EL PAíS › OPINION
› Por Nicolas Trotta *
Este año se conmemora el sexagésimo aniversario del sufragio femenino y su mejor homenaje ha sido la consagración del derecho al voto para los procesados que se encuentran cumpliendo prisión preventiva. En pocos días, cientos de presos participarán por primera vez en la elección de presidente y legisladores, ejerciendo un derecho del que nunca debieron ser privados.
El compromiso de los tres órganos del poder del Estado ha permitido este avance democrático. El fallo de la Corte Suprema de Justicia en el caso “Mignone, Emilio s/promueve acción de amparo”, con el patrocinio del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), la sanción de la Ley 25.858 y, finalmente, el Decreto 1291/06, son los instrumentos que han consagrado este derecho y confirman el compromiso con los derechos humanos y el coherente desarrollo de una política criminal democrática de la actual administración.
El voto de los presos llevará democracia a un lugar que tanto la reclama y es un excelente paso hacia las pendientes reformas de un sistema penitenciario que permita la reinserción social de aquellos que han infringido la ley. Abordar una profunda transformación de nuestras cárceles nos encaminará a la resolución de los problemas de inseguridad que nos acechan, es condición imprescindible pero insuficiente. La nueva Argentina, que entre todos estamos construyendo, reclama el abordaje de esta dolorosa asignatura pendiente de nuestra democracia.
El acceso al voto por parte de los procesados que se encuentran privados de su libertad los erige como actores políticos, y los partidos deben tomar nota de ello y considerarlos en sus agendas. Votar implicará también una responsabilidad, un compromiso por parte de quienes no gozan de su libertad ambulatoria, pero es importante destacar que aquel detenido que recupera su libertad sólo será libre si al dejar la prisión cuenta con mayores instrumentos (estudios y oficios) para enfrentar la difícil tarea de reinsertarse en una sociedad que muchas veces expulsa.
Al prologar el libro El voto de los presos, de Carnota y Cesano, Raúl Zaffaroni recuerda la enseñanza del transformador Roberto Pettinato, quien fuera director de Institutos Penales de Perón: “Que la revolución llegue a las cárceles”. Es tiempo que la democracia aborde esta problemática para que todos los argentinos seamos libres.
* Director de la Escuela Nacional de Gobierno y candidato a diputado nacional por el Frente para la Victoria.
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