Leonardo Sandri y Estanislao Karlic, dos arzobispos argentinos, serán creados cardenales de la Iglesia Católica el 24 de noviembre próximo, según lo anunció ayer en Roma el papa Benedicto XVI. El primero, Prefecto (ministro) de la Congregación para las Iglesias Orientales, fue hasta junio pasado sustituto del secretario de Estado del Vaticano, virtual “ministro del interior” de la Iglesia, secundando a quien ocupaba entonces la titularidad de la Secretaría de Estado, el cardenal italiano Angelo Sodano. Tanto Sodano como Sandri tienen fuertes vínculos con Esteban Caselli, que fuera secretario de Culto y embajador argentino ante la Santa Sede durante el gobierno de Carlos Menem y a quien en medios eclesiásticos argentinos se le sigue adjudicando influencia en el mundillo vaticano para interferir en cuestiones relacionadas con la Iglesia en Argentina.

Sandri, de 63 años, se incorpora al grupo de cardenales electores del Papa en el caso de realizarse un nuevo cónclave. Con las nuevas incorporaciones, el cuerpo de electores llega a 121 miembros. Quienes participan de ese espacio deben tener menos de 80 años. No es el caso de Estanislao Karlic, actual obispo emérito de Paraná, que ya tiene 81 años. En no pocas ocasiones los obispos argentinos, hablando en forma reservada, le han atribuido a Sandri interferencia en cuestiones propias de la Iglesia local, hasta el punto de intervenir de forma directa para cambiar propuestas de designaciones episcopales contrariando la opinión llegada desde Buenos Aires.

Karlic fue presidente del Episcopado argentino entre 1996 y el 2002, durante dos períodos consecutivos, y en el año 2001 jugó un papel muy importante en la constitución del llamado “diálogo argentino”, al que convocó la Iglesia Católica junto a otras confesiones como forma de aportar a la superación de la crisis social y política que vivía el país en esos momentos. Karlic también tuvo una destacada actuación en el Vaticano cuando, a mediados de los años ochenta, fue designado en una comisión que se encargó de la redacción del nuevo catecismo de la Iglesia Católica. Allí trabajó muy cerca de quien entonces era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Joseph Ratzinger, hoy Benedicto XVI. Karlic suele recordar que trabó una amistad muy importante con Ratzinger al compartir esas tareas y se sabe del reconocimiento que ambos se dispensan.

El embajador argentino en el Vaticano, Carlos Custer, al ser consultado sobre la designación de los nuevos cardenales, se limitó a decir que existe una “relación normal” entre la Iglesia y el Gobierno en Argentina y que “la cooperación es muy buena”. El embajador agregó que “no ha habido una relación conflictiva (entre el Gobierno y la Iglesia), sino un hecho puntual que fueron declaraciones de un obispo”, refiriéndose al obispo emérito castrense Antonio Baseotto. Para Custer ese incidente “felizmente está cuasi superado”, teniendo en cuenta que el Vaticano ya aceptó la renuncia de Baseotto. Falta, sin embargo, que se concrete la designación de quien será su reemplazante, para lo cual todavía no se ha logrado el acuerdo entre la Santa Sede y el gobierno argentino.

Un momento importante en las relaciones entre el gobierno argentino, la Iglesia y la Santa Sede puede darse el próximo 11 de noviembre, fecha en la cual está prevista la visita al país del cardenal Tarcisio Bertone, actual secretario de Estado del Vaticano, que llegaría para la beatificación de Ceferino Namuncurá, a realizarse en la localidad sureña de Chimpay. Podría ser ésa una ocasión para un encuentro entre Bertone y Cristina Fernández si, como lo señala la mayoría de los pronósticos, resulta electa presidenta el 28 de octubre.