Vie 28.12.2007

EL PAíS  › EN LA COMITIVA ARGENTINA TEMEN POR EL EXITO DE LA GESTION

Los secretos de la operación

Los argentinos temían que alguna fuerza con intereses en el tema (y vinculada a Estados Unidos) realice una acción que eche a perder el armado de la “Operación Transparencia”, que se ultimaba en Caracas. La posición del presidente colombiano, Alvaro Uribe. La gestión a los ojos de Washington, según evalúan en el Gobierno.

› Por Fernando Cibeira

Desde Caracas

“Esto podría no funcionar”, le dijo el presidente de Colombia, Alvaro Uribe, a la presidenta Cristina Fernández durante el diálogo que mantuvieron el miércoles en el que quedó definido que Néstor Kirchner encabezara la delegación argentina que hoy formará parte de la presencia internacional en la liberación de tres rehenes de las FARC. El relato pertenece a una fuente diplomática y da cuenta de lo precario del operativo, del que ni el propio anfitrión parece estar convencido. “Viajamos un poco a ciegas”, reconocían en la comitiva argentina, donde todavía temían que algún factor con intereses en la cuestión –léase alguna fuerza paramilitar– realizara una acción que echara a perder el armado que se ultimaba anoche en Caracas.

El ex presidente Kirchner y el canciller Jorge Taiana llegaron a las 21.10 hora argentina al aeropuerto de Maiquetía a bordo del Tango 01. “Vengo en representación de la Presidenta argentina junto a nuestro canciller. Venimos a respaldar actitudes humanitarias que hacen muy bien a la región”, sostuvo el ex presidente al pie del avión. Fue recibido por el vicepresidente de Venezuela, Jorge Rodríguez, que le pasó un teléfono, presumiblemente una llamada de Hugo Chávez. Del aeropuerto, Kirchner y Taiana fueron directo al Palacio Miraflores, donde los esperaba el presidente venezolano para ponerlos al tanto de las últimas novedades de la “Operación Transparencia”, según la denominó.

Se barajaban dos planes: en uno, irían en avión directamente hasta Villavicencio, la capital del departamento del Meta, y de allí un helicóptero hasta la selva, donde se haría la liberación. En el otro, habría una escala previa en un punto cercano a la frontera entre Venezuela y Colombia, así ingresarían a territorio colombiano directamente con los helicópteros de la Cruz Roja. En el armado había una parte lógica de secreto para evitar filtraciones que pudieran frustrar el operativo, pero también una cuota de imprevistos que cambiaban algunos detalles minuto a minuto.

Así y todo, se suponía que la liberación se produciría hoy, en un lugar no precisado de la selva. Probablemente, algún punto situado al sur o al oeste del mismo departamento del Meta. No habría por los alrededores ninguna unidad del ejército colombiano, según las condiciones aceptadas por el gobierno.

En la comitiva argentina evaluaban que las dudas que Uribe le manifestó a Cristina Kirchner en esa conversación tenían que ver con su incómoda posición en el proceso de liberación de Clara Rojas, su hijo Emmanuel y de Consuelo González. El presidente colombiano rompió sin motivos claros la primera mediación de Chávez cuando ya se habían producido avances y ahora debió aceptar –“en 45 minutos”, remarcaban en la delegación que encabezó Kirchner– el nuevo plan que le presentó el venezolano, que incluyó una delegación internacional que funcionará como garante, de la cual el ex presidente argentino es la figura más destacada. De ahí el temor de que algún grupo paramilitar –que responda a intereses del oficialismo o con buena sintonía con algún sector de Washington– busque arruinar el operativo. Uribe, evaluaban a bordo del Tango, era quien menos rédito sacaba con la liberación. Si todo sale redondo, imaginaban, los laureles quedarán para Chávez y el gesto de “desagravio” propuesto por las FARC.

“Uribe podría haber encabezado un canje humanitario con todos los presidentes de la región presentes en Colombia, pero cortó la mediación de Chávez de manera inexplicable”, sostenía una fuente de la delegación argentina. La versión de Uribe es que tomó esa decisión porque Chávez había pasado los límites al mantener una conversación telefónica con el jefe del ejército colombiano. En el gobierno argentino creen que respondió a una directiva de la Casa Blanca, espantada por el protagonismo de Chávez y el buen diálogo que había conseguido establecer con la guerrilla colombiana.

Buena suerte

“Suerte”, le deseó la Presidenta a su marido mientras almorzaban ayer en Olivos antes de subirse al avión. “Claro, ¿por qué no viajás vos?”, le respondió Kirchner, según contaban en la comitiva.

Obviamente, era un chiste, porque el ex presidente, aseguraba, nunca dudó en reemplazar los mocasines por los borceguíes –aunque este cambio tampoco podía ser confirmado– para sumarse a esta gestión pese a que el resultado final aún mantenía una alta cuota de incertidumbre. “No podía hacerme el desentendido, si prácticamente todo esto lo armó Cristina”, explicó Kirchner. Ambos hicieron en los últimos tiempos varias gestiones para la liberación de los rehenes de la guerrilla, con la idea de que es una tarea que le corresponde a la región, una gestión de corte humanitario que debe prevalecer sobre las rencillas políticas de los presidentes. En la comitiva aseguraban que siempre habían actuado en sintonía con el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, que coincide con la postura argentina. En ese sentido valoraban que hubiera enviado como integrante de la delegación a Marco Aurelio García, su principal asesor en materia internacional. “Es prácticamente su número dos”, sostenían.

De acuerdo con el relato que hacían en el avión presidencial, Kirchner considera que esta operación es un buen ejemplo del papel que puede jugar la Argentina en materia de relaciones exteriores. “Una gestión humanitaria dentro de la región, ¿cómo no va a estar Argentina? En eso podemos desempeñar un rol importante”, explicaba. En este caso específico, la ilusión era que a esta liberación unilateral dispuesta por las FARC le siguieran otras y se reabrieran las negociaciones para el canje de rehenes por guerrilleros presos.

En lo que no eran muy optimistas era en las posibilidades de que entre los liberados esté la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, por quien los Kirchner más se han movido, incluso en respuesta a una carta que les envió el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy. “Con toda la repercusión internacional que tuvo el caso desde que se conocieron las fotos de ella en cautiverio, no creo que la dejen libre así nomás. Ahora Betancourt vale mucho”, evaluaban.

Kirchner no había dudado de participar de la operación, subrayaban, pese a que tienen la convicción de que no es inocua a ojos de Estados Unidos. El rol protagónico asumido por el gobierno argentino en la cuestión de los rehenes, sumado a otras definiciones de los últimos días, sostenían, encrespó los ánimos en el Norte al nivel de provocar la reaparición estelar de la valija de Antonini Wilson en la Justicia de Miami. “Fueron muchas cosas. El discurso de Cristina al inaugurar el Banco del Sur, donde reivindicó a Chávez como un militar patriota, después subrayó que el combate global al terrorismo no habilitaba la violación unilateral de los derechos humanos, la misma puesta en marcha de un instrumento como el Banco del Sur, sumado a esta gestión por la liberación de los rehenes, todo eso sumado les molestó mucho. Yo le dije a Cristina: ‘Después de esto, algo van a hacer’. Y reapareció esta pavada de la valija de Antonini. Los fiscales acusan en los tribunales y el verdadero culpable está en la casa bañándose en la pileta”, fue el comentario de Kirchner según uno de los integrantes de la comitiva.

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