Mié 19.12.2007

EL PAíS  › LA GOBERNADORA DE TIERRA DEL FUEGO, FABIANA RIOS, HABLA SOBRE POLITICA Y GESTION

“Ni soy Carrió ni tengo sus opiniones”

Marca diferencias con la líder de la Coalición Cívica, señala que sobre el affaire de la valija venezolana “hay que ver si es una investigación o si es un país que interviene en un hecho de corrupción de otro país, desde una posición de gendarme del mundo”.

› Por Werner Pertot
desde Ushuaia

“Buenos días, mi gobernadora”, bromea Fernando Sánchez y todos los diputados del ARI ríen. Están todos, lilitos y disidentes, frente al despacho de la gobernadora Fabiana Ríos. Desde la puerta entreabierta, se ve por la ventana un paisaje de fantasía: las montañas y el mar cruzado por veleros. Ríos sale a recibirlos y el despacho se convierte en un pequeño salón de fiestas. Ella no se quedará mucho: está frenética, de reunión en reunión, pero a la vez se ve contenta. Acaba de firmar un decreto de emergencia para proveer a los comedores escolares, aunque su idea es ir a un sistema donde los chicos coman en su casa. “Ni yo soy Carrió, ni las opiniones de Carrió son las mías”, advierte Ríos de entrada, cuando recibe a Página/12. Lo demuestra, por ejemplo, al hablar de Estados Unidos como “gendarme del mundo”. Su gobierno, que comienza con dificultades heredadas, promete más de una sorpresa: una reforma tributaria progresiva, la universalización de los planes sociales y más de un juicio por corrupción.

Rosarina de origen, farmacéutica de profesión, con 43 años Ríos es la gobernadora más joven y la primera mujer electa para ese cargo. Llegó a la política de la mano del socialista Alfredo Bravo, luego fue una de las fundadoras del ARI. Vive en Tierra del Fuego desde hace 20 años, cuando se vino con su marido, Gustavo Longhi. Quien lo escuche por unos minutos se enterará de que ella es maestra de piano, buena cocinera y lectora voraz de libros. Aunque es católica, no juró por Dios ni por los Santos Evangelios. Su triunfo político lo construyó gradualmente, primero como diputada provincial, luego nacional, hasta ser la primera militante del ARI que se pone frente a una gestión provincial.

–¿Se cae un mito?

–Sí, claro que sí. Los mitos se empiezan a caer cuando la fuerza de la realidad hace que se caigan. Y yo creo que tiene que ver con una fuerza política nueva, que tiene siete años, y que en virtud de ese escaso tiempo ha tenido un rol fundamental en el trabajo parlamentario, pero han sido muy escasas sus actuaciones en ejecutivos. Hay una observación muy concreta sobre lo que va a hacer el ARI en un gobierno de provincia.

–¿En qué condiciones recibe la provincia de manos de Cóccaro?

–El panorama general es complejo en términos institucionales, económicos, financieros y de prestaciones de servicio. Pero no es atribuible a Cóccaro, en esto quiero ser justa también. Lo que se fue construyendo a lo largo de los años es lo que hay que ir deconstruyendo ahora. Si algo se le puede atribuir a Cóccaro es que no hizo los gestos institucionales para revertir lo que venía.

–¿Se refiere a la crisis por la destitución de Colazo?

–No te olvides de que esta provincia surge como tal en 1990. El primer gobierno provincial es en 1991. Es una provincia que tiene 16 años: ocho gobernó el Movimiento Popular Fueguino, cuatro años el PJ y cuatro la Alianza. Pasamos del período fundacional a una consolidación de instituciones en el marco de la era neoliberal, con una lógica economicista. Esa fue la época de José Estabillo. Cuando asume Manfredotti en 1999, ganaba la Alianza a nivel nacional y él sostiene en la provincia la lógica del menemismo: privatización de la obra social, falta de transparencia, concentración de poder.

–O sea que Tierra del Fuego tuvo un bonus track de menemismo.

