EL PAíS
La batalla entre Duhalde y Solá hace menos ruido pero sigue firme
La orden había sido apaciguar el conflicto pero varios intendentes del conurbano sostienen que se mantiene vivo gracias a las segundas líneas del duhaldismo. Balestrini duda de las maniobras con el pago de los planes sociales. Las mutuas desconfianzas. Las zancadillas de todos los días.
› Por Martín Piqué
“Bajamos el tono hasta el 25 de noviembre”, reconoce el intendente, que es peronista y gobierna en el sur del conurbano. Se refiere a la interna del PJ en la provincia de Buenos Aires, un duelo apenas contenido entre el gobernador Felipe Solá y el presidente Eduardo Duhalde. Que consiste, principalmente, en una pelea subterránea por la sucesión de Solá. La confrontación quedó en el centro de la escena una vez que el segundo de Juan Pablo Cafiero, Marcelo Sain, hablara de conspiración. Las críticas llegaron demasiado lejos, en medio de la crisis de seguridad bonaerense. Tanto, que los propios adversarios –los colaboradores de Solá y el duhaldismo de las “segundas líneas”– decidieron aplacar los ánimos hasta un día después de la interna presidencial, originalmente pautada para el 24 de noviembre. Sin embargo, en silencio, las operaciones siguen. Y la desconfianza mutua, también.
La orden había sido apaciguar el conflicto. Hace dos semanas, luego de la conmoción que provocó el asesinato de Diego Peralta y la discusión sobre los dichos de Sain –que denunció una conspiración de la policía y el poder político contra Solá–, Duhalde pidió cautela a sus delegados en la provincia: Osvaldo Mércuri, Baldomero “Cacho” Alvarez, Hugo Curto, Manuel Quindimil y José María Díaz Bancalari, entre otros. “Bajemos el tono”, les ordenó. Y el mandato se cumplió por un tiempo. Hasta la semana pasada, por lo menos. Porque el último martes, el intendente de La Matanza, Alberto Balestrini, se creyó víctima de un complot, cuando comprobó que más de 3000 beneficiarios del plan jefes y jefas de hogar de su distrito no habían podido cobrar sus 150 Lecop.
Los desocupados, entonces, organizaron una protesta ante la sede municipal de la zona. Ya habían cobrado una vez en San Justo, donde estaban inscriptos y debían cobrar este mes. Pero, extrañamente, les giraron los fondos a Florencio Varela. “Esto es un error gravísimo, cuando menos es una negligencia”, reconoció a Página/12 un colaborador muy cercano de Balestrini. El intendente –que gobierna el municipio más poblado del conurbano y está cerca de Adolfo Rodríguez Saá– no descarta que lo hayan querido perjudicar. “Quiero que aparezca el responsable”, dijo a sus allegados. Habló con la ministra de Trabajo, Graciela Camaño, y con Mariano West, que tiene el mismo cargo en la provincia. Los dos le atribuyeron al otro la responsabilidad del error.
El caso despertó suspicacias. En La Matanza especulaban con que podría tratarse de una operación política para desgastar a Balestrini, uno de los pocos intendentes del conurbano alineado con Solá. “La interna no está para nada calma. A los cruces por el tema seguridad, hay que sumar las declaraciones de algunos dirigentes, que en vez de bajar los decibeles, complican más las cosas”, aseguró a Página/12 un jefe comunal que tiene bastante protagonismo en la disputa interna del peronismo bonaerense.
El nudo de la cuestión parece estar en la “segunda línea” de Duhalde, que incluye a Mércuri, “Cacho” Alvarez, Díaz Bancalari, para nombrar a algunos. Así lo reconocieron tres dirigentes del PJ que fueron consultados por este diario. “La relación Duhalde-Solá está muy bien. El problema tiene que ver con los demás dirigentes, que se quejan porque tienen a un extraño en la provincia”, analizó ante Página/12 un intendente de la primera sección electoral, que se corresponde con el Noroeste del conurbano. El malestar del duhaldismo de “paladar negro”, como llaman en la provincia a los incondicionales de Duhalde, tiene raíces históricas. Así como están descontentos con Solá –que llegó a La Plata sin tener peso en la estructura del PJ– en su momento también rechazaron la designación de Carlos Ruckauf como candidato a gobernador.
Hay una anécdota famosa que retrata esa situación. En el verano de 1999, varios caciques del peronismo bonaerense se dieron cita en Pinamar para organizar un acto para frenar una eventual postulación de Ruckauf. Estaban Alberto Pierri, mandamás de la Liga Federal, y Mércuri, de la LigaPeronista Bonaerense, la otra corriente interna del duhaldismo. Pierri aspiraba a ser el candidato a gobernador del PJ. Cuando se enteró de la movida, Duhalde quiso desactivarla. Los fue llamando uno por uno, y cuando se encontró con Pierri, un viejo amigo personal, le prometió que Ruckauf no sería el candidato: “Beto, te lo juro por Tomasito” (hijo menor del Presidente), le dijo, como relató un testigo del encuentro. La promesa se perdió en el viento, y desde entonces Pierri milita en el menemismo.
La anécdota, además, circula como prueba de que Duhalde siempre se guarda una carta en la manga a la hora de elegir las candidaturas. Y con esos antecedentes, no sería extraño que su esposa Chiche se postule para suceder a Solá en la gobernación bonaerense. A pesar de que ella lo niega. Por lo pronto, en La Plata interpretaron en ese sentido las declaraciones de Luis Barrionuevo, quien pronosticó que la actual coordinadora de Políticas Sociales será gobernadora en 2003. “Lo tomamos como el anticipo de su candidatura”, admitió a Página/12 un dirigente muy cercano a Solá.