EL PAíS › JORGE CAPITANICH, GOBERNADOR ELECTO
› Por Alejandra Dandan
A la mañana temprano aparecieron en los celulares los mismos mensajes de texto que circularon insistentemente durante los últimos días. Pero esta vez la leyenda no llevaba el número de los votos escrutados en forma definitiva luego de las elecciones del 16 de septiembre en el Chaco. Ni los porcentajes. El mensaje decía: “¡¡¡Capitanich es el nuevo gobierno!!!”.
Tras quince días recontando votos, el Tribunal Electoral del Chaco le dio la victoria al peronista Jorge Capitanich. Por una diferencia de apenas 1171 sufragios, la alianza que aglomeró sectores de izquierda a derecha les ganó la gobernación a los radicales liderados por Angel Rozas. La diferencia más que mínima de 0,23 por ciento confirmó la tendencia del escrutinio provisorio, pero estrechó los números: en aquel momento dieron 2005 votos a favor del peronismo.
Con una victoria conseguida por margen tan estrecho, lo que sigue es la emergencia en una provincia donde una de cada dos personas no tiene acceso al agua, una de cada tres no tiene trabajo y donde la Corte Suprema de Justicia de Nación acaba de pronunciarse con un fallo histórico para obligar a los gobiernos nacional y provincial a enfrentar las hambrunas de los pueblos originarios.
Capitanich es un técnico, contador, pero criado entre esos pliegues donde el peronismo va formando a sus cuadros. Estuvo en la Subsecretaría de Desarrollo Social menemista, pasó como jefe de ministros por el gabinete de la crisis con Eduardo Duhalde y fue una pieza clave de la Comisión de Hacienda y Presupuesto del Senado de mayoría kirchnerista. En diálogo con Página/12 habla de la emergencia y de lo emergente: su rol como hombre de “centroizquierda”, capaz de explicar su paso del duhaldismo al cristinismo.
–Finalmente, Rozas admitió la derrota.
–Eso ya forma parte de la anécdota política, porque estábamos completamente confiados en los resultados. Teníamos nuestras previsiones cuantitativas por un análisis de distintos softwares y un control manual de los datos, con documentos respaldatorios. Es cierto que se identificaron errores, pero estábamos convencidos de que no iban a generar variaciones en el resultado.
–Si los fiscales del radicalismo también tenían esos datos, ¿por qué cree que el radicalismo tardó tanto en aceptar la derrota? ¿Su esposa mencionó una denuncia por enriquecimiento ilícito?
–Eso lo deben contestar ellos, pero en todo momento plantearon información falsa y proyecciones incorrectas, pero bueno, la verdad no sé qué escondían con las acciones. La verdad es que estuvimos siempre alertas para extremar los mecanismos de fiscalización.
–El frente que usted armó sólo para pelear por la provincia, sin que el gobierno nacional lo asistiera, ¿ahora se mantendrá alineado a la candidatura de Cristina?
–El frente que nosotros logramos armar para el 16 de septiembre pretendemos sostenerlo para el 28 de octubre, independientemente de algunas particularidades. La idea es ampliarlo.
–Sobre su pasado político, ¿cómo hace para explicar el acercamiento al kirchnerismo después de haber estado con Cavallo, con Duhalde?
–Yo he ocupado en el gobierno nacional cargos de subsecretario de Desarrollo Social de la Nación en dos oportunidades con Palito Ortega; en segundo lugar, con Duhalde, ocupé la jefatura de ministros, y en tercer lugar he sido electo por la voluntad popular como senador. Lo que quiero decir es que nunca en ningún cargo electivo he sido designado a dedo. Me presenté y participé de elecciones internas abiertas y fui ungido por la voluntad popular, hoy soy gobernador por una elección mayoritaria del pueblo del Chaco. Tengo una concepción de la política amplia, plural y obviamente me reconozco como un hombre con capacidad para liderar un proceso de centroizquierda, y es lo que vamos a hacer. En provincias como éstas uno debe minimizar las diferencias ideológicas, que son secundarias, para poner en marcha un plan de acción y resolver los problemas de magnitud que requieren un gran esfuerzo y capacidad de cambio.
–¿Se posiciona en el centroizquierda?
–Sí, por supuesto. Creo en un centroizquierda moderno, que no significa necesariamente restricciones a la inversión privada, por el contrario, puede combinar estímulo a la inversión privada, intervención eficiente del Estado y distribución equitativa del ingreso con un modelo de inclusión social: esa es la síntesis perfecta de un modelo de concertación.
–En su provincia hubo quince muertos en las comunidades aborígenes originadas por el hambre en los últimos dos meses: ¿qué lugar ocupan en la agenda?
–Son prioridad, vamos a poner en marcha un programa a partir del 10 de diciembre, como gobernador. Pero mañana mismo (por hoy) vamos a empezar a trabajar con Roy Nikitsch. Soy extremadamente respetuoso del funcionamiento de las instituciones, no voy a generar ninguna acción en menoscabo del gobernador en ejercicio.
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