–Tuvo un bonus track. Hablábamos de un menemismo tardío, mientras el país se decidía a cambiar, en un cambio frustrado al que le siguió la crisis de 2001. La administración de Colazo-Cóccaro no corrigió, sino que profundizó las decisiones que se tomaron en esos años. Tenemos un banco que hay que revisar, una obra social gerenciada, hospitales que guardan la lógica del hospital autogestivo y donde al más humilde se le pone delante la caja sobre el derecho a ser atendido. Hace 10 años que no se hace una sola escuela primaria. Nosotros queremos ir a un Estado que mire a la sociedad.

–¿Qué implican los “juicios de residencia” que proponen para los funcionarios?

–En la Constitución provincial, que es de las más nuevas, existe lo que se llama “juicio de residencia”, que es un juicio de responsabilidad patrimonial y política para los funcionarios después de que dejan el poder. La apertura se plantea en la Legislatura. Esto requiere que la Legislatura sea capaz de ver cómo llegamos a donde llegamos.

–Si se los encuentra culpables, ¿van a responder con su patrimonio?

–Si se identifica responsabilidad política, deben responder con su patrimonio. Así figura en la Constitución (sonríe).

–¿Van a ir hacia la universalización de un ingreso social, como propuso el ARI desde sus inicios?

–Vamos en la búsqueda de eso.

–¿Es posible? ¿En qué tiempos?

–Hay que tener muy bien fijados los límites provinciales, por lo cual deja de ser universal. Esa búsqueda está dentro de Desarrollo Social, inclusive en los nombres de las secretarías. Hoy hay una dirección de “minoridad”, lo que implica pensar al menor en términos judicializables. Nosotros hablamos de una dirección de políticas de juventud e infancia. Las políticas no deben ser focalizadas –como lo hacía el Estado provincial en los noventa–, sino universalizadas al sector social. Vamos a buscar la universalización en los hospitales, en las escuelas, en la atención alimentaria. Esto va a llevar tiempo. Claro que sí. Ni siquiera sé si lo vamos a poder concluir en mi mandato. Pero cada paso va a ser para salir de la focalización.

Política con “a”

–¿Cómo va a ser la relación con el gobierno nacional?

–La idea que estamos planteando es establecer un muy buen diálogo en términos institucionales. El Estado nacional necesita de gobiernos previsibles y decentes. Hoy nuestra provincia no está utilizando los programas nacionales, por no gestionarlos. Nosotros vamos a manejarnos con todo respeto y hasta ahora las señales que hemos tenido en la transición fueron de absoluto respeto, apertura y comprensión. Esa relación debe ser mantenida así.

–¿Qué implica que el país tenga una Presidenta y esta provincia una gobernadora?

–Implica que en el siglo XXI algunas cosas que se pelearon a lo largo de los siglos van empezando a cambiar. Si te muestro la foto de los gobernadores de toda la historia del territorio, te vas a encontrar con que son todos hombres, salvo por la última interventora: Matilde Menéndez. Cada una de las mujeres que estamos ocupando cargos somos las receptoras de una lucha que muchas mujeres dieron a lo largo de los años. Si se piensa que hace 50 años se discutía en este país si teníamos o no capacidad intelectual para votar, me parece que hubo un tránsito importante.

–Cristina dijo que “para las mujeres es más difícil”.

–Sí, claro que es difícil. La presencia social de las mujeres en el espacio público, que era esencialmente masculino, lleva mucho menos tiempo. A medida que se vaya internalizando en la práctica, va a ser mucho más sencillo.

–¿Cristina puede aportar mayor calidad institucional?

–Eso depende de ella. Por lo menos, lo manifestó en el discurso.

–¿Qué opina de la acusación del FBI de que el dinero de la valija venezolana era para su campaña?

–Me parece que lo van a tener que probar. Había dinero en una valija, que entró en condiciones irregulares y no me parece que sea materia opinable. Es materia de denuncias, porque ese dinero tenía un destino y hay que investigar cuál era. Sobre esos hechos, no hay que especular.

