EL PAíS
› PARA PATRICIA BULLRICH, “DERECHA SUENA A RANCIO”
“Yo no me siento de derecha”
La ex ministra de De la Rúa explica por qué se siente tan incómoda formando alianza, cómo ve la “política de retazos” y dónde se para en la política. Y dice que no es de derecha...
› Por José Natanson
Además del centroizquierda de Elisa Carrió, el (o los) candidatos peronistas y el representante de los restos de la UCR, las elecciones de marzo prometen la presencia de un frente integrado por un conjunto de partidos, partiditos y dirigentes de centroderecha. Patricia Bullrich detesta que la encasillen, pero es uno de los referentes más notables de este espacio. En diálogo con Página/12, la ex ministra de la Alianza asegura que no avanzará en acuerdos puramente electorales, defiende la caducidad de los mandatos legislativos y reconoce coincidencias con Ricardo López Murphy.
–¿Por qué no se concreta la alianza con López Murphy y los partidos provinciales?
–El problema es que se ha planteado una construcción que no existe. Se dice que hay un espacio y ponen un montón de gente junta, pero ésa no es la cuestión. Hay que construir una nueva dirigencia, una nueva política, no una opción electoral. Si no se trabaja en eso, las opciones electorales van a terminar como la Alianza. Nosotros vamos a poner por encima de cualquier tema un programa: si coincidimos bien, y si no vamos a seguir con nuestro propio partido, con nuestros propios candidatos. En cada uno de los puntos vamos a avanzar sólo si hay acuerdo de fondo.
–¿Hay diferencias de fondo con López Murphy?
–No hemos tenido discusiones de fondo porque cada uno está construyendo su propio partido, pero en algunos temas hay muchas similitudes.
–¿Y con los partidos provinciales?
–Hemos tenido una reunión con (el gobernador de Neuquén, Jorge) Sobisch, que está creando el movimiento federal. Pero ni empezamos a discutir. A mí no me interesa el tema superestructural. Ya fui ministra, ya probé lo que se puede hacer si uno quiere cambiar y tiene al lado todo el poder que no quiere. Yo voy a construir un poder que quiera cambiar. No queremos construir un partido de alianzas superestructurales sino un partido de cambio. Y si no se da para la elección de marzo, mala suerte. –¿Por qué le molesta tanto que le digan que es de derecha?
–Porque yo no soy de derecha.
–Bueno, usted se fue del peronismo y formó una alianza con Gustavo Beliz, después integró el gobierno de la Alianza en su fase más conservadora, con Domingo Cavallo. Y ahora coincide con López Murphy.
–Pero no me siento de derecha. Yo me siento como alguien que piensa en una nueva política. Derecha es sinónimo de rancio, de intereses de una clase, al menos en la Argentina. No es que no quiero asumirlo, no soy de derecha. En la Argentina, además, los términos están trastrocados: qué es el peronismo. Es más corporativo que otra cosa.
–¿López Murphy es de derecha?
–Viene de un partido popular, de clase media, como es el radicalismo. Y tiene sólidas convicciones liberales en economía. Pero no al estilo Menem, que no era liberal sino corporativo. Lo que pasa es que los términos están confundidos.
–¿Cómo definiría entonces su proyecto?
–De centro, si lo queremos definir en términos tradicionales. Con reglas firmes: Europa tuvo reglas firmes y nadie dice que Francia es liberal porque aceptó Maastricht, que estableció que su déficit no puede ser superior al tres por ciento. Son reglas lógicas.
–¿Qué opina del debate por la renovación de los mandatos?
–Que hay que renovarlos todos. Están generando un país ingobernable para que parezca que los únicos que pueden manejarlo son aquellos dispuestos a negociar con la mafia. Van a hacer una interna maniatada. Nos obligan a presentar a la fórmula ahora para votarla en marzo.
–Alguien que escucha su discurso puede pensar que entonces hay que votar a Carrió.
–Puede ser. Ojalá encontremos puntos de acuerdo. Ahora, yo veo que Carrió construye un partido con retazos de distintos sectores y que le vaa pasar lo mismo que al resto. Esos retazos después van y piden poder. Además, cero que tiene un proyecto de desarrollo de país que no es real: dice cosas que no va a poder cumplir. Es el mismo camino de la Alianza.