Lun 24.12.2007

EL PAíS

Al rescate de la historia de los más de veinte desaparecidos de la UCA

Desde la semana pasada, tres placas recuerdan los desaparecidos de la Universidad Católica Argentina. Ahora, la comisión “UCA por la memoria” quiere colocar esas baldosas en la sede de Puerto Madero.

“Desde el Evangelio se pedía compromiso social pero desde otras cátedras se decía otra cosa”, recordó Alberto Sini en las puertas del edificio que perteneció a la Universidad Católica Argentina, donde fue profesor de la materia Doctrina Social de la Iglesia. Los nombres de muchos de sus alumnos, desaparecidos durante la última dictadura, fueron colocados en tres placas en la vereda del monumento histórico nacional que fuera el convento de los Padres Mercedarios. Los miembros de la comisión “UCA por la memoria” planean poner la réplica de esas baldosas conmemorativas frente a la sede principal, en Puerto Madero. El proyecto es todo un desafío ya que uno de los fundadores de la institución, ex obispo auxiliar de La Plata Octavio Derisi, rector desde 1958 hasta 1980, aseguró en plena dictadura que la visita al país de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en 1979 no era necesaria y afectaba la soberanía nacional. Hoy, a cinco años de su muerte, un auditorio de la enorme casa de estudios lleva su nombre.

La calle fue cortada de hecho. Las angostas vereditas de Reconquista al 200 no ayudaban al acto que pretendía realizarse sin interrumpir la circulación de los lujosos autos que pasaban a unas pocas cuadras de la Casa Rosada. El lugar más indicado habría sido Alicia Moreau de Justo al 1400, donde cientos de estudiantes ingresan a diario en la UCA. No sólo por el espacio y la comodidad, sino porque así se habría contribuido a llegar más allá con un mensaje que hoy puede parecer extraño: en la UCA de aquellos años “había militantes del campo nacional y popular”. Así lo recuerdan los sobrevivientes y los familiares, algunos egresados, otros con los estudios incompletos por el exilio o el cierre de las carreras. El próximo paso será acercarse el siguiente 24 de marzo, en un nuevo aniversario del golpe militar, y realizar la conmemoración en donde corresponde.

La primera sede de la Facultad de Ciencias Sociales y Económicas de la Universidad Católica fue inaugurada en agosto de 1966, poco después del golpe de Estado a Illia y a días de la Noche de los Bastones Largos, en la que se reprimió salvajemente a docentes y alumnos de cinco facultades de la Universidad de Buenos Aires. El nuevo edificio fue bendecido por el cardenal primado Antonio Caggiano, en su calidad de Gran Canciller de la Pontificia Universidad Católica Argentina. Como símbolo de la complicidad entre gobierno de facto y la Iglesia, el acto contó con la presencia del entonces ministro del Interior, Enrique Martínez Paz –que estaba allí en representación del dictador Juan Carlos Onganía–, además del rector de la institución Octavio Derisi y el padre mercedario Juan de la Vega.

Con el golpe, la situación de opresión y autoritarismo fue en aumento. Se sancionaba reiteradamente a los estudiantes que se manifestaban en contra de la invervención de los militares en las universidades o los que reclamaban por mayor autonomía de la UCA. “Cuando la alta curia apoyaba el golpe de Onganía, nosotros saltamos con que no. Y no éramos tantos. Ese que está ahí, ese barbudo, era el que estaba arriba del auto tirando trompadas para defender la democracia cuando lo echaron a Illia y el que lo echaba a Illia era Julio Alsogaray, que era el papá de un compañero nuestro”, recordó Pil, hermano de Hugo Perret, estudiante de sociología asesinado en Hurlingham. El “barbudo” es Eduardo Saguier, un estudiante de Economía que se hizo “muy amigo de los de sociología porque compartían el pasillo”. En ese momento, más de 30 alumnos dejaron la institución para ir a estudiar a la Universidad del Salvador y otros menos recalaron en la Católica de Chile.

“No era sólo la cúpula de la UCA, sino toda la cúpula de la Iglesia. Sin el apoyo de la Iglesia Católica en pleno, el Ejército no se hubiera animado a ir tan lejos como fue. Ellos santificaron la represión de una forma feroz y transformaron a la gente que quería luchar contra la injusticia en el eje del mal”, aseguró Federico Urioste, director de las películas Rebelión y Hundan al Belgrano, compañero de Lalo Alsogaray (asesinado en Tucumán), Palito Olivera y Fernando Perera (ambos desaparecidos), todos ex alumnos de la UCA.

En aquellos años casi todos tenían algún tipo de militancia, en su mayoría de la organización Montoneros o de las Fuerzas Armadas Peronistas. “Eramos parte de una sociedad militarizada”, sostuvo Urioste y agregó que fue consecuencia del “bombardeo a la Plaza de Mayo, el golpe contra Frondizi, el golpe contra Illia y el Cordobazo, que en un momento determinado militarizó a la juventud porque era la única respuesta que se podía tener”. Sin embargo, otros sectores de la Iglesia impulsaban la “opción por los pobres”, reflejo del Concilio Vaticano II, el Movimiento de Curas del Tercer Mundo y las propuestas del Episcopado Latinoamericano de Medellín.

La Facultad de Sociología fue cerrada a fines de 1976, tras el golpe del 24 de marzo. Los alumnos recuerdan que anteriormente “dentro del departamento de Sociología había libertad pero siempre estaba en conflicto con el rectorado”. La lista de desaparecidos estudiantes de la UCA fue completándose en el mismo momento de colocación de las placas y quedó abierta para futuros nombres. El acto tenía una similitud con las reuniones de ex alumnos: “Lo que nos reúne no es la nostalgia ni el recuerdo de los muertos sino el castigo a los culpables, no importa si usan uniforme, saco y corbata o, incluso, sotana”.

Informe: Sebastián Abrevaya.

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