Los precios de la verdura se han disparado, rompiendo los diques de la política de precios. Las heladas en el norte del país redujeron la producción y aumentaron el valor de la producción frutihortícola.
› Por Fernando Krakowiak
Las verduras están poniendo en jaque la política oficial de control de precios. Según los datos del Indec, en los últimos doce meses aumentaron 31,2 por ciento y para lo que queda del año se pronostican mayores incrementos, sobre todo en papa y tomate. En el Gobierno aseguran que es una consecuencia de las heladas que azotaron a varias provincias, pero las subas ya venían registrándose y lo que hizo el invierno fue agravar la situación. La Secretaría de Comercio intervino el Mercado Central a fines del año pasado con una metodología similar a la aplicada en Liniers para intentar contener el precio de la hacienda. Sin embargo, lo único que se logró hasta el momento es que los productores reduzcan los envíos y comiencen a comercializar por vías alternativas, sin que se haya avanzado sobre las distorsiones e ineficiencias existentes en la cadena frutihortícola.
En noviembre, Néstor Kirchner firmó el decreto 1597 a través del cual le encomendó a la Secretaría de Comercio el seguimiento de las acciones que desarrolle la Corporación del Mercado Central de Buenos Aires y su correspondencia con las políticas públicas oficiales. A partir de entonces, el secretario Guillermo Moreno desembarcó en el predio de La Matanza con la intención de ponerle freno a la suba de precios. Primero acordó rebajas con los principales productores, pero como no obtuvo los resultados esperados profundizó la intervención con listados de precios “sugeridos” que debían respetarse.
Este mercado concentrador es más complejo que el de Liniers para fiscalizar porque existen 840 puestos controlados por cerca de 500 operadores. Por lo tanto, al igual que en el caso de la carne, comenzaron a cerrarse operaciones paralelas por un monto mayor al oficial. Algunos lo hicieron dentro del mercado y otros se fueron a otras ferias de la provincia, como las de Beccar, Villa Dominico, Tres de Febrero, Quilmes, Lanús y Lomas de Zamora, donde existen menos controles sanitarios. Esta situación se evidenció con la disminución en los ingresos de frutas y verduras. En el primer semestre entraron al Mercado Central 53 mil kilos menos de fruta que en el mismo período del año anterior (-11,5 por ciento), y en el caso de las frutas la retracción fue de 24 mil kilos (-8,3 por ciento). En julio la tendencia se profundizó con una caída interanual de 10 por ciento en frutas y 12,2 en hortalizas.
Cerca de Moreno argumentan que, aunque los ingresos se hayan reducido, la intervención oficial en el Mercado cumplió el objetivo buscado porque todas las semanas la entidad publicita ofertas que operan como precio testigo. Sin embargo, sus detractores dentro del gobierno argumentaron ante Página/12 que esas ofertas representan sólo entre el 0,5 y el 0,8 por ciento de los ingresos semanales y por lo general están compuestas por material de descarte. Para explicar las recientes subas, ambas fuentes coinciden en que son producto del impacto excepcional provocado por las heladas, pero los que cuestionan la política de control de precios de Moreno agregan como causa las distorsiones e ineficiencias existentes en la cadena frutihortícola.
Este diario reveló el miércoles, por ejemplo, que en el Gobierno están preocupados por la escalada en el precio de la papa, un alimento central de la canasta alimentaria. En los primeros diez días de agosto la cantidad de toneladas ingresadas al Mercado Central se redujo casi 20 por ciento respecto del mismo período de 2006 y se prevé una mayor disminución en lo que resta del año, lo que provocaría nuevos aumentos de precio. Esta situación es consecuencia de la destrucción que provocaron las heladas en Córdoba y Mendoza, dos zonas que a partir de agosto comienzan a reemplazar al sudeste de la provincia de Buenos Aires como principales abastecedoras de la papa que se consume en Capital Federal y Gran Buenos Aires. Sin embargo, el alto precio también es consecuencia del margen de ganancia que obtienen los empresarios. Según estimaciones oficiales, a mediados del año pasado el costo de la papa puesta en el camión era de 0,24 centavos por kilo y el consumidor la terminaba pagando a 86 centavos, 258 por ciento más. La Secretaría de Comercio buscó recortar este margen interviniendo en el Mercado Central, pero los empresarios burlan los controles y los precios siguen subiendo.
Una situación similar se observa con el tomate redondo. En lo que va del año aumentó 16,5 por ciento, según el Indec, y se esperan mayores subas. Entre septiembre y noviembre la oferta en Buenos Aires es provista fundamentalmente por los envíos de Salta, Jujuy y Corrientes y en esas provincias gran parte de las plantaciones a campo abierto fueron destruidas por las heladas. Contra un clima tan adverso como el de las últimas semanas es difícil ofrecer resistencia, pero en la cadena de comercialización se vienen registrando altos márgenes desde hace tiempo que podrían ajustarse si se mejora la eficiencia en la cadena y se reducen algunas distorsiones de los operadores. Por ejemplo, el año pasado el productor recibía 67 centavos por el kilo de tomate que luego se vendía, según el Indec, a 1,88 en supermercados y verdulerías, 180 por ciento más.
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