EL PAíS › LOS QUE DEJARAN LA PRIMERA PLANA DE POLITICA TRAS LAS ELECCIONES
Por el recambio legislativo, este año se quedarán sin bancas radicales como Storani y Terragno, peronistas como Ruckauf, y también Marta Maffei, del ARI. Sus trayectorias y su futuro.
› Por Eduardo Tagliaferro
El 10 de diciembre, día en el que se producirá el recambio legislativo, nombres emblemáticos le dirán adiós al Parlamento y, en algunos casos, también a los primeros planos de la política argentina. Los peronistas Carlos Ru-ckauf, Adrián Menem, Alfredo Atanasof, María del Carmen Alarcón, Nélida “Chichi” Doga son algunos de los que comenzarán a ser llamados como diputados (MC). Sigla que se utiliza para nombrar a quienes tienen su mandato cumplido. Por el lado de los radicales, Federico Storani, Rodolfo Terragno y Mario Negri también perderán su condición de parlamentarios. En el ARI, la histórica dirigente del gremialismo docente Marta Maffei también le pone punto final a su paso por la Cámara baja.
Su paso por la Cámara de Diputados no dejó una huella profunda. No fue la presencia su principal virtud. Figuró, junto a Mauricio Macri, entre quienes menos veces concurrieron al recinto. Desde el retorno de la democracia, su nombre estuvo asociado a lugares destacados de la política. Aquella joven promesa de la Junta Coordinadora Nacional durante el auge del alfonsinismo hoy vio esfumarse gran parte de su caudal político. Roberto Lavagna era aún ministro de Economía de Néstor Kirchner cuando Storani se entusiasmaba con incorporarlo a la política. Incluso fue uno de los primeros en hablar con Raúl Alfonsín del tema. A pesar de ello, no logró tener un espacio destacado en la Coalición UNA. La licuación de su poder dentro del radicalismo fue la causa determinante. Junto a Leopoldo Moreau lideró por años el radicalismo bonaerense. Moreau aún es un incansable trajinador de los comités de la provincia, mientras que Storani sufrió una importante sangría entre sus bases. A manos del kirchnerismo perdió varios dirigentes. Entre ellos, el actual intendente de Mar del Plata, Daniel Katz, un radical que supo identificarse con él. Margarita Stolbizer supo ser considerada parte de su riñón. La distancia política que hoy los separa incluso dejó huellas personales. Mientras que Stolbizer no oculta cierto enojo por la falta de respaldo de Storani, el futuro ex diputado consideró que la dirigente de Castelar lo jubilaba apresuradamente.
Llegó al Senado en el 2001, cuando el “voto bronca” –como se conoció a la gran cantidad de votos en blanco, nulos e impugnados que dominó la elección legislativa de octubre de ese año– prenunció la caída de Fernando de la Rúa. La estrella de la Alianza ya se había apagado. Aun así, la fórmula que llevaba a Terragno como cabeza y a Vilma Ibarra como segunda candidata obtuvo la mayoría en la ciudad de Buenos Aires. No es lo que se calificaría como un político tradicional, tampoco es un radical convencional. Comenzó su carrera política en 1987, cuando luego de leer La Argentina del siglo XXI Raúl Alfonsín le ofreció el Ministerio de Obras y Servicios Públicos para llevar a la práctica sus ideas. Entre 1993 y 1995, y entre 1997 y el ’99, fue diputado nacional. El pasado reciente lo ubica como uno de los cinco miembros que fundó la Alianza. Ahora deja la cámara alta tras perder la chance de una reelección en una interna partidaria frente a Ricardo Gil Lavedra. “Lo excitan los temas y los debates estratégicos”, afirma ante este diario una autoridad del cuerpo cuando se le pregunta por el paso de Terragno por el Senado. El voto electrónico, incorporado en el nuevo reglamento, surgió a partir de los estudios y las iniciativas de Terragno. Formó un bloque unipersonal y se definió como “radical independiente” cuando se opuso a la derogación de la ley de subversión económica en tiempos en que Eduardo Duhalde estaba en la Rosada. “Años atrás fue una frase hecha decir que el Congreso era una caja de resonancia. Hoy apenas es una caja. Se limita a una tarea de escribanía, a protocolizar los proyectos del Ejecutivo. No fija agenda, no cuestiona, los diarios no reflejan sus debates”, dice Terragno a Página/12 cuando opina de la actualidad del Palacio de las Leyes. La historia y la literatura son los ámbitos que lo esperan al dejar su banca. “Estoy trabajando sobre el Diario de San Martín en el exilio, una investigación que me llevó muchos años”, comenta Terragno. El trabajo lo inició en 1980 y destaca que no será una novela histórica, sino un relato en el que el personaje hablará a través de la documentación y las fuentes recopiladas. Esto no implica su retiro de la política, pero sí un corrimiento. “La política es una asociación de competidores –dice–, por lo que no se puede estar a la expectativa pasiva.”