–Sin embargo, Cristina sostuvo que es una “operación basura”.

–Bueno, yo no sé. Si es una opinión, y no una investigación, está claro que es una operación.

–Carrió, por su parte, le pidió que “reconozca la realidad” y dijo que “los ladrones no pueden acusar al imperio”.

–La realidad es que hubo valijas con dinero. La verdad, yo no sé si esto es una investigación que está haciendo el FBI o es una opinión de un país que interviene en un hecho de corrupción de otro país, desde una posición de gendarme del mundo. Eso es otra cosa. No sé si Argentina opina sobre los hechos de corrupción en los Estados Unidos. Pero no hay duda de que los hechos de corrupción existen y deben ser esclarecidos. Y la investigación tiene que tener un resultado.

–Finalizó su discurso recordando a los desaparecidos, ¿acuerda con la reapertura de los juicios a los represores?

–Por supuesto. No hay posibilidad de cierre de las heridas en un país si no hay esclarecimiento de las responsabilidades. Nuestro compromiso es el esclarecimiento del pasado y la justicia en el presente.

–¿Cómo impacta en Tierra del Fuego?

–Hubo un caso de un legislador que fue separado del cargo y de un médico que era el que certificaba en Trelew, el doctor Lisandro Lois. Están siendo juzgados en tribunales federales.

–¿Considera que el Gobierno “humilla a las Fuerzas Armadas”?

–Tiene una posición frente a las Fuerzas Armadas que yo no comparto. Pero ni yo soy Carrió, ni las opiniones de Carrió son las mías.

Rebelión cívica

–Ya que hablamos de eso, los dos senadores y los dos diputados fueguinos se integraron al sector disidente del ARI.

–Los senadores no están con ningún sector.

–Pero tampoco están en la Coalición Cívica.

–No, porque acá fueron como senadores del ARI.

–¿Comparte las críticas que le hicieron a Carrió?

–No.

–¿Piensa que se deberían integrar a la CC?

–Pienso que son compañeros de esta provincia, que integran el mismo espacio político que yo, y que tienen una opinión respecto a la construcción nacional diferente de la mía. En ese sentido, respeto su representatividad y las decisiones que tomaron con absoluta libertad. En cualquier caso, estas discusiones las planteamos dentro del partido y las decisiones las anunciamos públicamente. Son discusiones de mucho respeto, de mucho cariño además.

–¿Qué rumbo político debería tomar la CC?

–Creo que el ARI tiene que tener un rol protagónico en la CC, integrándose en esa Coalición con un direccionamiento determinado.

–Hermes Binner es el otro gobernador que pertenece a un espacio de centroizquierda no kir-chnerista. ¿Es posible armar un espacio en común?

–Lo que pretendemos con Hermes es armar un acompañamiento en el gobierno. De hecho, vinieron muchos compañeros de Santa Fe. Con Hermes tenemos una coincidencia en la mirada sobre el rol del Estado, que no viene del ARI, ni de la Coalición Cívica, sino de una vida transitada en la política coincidiendo en esa mirada. Es razonable que en términos políticos haya una comunión y una estrategia de colaboración.

–Por una cuestión de simultaneidad de las fechas, se comparó su victoria aquí con la de Macri en la ciudad de Buenos Aires. ¿Qué impresión le produjo esto?

–La verdad es que... (risa nerviosa). Hubo tanto en Capital como en Tierra del Fuego una búsqueda de cambio. Esta es la única coincidencia.

–¿Qué diferencias tiene con Macri?

–Todas.

–¿Todas?

–Sí, todas. La única coincidencia que tengo es Gabriela Michetti, a la que aprecio en términos personales. Pero estamos en los antípodas en términos ideológicos y sobre la perspectiva del Estado, su función y su gestión.

–Este año, Carrió estuvo a punto de acordar con uno de los socios de Macri, Ricardo López Murphy. ¿Cómo vio esa posibilidad?

–Lo manifesté antes, durante y después: nunca estuve de acuerdo con la incorporación de López Murphy.

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