EL PAíS
Murió Luisa Riva Aramayo, menemista emblemática
Desde antes de recibirse trabajó en la Justicia. Llegó a camarista. Fue puntal del menemismo en el Poder Judicial. Terminó de liberar a Amira Yoma. Y excarceló al ex presidente.
› Por Santiago Rodríguez
La presidenta de la Cámara Federal porteña, Luisa Riva Aramayo, murió ayer a los 63 años de edad. La Piru, como le decían sus amigos y también sus enemigos, falleció como consecuencia de una insuficiencia cardíaca agravada por una infección pulmonar. Con su muerte, los menemistas pierden a uno de sus principales escuderos en la Justicia; pierden a una amiga confesa de Carlos Menem cuyo primer acto de servicio fue dejar a Amira Yoma a salvo del Yomagate, que después falló de acuerdo con los intereses del menemismo en cuanto expediente pasó por sus manos y que finalmente estampó su firma en la excarcelación del ex presidente en la causa por la venta ilegal de armas al exterior.
Riva Aramayo se recibió como abogada en la Universidad del Salvador en 1964, pero nunca ejerció la profesión. Cuatro años antes de graduarse, ingresó como meritoria en la Justicia y nunca más abandonó Tribunales. Ya después de unos años como empleada, la Piru accedió a una secretaría de un juzgado penal y en el ‘84 fue designada jueza de sentencia en lo Penal. En 1991 pasó a desempeñarse como fiscal de Cámara del mismo fuero y dos años más tarde fue nombrada como integrante de la Sala I Cámara Federal porteña. “Dicen que soy una juez menemista, pero a mí no me inventó el menemismo. Ingresé a la Justicia como meritoria en 1960”, diría no hace mucho tiempo en base a sus antecedentes.
Su nombramiento, sin embargo, fue otra de las tantas movidas que el mememismo hizo para moldear a su gusto la Justicia federal. Para ella constituyó en lo personal una suerte de revancha: un par de años antes había intentado quedarse con el entonces vacante juzgado federal Nº 1, pero perdió la pulseada con María Servini de Cubría. El respaldo que la Chuchi obtuvo de Jorge Antonio pudo más que el lobby que a favor de la Piru hizo su amigo Lorenzo Miguel. Desde ese momento Riva Aramayo jamás dejó de odiar a Servini porque siempre creyó que le había “arrebatado” el cargo.
Los amigos que Riva Aramayo consiguió para que apadrinaran su designación como camarista no podían, en cambio, sino asegurarle el éxito: Carlos Corach y Hugo Anzorreguy, los más conspicuos operadores del menemismo en la Justicia. Tan profunda era la amistad con el ex ministro del Interior que la Piru y su esposo Carlos Maggi –con quien convivió durante 18 años antes de casarse legalmente en 1986 y tuvo dos hijos– solían compartir fines de semana en familia en el distinguido country Highland Park de Del Viso.
Riva Aramayo llegó a la Cámara Federal porteña con un mandato expreso. Su primera misión era cerrar todos los caminos legales que condujeran a una posible condena de Amira Yoma y cumplió al revocar la prisión preventiva en su contra por el Yomagate. Sus actos de servicio no terminaron ahí: entre otras cosas, desprocesó a varios acusados de recibir coimas en la causa IBM-Banco Nación, revocó la preventiva contra Gerardo Sofovich por presuntas irregularidades en su gestión al frente de ATC y durante un paso transitorio por la Cámara Electoral votó a favor de habilitar la postulación de Menem para un tercer mandato.
La Piru tampoco dejó librado a su suerte al propio Menem, cuando le llegó la hora de rendir cuentas ante la Justicia por el contrabando de armas a Ecuador y Croacia. En los meses previos a su detención, y cuando el que ya había caído en prisión por la misma causa era Emir Yoma, Página/12 la sorprendió un día entrando al estudio de Corach. Aunque allí y en ese momento estaban Mariano Cúneo Libarona y su socio, ambos defensores de Yoma, la camarista negó haber hablado de la situación procesal del ex cuñado de Menem.
“Reconozco la estupidez que cometí”, declaró a este mismo diario y aseguró haber pasado a saludar a Corach para saludarlo por las Pascuas judías. El destino quiso después, cuando la Corte Suprema desactivó lacausa por la venta ilegal de armas, que el expediente judicial llegara a sus manos y fuera ella quien firmara la excarcelación de Menem.
A fines del año pasado, Riva Aramayo se alzó con la presidencia de la Cámara Federal porteña al votarse a sí misma para desempeñar esa función, aunque su mirada y la del menemismo siempre apuntaron a la Corte. De hecho, en las frecuentes charlas por teléfono que mantenía con Menem durante su detención en Don Torcuato, el ex presidente solía preguntarle: “¿Ya te compraste el trajecito sastre para jurar en la Corte en el 2003?”.