EL PAíS › LOS PLANES DE CFK, DUHALDE Y KIRCHNER
Mientras CFK forma equipos y trabaja en salud pública y energía, Duhalde se reúne con políticos, gremialistas y empresarios con vistas al 29 de octubre. Prevé una pronta crisis de gobernabilidad y se ofrece como piloto de tormentas. El plan desestabilizador que no pudo aplicarle a Menem en 1996 y que acabó con De la Rúa cinco años después. Balestrini o Taiana completarían la fórmula bonaerense. El partido de cuadros que intentará formar Kirchner.
› Por Horacio Verbitsky
El ex senador Eduardo Duhalde, quien ocupó en forma interina el Poder Ejecutivo durante diecisiete meses en 2002/2003, se propone recuperar el control del aparato bonaerense a partir del 29 de octubre y desde allí capitalizar la crisis de gobernabilidad en la que cree que naufragará la presidencia de CFK. Así lo ha planteado en una serie de reuniones que mantuvo con dirigentes políticos, sindicales y empresariales. No es un plan original: lo concibió para Menem pero no pudo aplicárselo en 1996 y lo usó para acabar con De la Rúa en 2001.
La base de operaciones en la que confía son los históricos intendentes y ex intendentes del conurbano en los que sostuvo su poder durante la década pasada, tanto aquellos que en 2005 sostuvieron la candidatura al senado de su esposa, Hilda González de Duhalde, como aquellos que desertaron y acudieron en auxilio de la victoria de Cristina Fernández de Kirchner. Duhalde disiente con los demás dinosaurios del PJ que intentan enfrentar la candidatura oficialista en las elecciones presidenciales del 28 de octubre. El ex gobernador bonaerense cree que no hay posibilidades de éxito en las urnas, pero sostiene que el próximo gobierno no podrá afirmarse en el poder. Pero también está visitando municipios del interior de la provincia con el mismo propósito. Hace dos años, Kirchner sopesó dos riesgos simétricos: contaminarse por la proximidad o ser desestabilizado por la ruptura con ese dispositivo de poder y, en muchos casos, negocios. Cuando decidió enfrentar a Duhalde en los comicios legislativos de la provincia, la liga de intendentes se dividió. Algunos, como Alberto Balestrini, Alberto Descalzo, Mario Ishii o Julio Pereyra cruzaron las líneas duhaldistas y adhirieron a la candidatura de CFK. Otros, como Oscar Rodríguez, Manuel Quindimil, Juan José Mussi, Jorge Villaverde o Hugo Curto permanecieron en su lugar de siempre. La esposa presidencial casi triplicó los votos del Partido Justicialista, cuya campaña se hizo con la marcha cantada por Hugo del Carril, el tren que Perón usó en 1946 y las fotos con Evita. Pero en cuanto terminó el escrutinio comenzó la estampida hacia el campo vencedor, lo cual reprodujo el dilema previo. En aquellos municipios en los que se presentan candidaturas kirchneristas puras Duhalde ha planteado a sus interlocutores que no dividan las fuerzas en varias listas y que procuren llegar a acuerdos que impidan el desembarco adversario. “A partir del 29 de octubre vamos por todo”, repite en esas conversaciones. También da por descontada la bendición apostólica para su proyecto y recuerda el rol que el Episcopado jugó en los últimos meses del gobierno de la Alianza y en los que duró su propia administración.
Tiempo de revancha
El ex gobernador también se reúne con los sectores de la dirigencia sindical que comparten su aversión hacia Kirchner y, en especial, hacia Cristina Fernández. Entre quienes prestan oídos receptivos a sus murmuraciones está el secretario general de las 62 Organizaciones, Gerónimo Venegas, cuyo desprecio por la pareja presidencial no es un secreto que se preocupe por guardar. Venegas tuvo un papel definido en el traslado a la quinta de San Vicente de los restos del ex presidente Juan Perón, a quien ese sector levanta como un espantajo frente al kirchnerismo, en una remake de las pugnas del pasado entre la burocracia sindical retardataria y los jóvenes apresurados, según la nomenclatura de la época. Aquel proyecto de Duhalde fue financiado por el filántropo colombiano Francisco De Narváez. Kirchner se burló bautizando a sus promotores como Grupo Mausoleo, pero cuando las obras estuvieron terminadas, sólo consiguió disuadir la idea de un nuevo velorio de tres días en la CGT, que le parecía enfermiza y peligrosa. Perón ya fue velado en el Congreso, por el que desfilaron varios millones de personas. El revival sólo podía empobrecer aquel homenaje imponente. El trueque por una mera bendición a cargo del octogenario capellán Pesce, del Hospital Militar, y el remolque en un jeep de reciente fabricación argentino-brasileña, no bastaron para desmontar una bomba de tiempo que, por puro azar, estalló antes de que Kirchner saliera hacia allí. La batahola que se desató en la propia quinta antes de la llegada de la cureña con el féretro distrajo la atención de un episodio menos estruendoso pero de mayor significación política. Venegas y el taxista Omar Viviani se encargaron del operativo en San Vicente. El sector sindical molesto por las buenas relaciones de Kirchner con Hugo Moyano tuvo la idea de usar el cadáver de Perón para reeditar un 1º de mayo de 1974. El grito “Ni yanquis ni marxistas” fue cantado en la puerta de la CGT, donde Duhalde fue recibido con la mayor consideración. Ya entonces habían comenzado las presiones, que ahora se intensifican, para la reorganización y recaptura del Partido Justicialista. A la inspiración de este sector se deben también los carteles con la leyenda “No jodan con Perón”, que cubrieron pocas pero bien elegidas paredes cuando la justicia comenzó las investigaciones sobre la responsabilidad de la viuda del ex presidente en la organización del aparato criminal de la Triple A.
