Eran las 19.52 del 20 de diciembre cuando el helicóptero despegó de la terraza de la Casa Rosada llevándose al ex presidente Fernando de la Rúa. Seis años más tarde, también un jueves y a la misma hora, la Plaza de Mayo volvió a ser ocupada para recordar y repudiar la masacre ordenada por aquella administración en retirada, que dejó 37 muertos en todo el país. “Viva la rebelión popular del 19 y 20 de diciembre, por la victoria de las luchas obreras, no al pacto social, basta de impunidad y represión K”, fueron las consignas que podían leerse sobre el palco. Centenares de organizaciones sociales, políticas y de derechos humanos marcharon desde Congreso hasta 9 de Julio, donde se dividieron en tres columnas. Entre los manifestantes había familiares de Carlos Almirón, Gastón Riva, Diego Lamagna, Alberto Márquez, Gustavo Benedetto y Jorge Cárdenas, los seis asesinados que aquella tarde quedaron tendidos sobre el asfalto del microcentro porteño.

Si bien se esperanzaron con el reciente procesamiento de De la Rúa por cinco de esos seis homicidios, ahora reclaman que la inminente prescripción no deje impunes estos crímenes y frustre el juicio oral.

A las 18 avanzaron los motoqueros del Sindicato de Mensajeros y Cadetes, haciendo sonar las bocinas y acompañados por un bombista y un perro negro. Implementaron el 20 de diciembre como el Día del Mensajero, en homenaje a Riva. Detrás de ellos venía la CTA Capital, la Asamblea de Flores, el Partido Comunista y el Movimiento Territorial de Liberación.

Unas cuadras más atrás estaba la cabecera de la marcha, con un enorme cartel de los trabajadores del Casino “en lucha” y una gran pancarta con la fotografía del testigo desaparecido Jorge Julio López. Diana Kordon (Liberpueblo), Myriam Bregman (Ceprodh), Vilma Ripoll, Agustín Vanella (MST), Marcelo Ramal, Néstor Pitrola (PO), Juan Carlos Giordano (IS), Héctor Heberling (MAS), José Montes, Christian Castillo (PTS), Néstor Correa (AGD-UBA) y Julio Arditti (Suteba) fueron algunos de los dirigentes que marcharon tomados del brazo en la primera fila de esa columna.

“Por una Navidad sin despidos”, escribieron los trabajadores de la empresa Mafissa. Como ellos, estaban también los ceramistas de Fasinpat, los empleados del recuperado hotel Bauen, de Parmalat, del subte, de los hospitales Francés y Garrahan y del diario Crónica. “Se va a acabar, se va a acabar, la burocracia sindical”, fue el cantito más repetido en ese sector. Detrás de ellos venían los militantes de Correpi, de Correpi Sur, de varios centros de estudiantes de la UBA, y por último las columnas del Partido Obrero, del Movimiento Socialista de los Trabajadores, del Partido de los Trabajadores Socialistas y de Izquierda Socialista. En los canteros de la 9 de Julio esperaban su turno para marchar el Movimiento Teresa Rodríguez, el Movimiento de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón, la Corriente Clasista y Combativa y FTC M29 Petete Almirón, entre otros. Los últimos eran el Partido Comunista Revolucionario y la Red Libertaria.

Los trabajadores del Casino, con sus chalecos rojos, y los de la ex Zanon, con sus mamelucos, cantaban juntos cuando la columna se frenó de golpe. Un grupo de jóvenes vestidos de negro con distintivos anarquistas arrojó una bomba incendiaria contra la planta baja del banco HSBC. Desde su interior habían salido las balas que mataron a Benedetto seis años atrás, y está procesado por abuso de armas el ex teniente Jorge Varando, que era su jefe de seguridad.

“Bienvenidos a la plaza de las luchas, compañeros y compañeras”, dijo la dirigente universitaria Vanina Biasi desde el escenario con su potente voz. El documento consensuado reclamó “la aparición con vida de López, la nulidad de los indultos a los genocidas, la cárcel común para los represores, el cese de la criminalización de la protesta social, la libertad a los presos políticos, cárcel a (Aníbal) Ibarra y los responsables de la masacre de Cromañón”, entre otras demandas. E incluyó alusiones a la lucha de Gualeguaychú y a la ocupación norteamericana en Irak.