ya no mostraba mucho interés en el bloque. En concreto, sostenían que desde que hace un año fue aprobado su ingreso como miembro pleno del Mercosur prácticamente no avanzó en los aspectos técnicos de la integración. Sobre todo –explicaban– en la adaptación de su economía al arancel externo común, el pilar del Mercosur.

“Hace tres años, cuando pidieron entrar al bloque, necesitaban protección política. Ahora, con el precio del barril de petróleo por las nubes, piensan que ya no la necesitan. Pero creemos que hacen un mal cálculo, y queremos convencerlos para que se queden”, argumentaba un funcionario argentino que en los últimos días estuvo en contacto con integrantes del staff chavista. En la visión argentina, Venezuela aprovechó para inflar el conflicto con el Senado brasileño y disimular que su ingreso al Mercosur ya no le parece un buen negocio, que tal vez no estaban tan mal como creían cuando formaban parte de la Comunidad Andina. “La derecha brasileña y los empresarios de San Pablo existen desde siempre. ¿Alguien puede creer que Venezuela no los conocía?”, argumentaban.

“El CAN y el ALBA son organismos muy chicos. A Venezuela le sirve pertenecer al Mercosur como carta de presentación en el mundo. A nosotros también: es un país importante de América del Sur y es mejor tenerlo adentro del bloque que afuera”, agregaba el funcionario mientras hacía lo posible por esconder las posibles gestiones que emprendería la Rosada: “Básicamente, queremos ayudar a que no se pudra todo”.

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