Buscan actualizar el partido y convocar a internas. A los cuatro dirigentes, se sumarán militantes jóvenes. Hay un proyecto para que quienes tengan funciones ejecutivas no presidan el PJ en sus respectivos distritos.
› Por Martín Piqué
Los afiches en la vía pública acompañaban su apellido con letras multicolores. Decían “día de la militancia”, en referencia al nuevo aniversario del retorno de Perón al país. Y el nombre era Dante Gullo. El instituto se llama Juan Domingo Perón y edita la revista Movimiento. Su responsable es el ex gobernador Antonio Cafiero. En la Cámara de Diputados lo identifican como uno de los legisladores más cercanos a Néstor Kirchner, si no el que más. Su influencia se hace sentir en el Consejo de la Magistratura. Se llama Carlos Kunkel. Portador de un apellido cargado de historia, Juan Manuel Abal Medina fue secretario general del movimiento. Establecido en México, hace poco se instaló en Buenos Aires y con vistas a quedarse. La enumeración hace recordar a la serie Misión Imposible, donde se iba formando un equipo mientras sonaba la música de Lalo Schiffrin. La misión de Gullo, Cafiero, Abal Medina y Kunkel no prevé acciones espectaculares, ni está en un cassette que se autodestruirá a los pocos segundos. Su función será reorganizar el PJ para luego construir ese tan nombrado movimiento que Kirchner, hasta ahora, no logró concretar.
El equipo que colaborará con Kirchner para reorganizar el justicialismo, hoy intervenido, irá sumando otros nombres. Lo que está claro es desde dónde se iniciará la cruzada por actualizar el PJ y convocar a internas. Será la sede de la Fundación Primero Argentina, que encabezan los abogados Olaf “Pilo” Aaset y Carlos Long, y la Fundación Calafate, a cargo del jefe de Gabinete, Alberto Fernández. Como Página/12 informó hace dos semanas, el edificio está ubicado en Balcarce y Chile, a sólo seis cuadras de la Rosada. Kirchner ya ha hecho saber que a partir del 10 de diciembre se dedicará a recorrer el país y organizar un nuevo movimiento nacional: el eje de esa construcción, dicen en el oficialismo, será el peronismo.
Los cuatro nombres mencionados tenían previsto juntarse la semana pasada, en un acto organizado por el instituto de Cafiero. A último momento Abal Medina no pudo asistir, tuvo que viajar a México. Si el ex secretario general del Movimiento Nacional Justicialista no hubiera volado al Distrito Federal, la actividad hubiera sido muy publicitada. La idea de los organizadores era empezar a proyectar públicamente a los dirigentes que acompañarán a Kirchner en la reorganización del PJ. Gullo, Cafiero, Kunkel y Abal Medina son representativos de la (compleja) historia del peronismo. Con ellos trabajarán dirigentes jóvenes que comenzaron a hacer política a fines de los ’90. Entre las tareas previstas está convocar a una reafiliación masiva para depurar los padrones partidarios.
Ex dirigente de la regional 1 (Capital Federal) de la JP de los ’70, Gullo ingresará como diputado gracias a que Carlos Tomada permanecerá en el Ministerio de Trabajo. Entre bromas y referencias al pasado, una de las primeras cosas que le pidió Kirchner fue que lo ayudara a reorganizar el partido. Gullo comparte la idea de que el PJ debe ser aggiornado a estos tiempos para luego formar parte de algo más amplio. “Frente a otras identidades, otros protagonismos, el movimiento tiene que actualizarse y tener una nueva dirigencia. El arco a constituir es mucho más amplio que la identidad peronista”, dijo a Página/12. Otro que ya se imagina trabajando en el partido es Abal Medina. De 62 años, el hermano del fundador de Montoneros y delegado de Perón para negociar con Agustín Lanusse ya se ofreció para ese rol. “Siempre voy a estar en los temas del peronismo”, dijo recientemente en una entrevista con este diario.
Entre la gente que está colaborando con Kirchner para reorganizar el PJ ya circulan algunos proyectos. Una de esas iniciativas, que habría sido ideada por el propio Presidente, consiste en usar para la elección de las futuras autoridades partidarias un criterio restrictivo: según esa propuesta, aquellos dirigentes que tengan funciones ejecutivas –a nivel nacional, provincial o municipal– no podrán ser presidentes del PJ en sus respectivos distritos. Hasta ahora sucede todo lo contrario. El intendente peronista de un municipio es, invariablemente, el titular del PJ en ese lugar. Lo mismo con los gobernadores; todos son presidentes del justicialismo en sus provincias.
El argumento para impedir que los dirigentes con funciones ejecutivas asuman cargos partidarios es coherente con el discurso que el Presidente ha desplegado a lo largo de su mandato. Cada vez que le preguntaban por su poca disposición para organizar un nuevo movimiento político, Kirchner respondía que la gestión no le dejaba tiempo para otra cosa. Pero además de ser coherente con el discurso oficial, la idea de aplicar un criterio selectivo tendría consecuencias beneficiosas para Kirchner. “Como ahora hubo gobernadores e intendentes que perdieron sus distritos, este mecanismo les permitiría ganar la presidencia del PJ de sus lugares. Es una forma de contenerlos a todos, para que nadie se escape”, analizó un dirigente K que conoce de cerca y en detalle los planes para el PJ.
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