EL PAíS › ABRAHAM GAK, EX RECTOR DEL PELLEGRINI, HABLA DE LA CRISIS
La designación de un nuevo rector, dice, debería ser acompañada por la renuncia de los vicerrectores. Le preocupa en particular la causa judicial que investiga las amenazas de bomba, porque considera que la escuela debería manejar el tema con esos chicos.
Tras seis meses de crisis, la designación de Héctor Pastorino como rector del colegio Carlos Pellegrini cambió el panorama de cara al año próximo. Con la retirada de Juan Carlos Viegas del frente de conflicto, el rector de la UBA, Rubén Hallú, colocó a un hombre de su confianza como piloto de tormenta. Para calmar las aguas, el sucesor aseguró que no va a “cambiar nada, porque sería un acto de irresponsabilidad”. Abraham Gak, quien dirigió la institución durante 14 años, dialogó con Página/12 sobre la nueva situación, las decenas de amenazas de bomba, las consecuencias en el desarrollo del año lectivo y la titularización de los docentes. El fundador del Plan Fénix y responsable del modelo “humanista” del colegio se mostró cauteloso ante el cambio y concedió que “amerita un compás de espera” para ver cómo se desarrolla el conflicto. Sin embargo, consideró que los vicerrectores también deberían renunciar y, además, se mostró preocupado por “la judicialización de lo que los chicos puedan haber cometido”, en relación con los dos alumnos citados por el juez Norberto Oyarbide por las amenazas de bomba.
–Finalmente se fue Juan Carlos Viegas. ¿Es una medida acertada?
–Bueno, sostener la situación como estaba era muy, muy difícil. La decisión (del rector de la UBA, Rubén Hallú) de producir un cambio que incorpora a una persona de su confianza que ya había trabajado con él en la universidad, como Pastorino, es algo positivo porque es una persona de mucha trayectoria en el ambiente educativo. Pero la designación per se no significa que se pueda resolver la cuestión. De todas maneras, amerita un compás de espera para ver qué medidas va a tomar. El está perfectamente habilitado para escuchar a las partes, sacar sus conclusiones y conciliar algunas situaciones. Por las declaraciones que hizo a la prensa, parecería que va a sostener un modelo que cuenta con el beneplácito de toda comunidad. Sin embargo, creo que también deberían renunciar los vicerrectores.
–En unos meses hubo más de cincuenta amenazas de bomba y hay chicos citados por la Justicia. ¿Qué reflexión le merece?
–Estoy sumamente preocupado por la judicialización de lo que los chicos puedan haber cometido. Creo que la escuela debería hacerse cargo de la sanción en términos pedagógicos, pero no se debe ejemplificar con la sanción judicial a un chico por algo que tiene unas características muy particulares. Es una cantidad muy importante de amenazas y si la intencionalidad es cargar la culpa en los chicos es un error grave. Hay que volver a los cauces de la relación de la escuela con sus alumnos y resolver la situación. Así se crea un estado de angustia en los chicos y en la comunidad educativa en general. En otros años hemos tenido situaciones similares, pero eran 5 o 6 amenazas en todo el año y además se resolvían de otra manera. Se debió haber hablado con los alumnos cuando comenzó el hecho de las llamadas. Explicarles qué significaba, qué daños se le realizaba a la educación pública.
–Sin embargo, se plantea que no fueron solamente los chicos.
–Yo no tengo idea quién puede haber sido. Pero lo fundamental es que no se pretenda ejemplificar con la sanción a un chico por algo que tiene unas características particulares. No hay que olvidarse de que son menores de edad.
–¿Cuáles son las consecuencias que pueden sufrir los chicos con esta crisis?
–La otra preocupación es que se ha generado un año absolutamente irregular que debe haber causado fracasos escolares en muchísimas asignaturas que antes no se producían. Es un año en que las clases fueron interrumpidas. Yo me inclinaría por ampliar la cantidad de materias que pueden llevarse como previas (sólo pueden llevarse una) y agregar alguna instancia más de evaluación. Es un castigo enorme para los chicos que quieren permanecer en la escuela y hay que posibilitar que los que quieran puedan revertirlo, rompiéndose el alma estudiando. El estado de ansiedad, de nerviosismo, no es el estado en el que deben estar estudiando. Algunos deben estar preocupados, impactados por las circunstancias, que nunca se hubieran imaginado.
–Una de las cosas que más se critica son las luchas de poder que se dan dentro de la escuela.
–Es evidente que ha habido una presencia de los gremios. Habría que terminar de designar a la plana mayor de la escuela, porque si se piensa que hay que darle un poquito cada uno no se va a terminar con los tironeos. Hay gremios docentes que están disputándose la escuela y los estudiantes, en alguna medida, les han dado una lección porque han tenido elecciones y, más allá de que ganó una lista que no era la que venía conduciendo el centro de estudiantes, se mantuvieron unidos.
–Otra crítica es el grado de “politización” de los alumnos.
–La escuela está apostando a formar un buen ciudadano y un buen ciudadano tiene conceptos de solidaridad, de preocupación por lo colectivo. Van adquiriendo una mirada de cómo es el mundo actual. Con procesos de cambio que se dan a una velocidad impresionante. La tarea más difícil que puede tener un docente es cómo acompañar las distintas capacidades, vocaciones que tiene cada alumno. Cómo se hace lugar a cada una de esas miradas.
–De alguna manera, en la Universidad de Buenos Aires lo responsabilizan a usted por la falta de titularización de los docentes.
–Voy a contestar simplemente a modo de aclaración, porque no me interesa entrar en una discusión pública sobre el tema. Yo realicé dos solicitudes en las que pedía el llamado a concursos para treinta asignaturas. Los gremios de docentes se manifestaron contrarios porque querían la titularización sin concursos y entonces el rector Guillermo Jaim Etcheverry y dispuso suspender los concursos dando un plazo para que los rectores de los colegios que dependen de la UBA (el Nacional de Buenos Aires y el Carlos Pellegrini) presentaran sus proyectos, preferentemente unificados. Yo realicé algunos cambios al mío y los docentes me hicieron llegar otro que también elevé al Consejo Superior, pero los concursos ya estaban suspendidos. Hay temor de muchos docentes de no poder reunir las condiciones.
–¿Qué medidas concretas considera que deberían tomarse para solucionar el conflicto?
–No quiero influenciar, ni que mis palabras sean utilizadas.
Entrevista: Sebastián Abrevaya.
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