A poco de asumir como diputado, Claudio Morgado (FpV) propone cambiar el régimen de radiodifusión e incluir la lengua de señas en la escuela.
› Por Miguel Jorquera
Varias veces se probó el traje para asumir como diputado nacional pero lo tuvo que devolver al placard. Recién dos años después de haber sido candidato por el Frente para la Victoria porteño, Claudio Morgado juró en diciembre como legislador en reemplazo del ex canciller Rafael Bielsa, que renunció a su banca. Músico de profesión, humorista, tras 16 años de poner la cara en televisión Morgado se sumó de lleno al proyecto político del kirchnerismo –aunque no tiene “formación peronista”– y se tomó “en serio” la tarea parlamentaria: quiere reformar la ley de radiodifusión instrumentada por la dictadura, promueve la incorporación del lenguaje para hipoacúsicos como segundo idioma en los colegios y quiere dar el debate para imponer un impuesto a la “copia privada” para crear un Instituto de la Música que financie la actividad de los artistas independientes.
A los 48 años, a Morgado los más grandes lo recuerdan por su paso por los programas infantiles del Agujerito sin fin y Cablín, y los más jóvenes como uno de los conductores de Televisión Registrada. Ocupó un puesto jerárquico en Canal 7 (al que renunció) y aún conserva un espacio en Radio Nacional que comparte con la periodista Miriam Lewin. Ahora, tampoco quiere que su labor en el Congreso pase inadvertida.
–¿Le alcanzarán dos años como diputado para cumplir con los objetivos que se había trazado?
–Además del tiempo y los proyectos puntuales, me gustaría desarrollar varios ejes conceptuales y que los proyectos que devienen de esos ejes se plasmen. Después, si a alguien le interesa recoger esa posta, que lo haga.
–¿En qué ámbitos?
–En los temas que conozco y en las comisiones que quiero estar: discapacidad, cultura, comunicaciones y medio ambiente.
–¿Qué proyectos tiene pensado en cada una?
–Son ejes de construcción política, más que algún proyecto en particular. Uno de ellos es el concepto de inclusión, que si hay algo que caracteriza, para mí, a este Gobierno, es la inclusión.
Pero en el Congreso las cosas no sólo pasan por las buenas intenciones, sino por las leyes que se puedan generar para superar dificultades.
–El tema de discapacidad me preocupa porque mi hija de 14 años (Manuela) es hipoacúsica. Lo transito como padre, no me lo cuentan, lo vivo. Aquí también hay que ver el tema de la inclusión. Por ejemplo, del lado de la discapacidad auditiva no conocemos el lenguaje de señas, en el mejor de los casos le hacemos un lugar al sordo para que venga con nosotros y que él se rompa los cuernos para tratar de entender lo que decimos.
–¿Cómo se lograría esa inclusión?
–Una cosa puntal sería incluir en la Ley de Educación, que la enseñanza de un segundo idioma no sólo sea inglés o francés, sino también el lenguaje de señas. La lengua de señas tiene la categoría de idioma. Mi intención es que esos ejes de construcción política no sean sólo testimoniales, sino que se plasmen en leyes concretas.
–¿Y en comunicación?
–Cosas chiquitas (sonríe): la ley de radiodifusión. Todavía está en vigencia la ley de la dictadura, firmada, entre otros, por Harguindeguy y Videla. Tuvo algunas modificaciones como la del ’99, para peor y Menem lo hizo, con la concentración de las licencias que originó los grandes monopolios de comunicación y de información.
–¿Cree que podrá avanzar en su derogación y generar un cambio importante?
–Me parece que es un momento propicio para cambiar la ley de radiodifusión. Estoy estudiando el proyecto ley que armó (Osvaldo) Nemirovsci (el ex presidente de la Comisión de Comunicaciones), y hay otros proyectos, algunos sustancialmente diferentes. Incluso, Osvaldo me explicó que una de las cosas de las que adolece el proyecto es la inclusión de los medios digitales, que entonces no estaban tan desarrollados como ahora.
–Pero nunca llegaron a debatirse en el recinto.
–Jamás pensé que un gobierno iba a derogar las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, creía que no lo iba a ver. ¿Por qué en este marco no se podría tocar un intocable como es la ley de radiodifusión?
–¿En cultura?
–Trabajo en el proyecto para crear el Instituto de Música, como el Incaa (cine), pero para la actividad musical, y fomentar a los músicos independientes o los pibes que arman sus bandas. Se financiaría con el gravamen a la copia privada a través de un porcentaje en la venta de MP3, o reproductores digitales que permiten copiar música. Sé que es complejo porque en el medio aparecen los derechos de autor, la propiedad intelectual, patentes y marcas, etcétera. Un tema que tiene adherentes y detractores por derecha y por izquierda, pero que merece un debate profundo con la participación de todos los sectores involucrados.
–¿Piensa que toda esa tarea va a ser fácil con este Congreso cuestionado?
–No, pero me parece importante que haya voluntad política para hacerlo.
–¿Dentro del kirchnerismo se siente incluido o un marginal?
–Creo que existe una construcción mediática que adentro del kirchnerismo no hay disensos ni debate interno, y la verdad que sí, que hay mucho debate interno. A mí nadie me dijo “vos tenés que hacer esto”.
–¿Podrá sostener esa independencia política dentro del oficialismo?
–Creo que sí. No es que todos tenemos brazos de yeso, no lo veo. Los debates se dan en las comisiones, donde hay opiniones encontradas entre compañeros de bancada y puntos de vista muy diferentes.
–¿Le costó romper el hielo con sus compañeros de bancada y que hablen de política con el humorista, con el hombre que viene de los medios?
–Vengo de los medios y no reniego de eso. Lo bueno es que no tengo que hacer una construcción mediática de mí mismo.
–La tendría que revertir y demostrar que puede ser un buen legislador.
–No quiero ser un buen legislador sólo por una construcción mediática.
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