Eugenio Lugones fue amigo del cura. Aseguró que Von Wernich le confesó que tuvo que falsificar documentación para ordenarse como sacerdote. Cuando el hermano y la cuñada del testigo fueron secuestrados, Von Wernich le dijo que estaban en la ESMA.
› Por Alejandra Dandan
Eugenio Lugones conoció a Christian con Wernich en 1972 en una pileta del Ateneo de la Juventud. Lugones era profesor de educación física; el joven Von Wernich, en cambio, trabajaba en la Secretaría de Turismo. En la audiencia del juicio oral que se le sigue al ex capellán de policía en la ciudad de La Plata, Lugones declaró ayer como testigo. Explicó que el cura había dejado el seminario expulsado por su condición de “homosexual” e indicó que tiempo después falsificó documentación para ordenarse de cura. Lugones le adjudica a Von Wernich la desaparición de un hermano y su cuñada. En la audiencia habló de ello, de un viaje a Río de Janeiro con el cura y hasta de giras a un cabaret del centro.
Lugones vive en Alemania. Llegó a Buenos Aires hace unos días convocado especialmente para declarar en el juicio oral a Von Wernich a pedido de la fiscalía federal de La Plata. Ellos están a cargo de la acusación contra el cura por 7 homicidios, 31 casos de torturas y 42 secuestros ilegales.
En la audiencia de ayer, él relató algunos tramos de su vida donde aparece en lugares muy cercanos al cura. Von Wernich estuvo presente en sus primeros años de juventud, en el momento de la muerte de su padre, en el pueblo de 9 de Julio y luego de la desaparición de su hermano. Por esa razón fue capaz de hablar del cura como de un “amigo”, pero de “la persona que era (ya) no queda nada”.
Von Wernich y Lugones se conocieron en el verano del ’72, en la pileta del Ateneo donde Lugones daba clases de gimnasia y estaba a cargo de la instrucción. Von Wernich había pasado unos años por el seminario, lo había dejado, usaba la pileta para nadar, y trabajaba. Para entonces se hicieron muy amigos. Lugones tenía ganas de viajar por el mundo y Von Wernich tenía los contactos para ayudarlo. Un año más tarde, en 1973, viajaron juntos a Río de Janeiro para ablandar un auto.
Por alguna razón, Lugones volvió a ver a Von Wernich después de un tiempo y se enteró de que había conseguido terminar el seminario. Ayer, en el juicio, reveló lo que ahora parece motivo de otro escándalo: según su testimonio, Von Wernich fraguó los documentos para ordenarse de cura porque consiguió un certificado de materias aprobadas.
De esa línea, la causa no tiene demasiados datos. Según Lugones, el cura volvió al seminario con un certificado fraguado de la Facultad de Filosofía y Letras. Expertos de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación consultados por este diario señalaron que para saber cómo lo obtuvo hace falta otra investigación sobre la relación del cura con la conducción académica. En ese marco, dicen, hay que tratar de entender además uno de los puntos todavía dudosos sobre el rol del cura en la arquitectura de la represión.
“Lo raro no es que haya sido homosexual o no”, dice Luis Alen, jefe de gabinete de la secretaría. “Eso no le importa a la querella; lo raro para nosotros es cómo la Iglesia, que es tan rigurosa y condena la homosexualidad, lo aceptó con estas características.”
La sospecha no probada es que el cura no sólo haya sido un hombre de la Iglesia sino que haya sido un doble agente, una teoría basada en el mundo de relaciones políticas del cura, pero no probada. En esas relaciones cuentan su cuñado, el coronel Morelli, jefe de Coordinación Federal en Buenos Aires; y Ramón Camps, de quien era amigo, confesor y capellán de confianza.
Mientras tanto, Lugones siguió hablando. El 4 de mayo de 1977, dijo, el cura lo acompañó en el entierro de su padre que se hizo en el cementerio del pueblo de América. Von Wernich había sido trasladado a 9 de Julio, parte de ese mismo distrito. Viajó al cementerio en auto, con el hermano de Lugones y su cuñada. Al regreso, César y su mujer le hablaron del cura y le dijeron que este “tipo es un facho de mierda” porque, aparentemente, habían discutido de política. Hasta entonces, César militaba en una organización del peronismo y diez días después desapareció con su mujer.
Ante la situación, Lugones fue a buscar al cura para pedirle que hablara con ese cuñado coronel a cargo de Coordinación Federal. Ese mismo día, el cura volvió a buscarlo a su casa y le dijo que su hermano estaba vivo dentro de la ESMA.
Lugones vio al cura otras veces. Tenía un cabaret en la avenida Corrientes con “tragos, chicas y strip tease”. Allí también iba el cura. Un día, contó, “me pidió que le dijera a uno de mis empleados al que se quería ‘levantar’ que era comisario de la Policía Federal, me mostró la credencial y aunque siempre venía en distintos autos, esa vez fuimos en un Toyota amarillo que tenía sirena desmontable”, explicó, como la de las películas.
Habló de la relación de Von Wernich, de que alguna vez le pidió que lo lleve hasta Avellaneda para avisarle a un cura o seminarista de que al otro día se lo iban a llevar. “Solía decirme –dijo– que la Iglesia era un buen trabajo, que hacía dos ‘changas’ los domingos y tenía libre el resto de la semana.”
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