Agro e industria
Dentro de su agenda de contactos para desvalorizar la candidatura de Cristina e invitar a prepararse para cubrir un futuro vacío de poder, Duhalde ha incluido a empresarios y dirigentes de cámaras patronales, tanto de la industria como del agro, donde el estilo frontal de los Kirchner no cosecha simpatías pese a las ganancias extraordinarias que ambos sectores han contabilizado en los últimos cuatro años. Las dificultades energéticas (provocadas por el desfasaje entre el crecimiento del producto y el avance de las obras para aumentar la capacidad de producción y transporte de gas y de energía eléctrica) y la permanencia de las retenciones a las exportaciones de soja facilitan los diálogos de Duhalde. Los resultados macroeconómicos de este año seguirán siendo notables, pero estarán un escalón por debajo de los del trienio 2003/2006. También es posible una leve merma en la tasa de beneficios de las empresas. Uno de los mayores productores y exportadores de oleaginosas está considerando el lanzamiento de un nuevo diario, que intentaría ocupar el nicho de mercado en el que no consiguió afirmarse el semanario Perfil. En todos sus diálogos Duhalde se presenta como el autor de un modelo que Kirchner estaría desvirtuando. En esos encuentros el ex Senador insta a prepararse para situaciones críticas a partir del año próximo e insiste acerca de la falta de experiencia de CFK en la administración. Por cierto esta observación se aplica también a los demás candidatos. Ni Elisa Carrió, ni Ricardo López Murphy, ni Roberto Lavagna han ejercido el Poder Ejecutivo. Sólo Menem y Duhalde pueden mostrar experiencia en ese terreno, que no es lo mismo que éxitos. Pero el fastidio de Duhalde hacia Menem no ha disminuido ni siquiera por respeto a sus canas, de modo que su crítica a Cristina es al mismo tiempo un autoelogio.
Fantasmas
Duhalde envió sus representantes al Congreso fantasma que sesionó en San Luis, pero no cree que sea posible unificar posiciones y definir candidaturas para octubre. Su repetida afirmación de que se ha retirado de la política electiva lo inhibe de aceptar los convites de quienes quisieran que bajara la cabeza y la usara como ariete contra la Casa Rosada. Complacido de que lo consideren un estratega con la visión de largo alcance de los ajedrecistas cree que de llegarse a una grave crisis de gobernabilidad su nombre podría ser añorado como piloto de tormentas, que es otra de las metáforas con que gusta que lo llamen. El ex senador afirma que ese grupo carece de un candidato con algún atractivo electoral con el que enfrentar a CFK, y sostiene que una vez que ella asuma la presidencia su desgaste será rápido y abrirá otras perspectivas. Esto no significa que desdeñe el instrumento partidario. También él se propone la reorganización del Partido Justicialista pero no antes de las elecciones presidenciales. Kirchner no parece preocuparse por estos preparativos y se burla de aquellos colaboradores que le acercan informaciones y análisis al respecto. Su lectura es que las identidades partidarias como el justicialismo y el radicalismo son las almas en pena de cadáveres insepultos de los que no hay nada que temer. Las tres diferentes candidaturas que el Justicialismo presentó en 2003, la fragmentación de ambas fuerzas, que tienen representantes en todas las alternativas actuales, serían la demostración del agotamiento de un ciclo, que en el caso de los radicales duró más de un siglo y en el de los peronistas más de medio. Aun así, no está dispuesto a permitir que el sello y la liturgia partidaria queden en manos dispuestas a dañarlo. El esquema de una crisis política en la que los gobernantes electos deben ceder su sitio está inscripto en el código genético del peronismo posterior a 1973. Por eso y por los propios antecedentes de Duhalde el gobierno nacional no descarta que abrigue propósitos desestabilizadores, pero desdeña sus posibilidades de éxito. La actividad de Duhalde en los meses que corrieron desde las elecciones de octubre de 2001 hasta la muerte súbita del gobierno de la Alianza a fin de ese año es bien conocida. Menos se recuerda que ya había planificado un desenlace similar para Menem en 1996 (ver “Caída libre/ Duhalde quiere acortar el calvario y forzar una crisis que adelante las elecciones presidenciales”, Página/12, 20 de octubre de 1996). La insistencia de Kirchner en que los índices de inflación y las complicaciones energéticas son consecuencias del crecimiento constituye tanto una disculpa como una proyección. Ni las condiciones internas ni las externas hacen imaginable situaciones críticas como las que arrasaron con el gobierno de De la Rúa y favorecieron las aspiraciones presidenciales de Duhalde. Por primera vez en tres cuartos de siglo los términos del intercambio favorecen a la Argentina y nada parece indicar que la demanda asiática que lo explica vaya a detenerse en forma brusca, más allá de los oscilaciones que los ciclos económicos siempre implican.
