EL PAíS › OPINION
La visibilidad no mejora a ningún candidato, regla que esta semana perjudicó a la oposición. Su diáspora y su sobreoferta contra la racionalidad instrumental. Un pato rengo dio marcha atrás. Macri hizo una designación de contragolpe. Y un vistazo sobre el superdomingo electoral en dos provincias clave.
› Por Mario Wainfeld
Ya restan menos de dos meses de campaña y puede aventurarse que predomina una regla: el que se hace visible, retrocede dos casilleros. En la semana que ya fue, se hicieron notorios Ricardo López Murphy y Elisa Carrió y consolidaron la tendencia. Sus devaneos de pareja terminaron sin confites y no mejoraron sus chances. Es verosímil que, con Lilita o sin ella, LM resigne una candidatura presidencial que, a la hora de la hora, no puede trascender el cuarto puesto, con viento a favor. Cuanto menos, la matizará apelando al rebusque habitual de partidos minoritarios: sincerar su talla medida y proponerse en una segunda boleta, para senador o diputado. Si no lo hiciera, melancólico será su futuro inmediato y contribuirá a diseminar el voto opositor.
El abanico de la oferta antikirchnerista contradice toda racionalidad instrumental resaltando la pobreza, la pereza y el personalismo que priman en ese conjunto. Carrió y López Murphy apelaron al ditirambo para explicar sus traspiés. La líder de la Coalición Cívica calificó como “históricas” las conversaciones con el emergente de Recrear, que reincidió en el autoelogio a su “desprendimiento”. Una forma entusiasta pero poco creíble de maquillar sus amagues para correrse de una candidatura que va en tren bala al abismo.
En un cuadro de preeminencia oficialista la oposición corre contra reloj para armar acuerdos meramente electorales. El Frepaso en 1995 y la Alianza en 1999 fueron, en términos comparativos, armados políticos más consistentes. Las masivas internas abiertas que dirimieron sus respectivas fórmulas, ejemplos de convocatoria y movilización irrepetibles hoy por muchos factores. Los hay exógenos o epocales pero la parte del león del desaguisado es la precariedad de la elite opositora.
Tras algunos escarceos quedan en pie un montón de listas que litigan entre sí soñando convocar al sesenta por ciento de los votos positivos. Su cantidad no asegura calidad, cinco presidenciables aluden a lo que queda de las identidades peronista y radical: Carrió, Roberto Lavagna, López Murphy, Alberto Rodríguez Saá, Jorge Sobisch. La izquierda propugna su propio archipiélago. En un sistema de ballottage imperfecto que incentiva la existencia de dos fuerzas con cabal ambición ganadora, tres como máximo, el diseño general parece urdido por los operadores del oficialismo.
En espejo, las conductas del Gobierno son el mejor acicate a las ilusiones de sus contrincantes. Entre ellos, el menos damnificado a fin de agosto fue Lavagna, sencillamente por no haber estado en el candelero.
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El patente fracaso del ABL: Mauricio Macri es otro beneficiario de la diáspora opositora. Claro que, para confirmar su condición de principal referente del sector, deberá aguardar a que transcurran las elecciones nacionales y la transición. En ese intervalo, su primacía sigue en latencia y le será duro hacerla patente.
Jorge Telerman, que trataba de facilitarle su desembarco con el aumento del ABL, dio marcha atrás. Fiel al espíritu de los tiempos, el jefe de Gobierno ensalzó su tentativa de imponer una medida inconsulta y poco estudiada: la justificó en términos generales como un tiro a favor de la equidad fiscal. El tiro fue más bien una ráfaga de metralleta disparada por un ciego: le faltaban precisiones, análisis de la casuística, precaución por las excepciones, un debate público que le sirviera de colchón. Esas necesidades imperiosas lo eran doblemente para un gobernante que llegó sin legitimidad de origen y que no pudo revalidarse en las urnas. Su impetuosidad, impropia de un pato rengo, terminó como debía terminar, en una comisión que nada podrá hacer antes de que termine su mandato.
La jugada, todos lo niegan pero es evidente, buscaba desbrozarle el camino al jefe de Gobierno electo. Rozado por la contramarcha de Telerman, Macri respondió “a lo Kirchner”, con una acción de gobierno. El posible nombramiento del juez Guillermo Montenegro como ministro de Seguridad salió a la luz antes de que el interesado perfeccionara su aceptación. La habrá, todo lo indica, tras unos días de descanso que se tomará su señoría a partir de este fin de semana.
