Dom 15.07.2007

EL PAíS  › SCIOLI YA CONFRONTA CON MACRI

Bombitas de olor

El aspirante a gobernador bonaerense advirtió que, de ser electo, implementará una política ambiental que restringirá el ingreso a la provincia de la basura proveniente de la ciudad.

› Por Diego Schurman

Aunque ni siquiera ganó la elección, Daniel Scioli ya le está generando el primer dolor de cabeza a Mauricio Macri. El vicepresidente le advirtió al jefe de Gobierno porteño electo que no les abrirá las puertas de la provincia de Buenos Aires a las 5000 toneladas diarias de basura provenientes de la ciudad.

El candidato a gobernador bonaerense tiene decidido, en caso de acceder al cargo, la eliminación gradual de los basurales a cielo abierto, una de las consecuencias directas de la reformulación de la política ambiental que se propone para el distrito. “Nosotros no queremos ser el tacho de la basura de la ciudad. Y Macri nunca dijo en la campaña qué va a hacer al respecto. Por eso le advertimos que vaya pensando algo, porque no es PRO desentenderse del destino de los residuos”, ironizó Alberto Pérez, el principal operador político de la campaña de Scioli.

Las empresas de recolección de residuos depositan la basura porteña en tres rellenos sanitarios del conurbano bonaerense del Ceamse: el Camino del Buen Ayre, González Catán y Ensenada. Pero por una disposición judicial, los dos últimos cerrarán a fin de año. De esta manera, se producirá un cuello de botella, ya que el Camino del Buen Ayre no podrá responder por sí solo a las necesidades de la ciudad, a las que se suman las propias del conurbano. La basura no sólo contamina el aire, el suelo y el agua sino que además genera un enorme despilfarro de recursos. “El enterramiento masivo de los residuos no es un camino sustentable y debe emprenderse por fin un abandono de este sistema a través de un cronograma obligatorio que exija reducir la generación de residuos y aumentar la recuperación y el reciclaje”, reclama desde hace tiempo la organización de la sociedad civil Greenpeace.

En los últimos meses, Macri hizo alusiones genéricas sobre su política de desarrollo urbano. La página web del PRO esgrime un capítulo que aborda el plan de gobierno. Lo hace escuetamente, con las siguientes seis consignas de campaña: colocar contenedores en todas las esquinas; fuerte control y severas multas para aquellos que ponen la basura en la calle fuera del horario indicado; separación en origen y disposición de residuos; construir plantas separadoras de residuos, donde los recuperadores urbanos puedan hacer su trabajo en condiciones de salubridad, con barbijos, guantes, chaquetas identificatorias; integrar a los recuperadores a un sistema de recolección en donde estos trabajadores puedan acopiar los residuos domiciliarios que fueron previamente separados; realizar una campaña publicitaria de concientización para la separación de residuos.

Con la advertencia de cerrar las puertas de la provincia, que hizo conocer a través de Pérez, Scioli parece tensar la cuerda con el objetivo de iniciar negociaciones. Muy estilo K. Dicho en criollo, no es que se opone a recibir la totalidad de la basura porteña, pero sí rechaza la recepción de semejante caudal. El aspirante a gobernador procura que desde el mismo día de su eventual asunción, en diciembre, la ciudad empiece a cumplir con la Ley de Basura Cero que se votó por unanimidad en la legislatura porteña. La norma obliga al Gobierno de la ciudad a reducir progresivamente la disposición final de los residuos sólidos urbanos –que en la actualidad transporta a los rellenos sanitarios de la provincia– con el propósito de preservar el medio ambiente.

Scioli pone el acento en el capítulo XV de la ley. Es el que convoca al gobierno porteño a la firma de acuerdos interjuridiccionales “a fin de posibilitar la implementación de estrategias regionales”. El vicepresidente vería con buenos ojos la firma de un convenio que comprometiera públicamente a Macri a reducir la generación de residuos, como la separación selectiva, la recuperación y el reciclado de los mismos. Claro que para ello deberá esperar ser electo gobernador y que el líder del PRO tome posesión del cargo.

Hay algo seguro: de cumplir con la ley, el jefe de Gobierno porteño electo tendrá resuelto gran parte del problema que se le presenta con la provincia. La norma establece metas que conllevan de hecho a la disminución de la cantidad de deshechos a ser depositados en los rellenos sanitarios. El cronograma apunta a reducir en un 30 por ciento de desechos para el 2010, en un 50 por ciento para 2012 y en un siete por ciento para el 2017, tomando como base los niveles enviados al Ceamse durante el año 2004. La ley prohíbe para el año 2020 la disposición final de materiales tanto reciclables como aprovechables.

Scioli sabe que su dureza puede tener un efecto boomerang debido a la existencia de otros contrapuntos entre la provincia y la ciudad. Uno de ellos es la saturación de los hospitales porteños, precisamente por la atención que brindan a pobladores oriundos del conurbano. Por eso, el candidato kirchnerista tiene preparado su speech de campaña para responder a eventuales contraofensivas desde el otro lado de la General Paz. Por estas horas dice, por ejemplo, que pondrá énfasis en la creación de salas de atención primaria para descomprimir los hospitales y frenar las migraciones de bonaerenses hacia los centros asistenciales porteños.

Para ello –aseguró Pérez– se avanzará con un reordenamiento del Presupuesto y, además, se creará una Agencia de Inversión, símil a la que a nivel nacional maneja Beatriz Nofal. Scioli buscará así desarrollar la infraestructura del conurbano, invirtiendo en el mejoramiento de rutas (“no están a la altura de un país que crece”, suele decir), urbanizando villas y colocando redes de agua potable y cloacas.

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