Sáb 17.08.2002

EL PAíS

Los detalles del rapto, con policías incluidos, según el único detenido

José Pablo García le contó al juez que investiga el secuestro y asesinato de Diego Peralta que tres policías estaban en el lugar del hecho. Explicó que dos de ellos se lo llevaron y el sargento Giménez supervisó la escena. Aquí, lo verosímil y lo dudoso de ese relato.

› Por Carlos Rodríguez

José Pablo García, el único detenido por el secuestro y homicidio de Diego Peralta, dijo en su declaración judicial que vio a tres policías de El Jagüel presentes en el lugar en el que se produjo el rapto del joven, el 5 de julio pasado. García, que fue detenido el 2 de agosto, diez días antes de la aparición del cadáver de Diego, declaró ante el juez Carlos Ferreiro Pella que entre los policías se encontraba el sargento Miguel Angel Giménez, a quien ubicó sentado al volante de un auto “de color blanco” que estaba muy cerca del remise Peugeot 504 gris en el que iba Diego y que fue interceptado por un Senda de color rojo en la esquina de El Ceibo y Güiraldes, de esa localidad. Según el relato de García, que Página/12 conoció a través de su abogado Adrián Tenca, quien ayer lo visitó en el penal de Ezeiza, dos de los policías, ambos uniformados, bajaron del Senda y se llevaron a Diego. Luego el coche salió “arando” la calle por la velocidad que el conductor le imprimió al vehículo.
García le dijo a su abogado que ignora los nombres de los otros dos, pero que ambos, al igual que el sargento Giménez, pertenecen al Destacamento El Jagüel y que él “podría identificarlos porque los conoce de verlos por el barrio”, explicó Tenca. El abogado dijo que, según García, el juzgado nunca le pidió datos para confeccionar los identikits, aunque el jueves circuló una imagen atribuida a la Policía Federal sobre uno de los presuntos sospechosos. García dijo que además de los tres policías vio en el lugar a dos civiles que acompañaban a Giménez en el auto blanco. De acuerdo con el relato del único imputado, esos dos civiles serían “chorritos que trabajaban con la protección de Giménez”.
En el Senda, mientras los dos uniformados bajaban para llevarse a Diego, una tercera persona se quedó al volante. “Lo que dice García es que el coche blanco estaba cerca, como supervisando lo que mi defendido pensó primero que se trataba de un operativo de control vehicular, ya que vio bajar a dos policías uniformados, detener un auto y llevarse a uno de los ocupantes”, aseguró Tenca. De acuerdo con la versión conocida a través del letrado, el detenido “recién se enteró que había presenciado un secuestro cuando el caso apareció en la televisión”, el 29 de julio, pocos días antes de la detención de García. El único imputado mencionó también la presencia de otra persona: una mujer de unos 30 años que iba en bicicleta y que “aparentemente nada tuvo que ver con lo que pasó, pero que pudo haber sido testigo”, aclaró Tenca.
En este punto vale aclarar que la versión de García sobre el supuesto “operativo de control vehicular” coincide con la primera impresión que tuvo el remisero Fermín Amarilla, que ese día llevaba a Diego Peralta hacia la escuela privada El Jagüel. “Yo creí que era un operativo porque los que nos pararon eran dos hombres vestidos como policías y por eso lo primero que hice fue buscar los papeles del auto, que los llevaba en la visera, pero después me di cuenta que se trataba de otra cosa”, fue lo que contó a este diario el remisero Amarilla.
Al declarar ante la policía, el remisero habló de dos hombres “vestidos como policías”, pero en el acta figuró que eran “dos civiles vestidos de azul”. El remisero fue llamado a declarar por el juez Ferreiro Pella recién el 6 de agosto y al día siguiente hubo un careo entre Amarilla y el detenido García. Según contó el remisero a Página/12, “los dos coincidimos en todo lo que se refiere al modo en que se hizo el secuestro; los dos vimos prácticamente lo mismo”. La única diferencia notoria es que Amarilla nunca vio al coche blanco señalado por García. El jueves, el propio Giménez dijo que suele movilizarse en un Volkswagen Gol de color blanco.
En lo dicho por el remisero, salvo que se trate de una excusa que pone a pedido del juez de la causa, lo que llama la atención es que no haya podido identificar a ninguno de los dos supuestos policías. Amarilla sostuvo que ambos tenían “los típicos pantalones y pullóveres de la policía”, pero asegura que no les vio el rostro. Si realmente fueron dos hombres del Destacamento El Jagüel, es virtualmente imposible que Amarillano los haya identificado. Salvo que García mienta –algo probable– o que el remisero tenga miedo de hablar, lo que también es lógico que ocurra.
Tenca desmintió que García se haya “quebrado”, como dijeron las fuentes de la Federal. “Lo que dijo está en la causa desde el mismo día de su detención y después ya no dijo más nada”, recalcó el letrado, que ahora espera “el resultado de la pericia telefónica, que es lo único que incrimina a García”. El detenido volvió a declararse inocente y, sobre el llamado, le aseguró a su abogado que lo hizo “para brindar datos sobre lo que había visto, una vez que trascendió la noticia del secuestro”. García jura que “nunca pidió dinero a la familia”, mientras que Luis Peralta, el papá de Diego, dijo que sí le reclamó una recompensa.
Más allá de las dudas razonables sobre lo que declaró alguien que trata de salvar su pellejo, el relato de García podría confirmar la hipótesis que tienen los investigadores de la Federal, que habla sobre la existencia de una “banda mixta” formada por policías y delincuentes comunes. El propio presidente Eduardo Duhalde confirmó esa idea cuando comparó el caso Peralta con lo ocurrido con el fotógrafo José Luis Cabezas, asesinado por una banda integrada por civiles y uniformados.

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