Llegó al Senado integrando una boleta conocida como “la lista de los fueros”. Denominación que se utilizó para nombrar una lista en la que los ex funcionarios de Eduardo Duhalde eran dominantes. No fueron muchas las oportunidades en las que pudo exhibir el extraño color del entretejido con el que suplantó una calvicie de años. Tampoco fueron muchas las veces en las que hizo uso de la palabra. Buen referente de la mano dura y reconocido admirador de las fuerzas policiales y militares, tuvo su cuarto de hora cuando apareció en escena Juan Carlos Blumberg. Fue en esos debates en los que mostró su coherencia con el reclamo de endurecimiento de penas. Enrolado históricamente en lo más duro de la derecha peronista, formado al calor de las 62 Organizaciones, de Lorenzo Miguel, y firmante en 1975 de los decretos que le abrieron a las Fuerzas Armadas las puertas para la represión política, Ruckauf no está en la vereda de enfrente del Gobierno. Integra el bloque Peronismo Federal, un espacio neokirchnerista que tiene como líder a José María Díaz Bancalari y del que también participan Graciela Camaño y Luis Barrionuevo. No por casualidad suele sentarse al lado de “Luisito”, como llaman los suyos al líder de los gastronómicos. Su bancada aportó al quórum reglamentario en cada sesión en la que el oficialismo necesitó número favorable. No tiene destino político visible luego del 10 de diciembre y la fecha tal vez marque el cierre de una trayectoria política que fue muy generosa con este abogado que dio sus primeros pasos en el Sindicato del Seguro, desde donde también surgió uno de los primeros intendentes kirchneristas del conurbano bonaerense: Alberto Descalzo. Algo más que una coincidencia entre ambos. Aunque haya ayudado con sus primeros pasos al actual intendente de Ituzaingó, Ruckauf no es lo que se podría calificar como un maestro. La docencia implica cierta lealtad. Llegó al gabinete de Isabel Perón de la mano de Lorenzo Miguel cuando las manifestaciones obreras pusieron fin a los días del “Brujo” José López Rega. Una vez en el gobierno, no fue un incondicional del “Loro”. Reportó a su nueva patrona. A esa le siguieron otras promesas incumplidas. Después de haber abandonado a: Carlos Menem, Eduardo Duhalde, su gobernación en la provincia de Buenos Aires y a una extensa lista de ex aliados, su futuro político es una incógnita.
A las puertas de la Cámara de Diputados dejó un importante reconocimiento por su trayectoria como dirigente del gremio docente. “El Congreso es una máquina de licuar figuras y personalidades políticas”, admite a Página/12. Aceptó formar parte de las listas del ARI después de haber rechazado dos ofrecimientos anteriores de Carrió, en el 2001 y luego como candidata a gobernadora por Buenos Aires. En julio del 2003 le había dicho a este diario que apostaría por “hacer masa crítica y legislar para el pueblo”. Al finalizar esa entrevista decía: “Si no puedo, me voy a mi casa, que es un buen lugar”. Allí, en su casa, la encuentra ahora Página/12. Es viernes a la noche y acaba de llegar de su despacho en Diputados. “Debo haber sido la única que estaba en la cámara”, señala con la voz apagada. Maffei coincide con Terragno en que “el Congreso es una escribanía”. “Los problemas sociales no tienen cabida, los debates siempre se quedan a mitad de camino, como sucedió con la Ley de Financiamiento Educativo o la nueva ley de Educación”, dice sin ocultar cierta frustración. Incursionó en política después de que la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) decidiera construir un movimiento político. “La propuesta sigue vigente. Hay un espacio vacante. No le dimos continuidad”, opina. Maffei tuvo intervenciones destacadas en el recinto pero, al igual que otras figuras, no pudo sobresalir ante la impronta que el oficialismo le dio al cuerpo con su abrumadora mayoría. Asegura a este diario que su futuro político estará en el ARI. Sin darle mayor importancia, no oculta la futura tormenta que azotará al espacio que supo crear Elisa Carrió. “Me opuse a participar en las listas. Voy a seguir en el ARI trabajando por la organización del partido. Creo que necesitamos mayor autonomía partidaria, ya que la Coalición Cívica nos fagocitó”, dice. No son pocas las heridas que el coqueteo de Carrió con Ricardo López Murphy dejó entre los militantes del ARI. Maffei no habla de ellas, pero su apuesta a futuro no es más que un reconocimiento de diferencias que sólo se ocultaron por la campaña electoral.
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