El escenario 2008 en Diputados tendrá como protagonistas los acuerdos y tensiones en la mayoría oficialista y al acercamiento entre la CC y los radicales.
› Por Miguel Jorquera
El debut de la nueva composición de la Cámara de Diputados –en la que el oficialismo tiene una abrumadora mayoría– no fue un buen augurio para el kirchnerismo de cara al 2008. En la última sesión de 2007, el Frente para la Victoria logró sin mayor esfuerzo reunir el quórum necesario para sesionar, pero confiado en su propia fuerza numérica asumió el riesgo, forzó una votación y perdió. Ni sus propios aliados, incluidos los radicales K, acompañaron el proyecto para crear dos nuevas empresas ferroviarias estatales. Un traspié que obligará al kirchnerismo a consensuar las iniciativas, incluso hacia el interior de su heterogénea bancada, en un año donde el Congreso será uno de los escenarios principales de las disputas y reacomodamientos políticos. Un esquema al que tampoco escapa la oposición: la Coalición Cívica y el radicalismo buscan un acercamiento; el macrismo intentará superar el fracaso de aglutinar en el Parlamento a los partidos de derecha, y la centroizquierda quiere reagrupar fuerzas en la Cámara baja con la creación de un interbloque. Todo en medio de las controversias internas de cada uno de los grupos.
Aquel primer error de cálculo del oficialismo –le faltaron doce votos para alcanzar los dos tercios– tuvo varias interpretaciones: desde la interna palaciega entre Alberto Fernández y Julio De Vido hasta la falta de coordinación con los bloques aliados. “Nos faltó coordinar la votación”, esgrimieron los diputados kirchneristas para lavar culpas en la “inexperiencia” legislativa de sus aliados. El duro reproche con que el jefe del bloque kirchnerista, Agustín Rossi, cuestionó a Daniel Katz el voto negativo de los radicales K fue apenas una muestra que indica que el diálogo entre ambos sectores dista de ser cordial y fluido. Rossi creyó que había cumplido con la “voluntad política” de tratar el proyecto como lo pedía el Gobierno, pero explotó cuando tuvo en sus manos la lista impresa de la votación nominal. Más que su propia tropa, le habían fallado sus aliados. Varios radicales K votaron en contra y otros se abstuvieron. Lo mismo hicieron los diputados del Frente Cívico de Santiago del Estero, la esposa del ex gobernador entrerriano Jorge Busti, María Cremer, el socialista Ariel Basteiro y la porteña Vilma Ibarra.
A estos dos últimos, el kirchnerismo los contabilizaba como propios hasta que a los pocos días de asumir sus bancas –como lo adelantó Página/12– formaron el bloque Encuentro Popular (EP), junto a Victoria Donda y Cecilia Merchán. Todos ellos electos en las listas del FpV-PJ o respaldados por el kirchnerismo. Este será el nuevo desafío del oficialismo, que a pesar de contar con una abrumadora mayoría, no pudo disciplinar a propios y aliados detrás de un proyecto del Gobierno.
Tras las elecciones, no fueron pocos los dirigentes de la UCR que empezaron a cuestionar su política de alianzas y comenzaron a enviar señales de acercamiento a la CC de Elisa Carrió. Para Lilita, la posibilidad de coincidir con los radicales es parte de su proyecto a “mediano plazo”, como parte del armado de un gran espacio opositor. “No lo descartamos, pero es una tarea que llevará tiempo”, reconoció a Página/12 Adrián Pérez, la principal espada de Carrió en Diputados.
La elección de las autoridades que la Cámara baja reserva para la oposición amenazaba con convertirse en un escollo en el camino común de ambas fuerzas, que se disputaban esos lugares. Pero la pelea se trastrocó en acuerdo. La CC reconoció a la UCR como principal bancada opositora y su lugar en la vicepresidencia segunda de la Cámara. Los radicales respaldaron a la arista Marcela Rodríguez, como parte del interbloque opositor más numeroso, para la vicepresidencia tercera.
Pero no todos en la CC ven con buenos ojos este acercamiento, en especial la radical disidente Margarita Stolbizer. “Si se avanza en esto van a querer venir en masa todos los que cuestionamos dentro de la UCR”, afirmaron los hombres de confianza de la bonaerense. Tampoco cayó muy simpático en varios diputados del interbloque de la CC –del que forman parte los socialistas, aunque mantienen su propia bancada– el protagonismo que asumió Patricia Bullrich, una de las figuras más resistidas en el interior del nuevo espacio, cuya presencia desató la ruptura de ocho aristas históricos con la CC.
Los macristas empezarán el año parlamentario tratando de superar el fracaso en conformar el interbloque más numeroso de la Cámara de Diputados. Los hombres de Macri tenían la intención de presentarse ante la sociedad como la principal fuerza opositora en el Parlamento. Pero las negociaciones, que en principio parecían auspiciosas, terminaron en la nada. Primero se bajaron los neuquinos del MPN, tras el acercamiento del gobernador Jorge Sapag al Gobierno nacional. Después desertaron de las negociaciones los referentes puntanos de los hermanos Alberto y Adolfo Rodríguez Saá, que prefirieron tratar de convocar al peronismo disidente.
Sólo conservaron en el interbloque a sus aliados bonaerenses de Unión-PRO, que encabeza el empresario Francisco de Narváez, los gansos del Partido Demócrata mendocino y los representantes de Recrear, aunque Nora Ginzburg se alejó del macrismo después de los desplantes que el jefe de Gobierno porteño tuvo para con su jefe político, Ricardo López Murphy.
Dispersos, los referentes del centroizquierda en la Cámara baja intentan aunar esfuerzos con la conformación de un interbloque. En esa dirección marchan las negociaciones entre el ARI Autónomo que dirige Eduardo Macaluse, el economista de la CTA Claudio Lozano (compañero de Fernando Pino Solanas en Proyecto SUR), y la periodista Norma Morandini, que abandonó el Partido Nuevo de Luis Juez.
Estos sectores no sólo acercaron sus bancas en el recinto –se sientan juntos–, sino que elaboraron proyectos comunes para diferenciarse del resto de las críticas opositoras al Gobierno por el escándalo de la valija de Antonini Wilson. La mayoría de ellos tiene la vista puesta en los desprendimientos que podrían producirse en otras bancadas.
“Hay serias contradicciones no sólo hacia el interior del bloque oficialista, sino dentro de los propios bloques opositores”, sintetizó Lozano ante este diario. Desde el centroizquierda se preguntan cuánto resistiría la unidad del bloque oficialista si la “meseta en el crecimiento económico” –que pronostican– no responde a todas las necesidades de la sociedad; o cuánto tardará en estallar en el interior de la CC, incluidos los socialistas, la “derechización de Carrió”.
En medio de ellos, las bancadas de los partidos provinciales y más de una decenas bloques unipersonales buscarán acomodarse bajo el paraguas oficialista o mantener su propio perfil en acuerdos con distintos grupos opositores, en un Congreso que intentará concentrar en 2008 el debate político y la atención ciudadana.
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