EL PAíS › MALESTAR EN LA ROSADA Y LA LEGISLATURA
El gobernador electo quiere nombrar a Ferré como titular de Diputados, pero encuentra resistencia entre los legisladores. La reacción del Gobierno ante el acercamiento de Scioli a Macri.
› Por Martín Piqué
Es una tradición de la política bonaerense. Aunque no siempre se cumple. Una vez electo, el gobernador suele elegir al presidente de la Cámara de Diputados. Según la costumbre, el titular del cuerpo es escogido entre todos los diputados provinciales que comparten el espacio político del candidato vencedor. Daniel Scioli no quiere ser la excepción. Al igual que Felipe Solá en 2005, cuando nombró a Ismael Passaglia como presidente de la Cámara, Scioli también quiere ubicar a un hombre de confianza como titular del cuerpo. Su candidato es Martín Ferré, ex coordinador de sus equipos técnicos. Muy allegado al gobernador electo, treintañero, Ferré fue candidato por la séptima sección electoral (Azul, Olavarría, Bolívar, el centro bonaerense) a pesar de que es de Avellaneda. Esa condición no lo favorece. Muchos de sus futuros colegas no ven con buenos ojos que presida la Cámara. Y ya empezaron los movimientos subterráneos para imponer otros hombres.
La elección del titular de Diputados es un indicio del apoyo con el que asume el gobernador. En 2003, cuando Solá ganó la elección de gobernador (hasta ese momento había completado el mandato de Carlos Ruckauf), no pudo elegir al presidente del cuerpo. En ese momento la Legislatura le impuso a Osvaldo Mércuri, con quien tenía una pésima relación. Solá recién pudo ubicar a un hombre de confianza dos años después, tras la victoria de CFK sobre Chiche Duhalde. Scioli se encuentra ahora ante la misma encrucijada: situar a Ferré en la presidencia de la Cámara baja sería una señal de fuerza. Resignar esa potestad, que los gobernadores siempre intentaron hacer valer, sería interpretado como una muestra de debilidad. No será fácil. En la Legislatura ya le mostraron los dientes. La semana pasada, los diputados bonaerenses no le dieron quórum para votar dos leyes que había pedido especialmente: la conversión de la Dirección de Rentas en una agencia con autarquía como la AFIP, y el establecimiento de una cuenta única de toda la administración provincial, que permitiría, aparentemente, controlar mejor los egresos.
Lo más probable es que esas dos leyes salgan en esta semana. Pero la demora en su aprobación fue un mensaje. Nada casual. El propio Ferré se presentó en el recinto para intentar convencer a los legisladores de que se sentaran en sus bancas. No tuvo mucho eco. Sí lo acompañó un grupo de diputados que están alineados con los ministros Alberto y Aníbal Fernández y el intendente de La Plata, Julio Alak: se trata de Daniel Gurzi, Carlos Bonicatto, Liliana Di Leo, entre otros. El grupo insistió con que la sesión debía realizarse. Pero no se llegó al quórum y Passaglia deberá fijar una nueva fecha para tratar las leyes. El fracaso de la sesión en Diputados (los proyectos ya se habían aprobado en el Senado) alimentó las versiones sobre la existencia de una larvada pelea por los cargos y las comisiones. Se habló sobre todo de una supuesta competencia por la presidencia de la Cámara. Además de Ferré, en la pelea estarían anotados (por voluntad propia o deseo de sus colegas) Raúl Pérez (hombre de La Plata, cercano a Solá), Horacio González (dirigente de Ituzaingó, con ascendencia en la primera sección electoral) y también el ministro de Desarrollo Humano, Jorge Varela (ex intendente de Campana).
La definición de las autoridades de la Cámara deberá enmarcarse en la sucesión de tires y aflojes en la que se está convirtiendo la relación de Scioli con el matrimonio Kirchner. En la Legislatura aseguran que la orden del Gobierno es apoyar en todo las decisiones de Scioli aunque tengan algunas dudas en ciertos temas (como la composición de su gabinete). “La Rosada no se mete en lo que hace. Mira a distancia y nos pide que lo ayudemos”, contó a Página/12 un legislador que compartirá el recinto con Ferré. La aprobación de la nueva Ley de Ministerios que pidió Scioli podría ser una muestra de que la orden se está cumpliendo. Sin embargo, nada es tan lineal. En la Rosada cayó mal la insistencia con que Scioli y sus hombres de confianza llevaron a los medios el tema del déficit provincial. Según los colaboradores del gobernador electo, el rojo de Buenos Aires ya alcanza los 3400 millones de dólares. En Balcarce 50 creen que su cruzada podría terminar afectando el reparto de la coparticipación. Tampoco cayó bien que Scioli haya impulsado varias reuniones con el equipo del próximo jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri, para evaluar iniciativas conjuntas en el área metropolitana. En política los malestares muchas veces suelen comunicarse a través de decisiones concretas y Scioli ya recibió varias respuestas negativas de la Rosada. La primera fue el rechazo a que parte del déficit bonaerense fuera saldado por el Tesoro Nacional y la confirmación de que deberá manejarse con el Programa de Financiamiento Ordenado (el cumplimiento de metas de disciplina fiscal). La segunda, la negativa a concederle un fondo especial de tres mil millones de pesos para financiar obra pública, un pedido que había hecho el futuro jefe de Gabinete de Scioli, Alberto Pérez. El argumento que se escucha en Balcarce 50 es que Buenos Aires no puede tener un tratamiento privilegiado y que la obra pública la seguirá manejando en forma directa la Nación, a través de la cartera de Planificación, sin intermediarios con los intendentes.
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