Nombres y números
Pero además, dice una persona de diálogo habitual con el presidente, el desplome de De la Rúa y la entronización de Duhalde fueron posibles, más allá de la recesión y del malestar social, por el control del Congreso que entonces tenía el duhaldismo. El último presidente radical presentó la renuncia en cuanto el justicialismo se negó al diálogo y la reestructuración ministerial que proponía y anunció que promovería su juicio político. Ahora, en cambio, su representación parlamentaria es magra y quedará reducida al esqueleto en el próximo Congreso. Este año terminan su mandato aquellos miembros del entorno de Duhalde que fueron electos en 2003, como Alfredo Atanasof, José Díaz Bancalari, Carlos Rückauf, Juan José Alvarez, Oscar Rodríguez, Hugo Toledo, Graciela Camaño, Jorge Landau, el yerno Gustavo Ferri, la amiga Nélida Doga o Eduardo Camaño, y serán reemplazados por candidatos elegidos en las listas kirchneristas. El gobierno nacional calcula que tendrá unos 124 diputados propios, además de los aliados dispuestos a votar sus proyectos. Ha definido una política diferenciada para las elecciones de intendentes y de diputados. En aquellos municipios en los que diferentes aspirantes a gobernarlos se identifiquen con el gobierno, todos ellos podrán colgar sus listas de la boleta del Frente para la Victoria, que propondrá a CFK para la presidencia y a Daniel Scioli como gobernador. En cambio, habrá una sola lista de candidatos a diputados nacionales, de modo que quienes las integren deban negociar antes con los Kirchner. Resta definir quiénes serán sus integrantes, además del nombre del candidato a la vicegobernación. Al día de hoy esa nominación sólo tiene dos posibles ocupantes: el presidente de la Cámara de Diputados y ex intendente de La Matanza, Alberto Balestrini, y el canciller Jorge Taiana.
Proyectos
CFK está comenzando a interesarse por algunas cuestiones a las que se propone dedicar atención durante su hipotético gobierno. En primer lugar la cuestión energética, en la que está trabajando con el secretario de Obras Públicas José López y con el subsecretario de combustibles Cristian Folgar. De ahora a marzo de 2008 deberían concluirse obras ya iniciadas por valor de 22.000 millones de pesos, siete veces más de lo inaugurado desde 2003, y licitarse otras por 23.000 millones, metas muy ambiciosas que requerirán una programación poco coyunturalista. En Salud Pública sus asesores son el ministro correntino de Santa Cruz, Juan Carlos Nadalich, quien durante las gobernaciones de Kirchner construyó una red de hospitales públicos única en el país, y el subdirector del PAMI, Luciano De Cesari, con quien podría avanzar en la principal asignatura pendiente de la actual gestión, que es la producción pública de medicamentos. También está prestando atención a los sistemas educativo y judicial, aunque en estos terrenos todavía no hay equipos ni definiciones tan claros, más allá de la afinidad de la candidata con Daniel Filmus y su desinterés por Alberto Iribarne, quien no tendrá Paz si no cambia el Marco de su actuación.
Mientras Duhalde buscará recuperar el control de los restos de su aparato y utilizarlo para embestir contra ella, cuando deje la presidencia Kirchner intentará organizar una nueva estructura partidaria capaz de sostener a largo plazo el proyecto que con los apuros de la emergencia comenzó a poner en práctica el 25 de mayo de 2003. Tal como Cristina hizo al comenzar su gobierno, Kirchner desaparecerá de la escena política para permitir que su esposa ocupe en plenitud el centro del espacio. Ya tiene organizadas más de cuarenta conferencias en el exterior, que le ocuparán buena parte del primer año del próximo gobierno, dentro del mismo circuito internacional en el que se desplaza el ex presidente de los Estados Unidos Bill Clinton. De regreso tratará de trasplantar a la Argentina el modelo organizativo que aplican los grandes partidos españoles, de pocos cuadros con alta capacitación, que monitorean el desempeño del gobierno y se preparan para asumir la función en el futuro. Para ello ya ha establecido algunos contactos tendientes a obtener financiamiento de fundaciones europeas. Kirchner cree que bastará con 15.000 cuadros, de los cuales 12.000 deberían ser jóvenes que recién se incorporen a la política. Los cuatro millones de afiliados del “partido más grande de Occidente” podrían sumarse como adherentes.
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