Una apostilla para quienes señalan que nada cambia en los elencos políticos: los profesionales liberales más clásicos van resignando espacios a otros, menos convencionales. Los integrantes del poder judicial (como Montenegro y Carlos Stornelli, que pinta para ir a Buenos Aires) atraviesan un buen cuarto de hora. Pero los que están en la cúspide de su historia comparativa son los ingenieros: Macri, José Luis Gioja, Julio Cobos.
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Superdomingo: Dos de los cuatro distritos electorales más grandes del país eligen hoy autoridades provinciales y municipales. No habrá otro domingo más relevante hasta el 28 de octubre. La geografía política diseña identidades, ninguna provincia es igual a otra pero se pueden encontrar homologías entre Córdoba y Santa Fe.
u- En ambas gobierna el peronismo y compite una fuerza más progresista, con experiencia de gestión en la ciudad más grande de la provincia (la capital cordobesa, Rosario).
- Luis Juez y Hermes Binner estuvieron en el primer nivel de la ilusoria transversalidad que Néstor Kirchner alumbró en sus años iniciales y archivó después de consolidarse en las elecciones de 2005.
- Los opositores se hacen fuertes en las ciudades más grandes, el peronismo finca su expectativa en las otras, los pueblos, las zonas rurales. Hay que esperar a que se vote pero suena clavado que el juecismo revalide su mandato en la ciudad de Córdoba. Y la sola incógnita sobre Rosario es la diferencia que sacarán los socialistas. No hay casualidad sino un síntoma de un fenómeno más extendido: la relativa poca incidencia de que adolece el kirchnerismo en los grandes centros urbanos, perceptible dos años atrás. La ciudad de Buenos Aires agrega peculiaridades a ese sesgo pero no es una rara avis. Habrá que ver si esas diferencias entre las grandes urbes y “el interior” se corrobora en octubre. Si así fuera, la oposición se rebuscará para ensalzar el cosmopolitismo de los citadinos y el kirchnerismo aludirá a “la Argentina profunda”. Ambos enfoques imaginables pecarían de sectarios e imprecisos: quizá se trate de una sociedad plural, con realidades múltiples y desafiantes que ninguna fuerza acierta a interpelar en su totalidad.
También hay ostensibles diferencias entre Córdoba y Santa Fe. En ésta, la pelea es entre dos. En aquélla hay una tercera fuerza, el radicalismo, que, dividiendo a la oposición, favorece objetivamente a Juan Schiaretti, un cavallista-menemista travestido con los colores del Frente para la Victoria. Analistas y encuestadores coinciden en augurar que Juez sólo podría batir al favorito Schiaretti polarizando mucho la votación, que es a una sola vuelta. El pato de esa boda sería el radicalismo: los votos que emigran de esa fuerza derivan casi todos al locuaz intendente cordobés. Algunos consultores perciben un aumento de la polarización, aunque hasta ahora la leen insuficiente para derrocar al oficialismo local.
En Santa Fe, el favorito era Binner, que aspira a ser el primer socialista que gobierna una provincia argentina. En un sistema muy conservador, que perpetúa las dominaciones oficialistas, sería una buena noticia la alternancia en una provincia monocolor durante 24 años, especialmente desdichados para la mayoría de sus pobladores.
En las últimas semanas, en especial después de las internas obligatorias impuestas por la legislación santafesina, ha mejorado la intención de voto de Rafael Bielsa y la autoestima de su sector, que por otra parte peleará palmo a palmo para no dejar el poder. Una porción de sus anhelos finca en que los intendentes “traccionen hacia arriba” en pro del aspirante a gobernador. Muchos alcaldes tiene el PJ, varios con alta intención de voto, su predicamento puede impactar en el resultado final, vaticinan dirigentes de esa fuerza y del socialismo.
Cabe desear que las elecciones sean limpias y transparentes, como es norma en los grandes distritos de Argentina. Si no hubiera sorpresas chocantes en ese sentido, vale aconsejar el diario de mañana al lector interesado en la política. Con un ojo puesto en el río Uruguay y otro en la versátil disputa política local, cualquiera tendrá para entretenerse leyendo el periódico del lunes, aun l@s que no se fascinan por el fútbol de primera o l@s que sufran sus resultados.
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