Lun 14.01.2008

EL PAíS  › LOS HOSPITALES ATIENDEN A 188 MUJERES POR DIA POR COMPLICACIONES DE ABORTOS

Las cifras de una epidemia silenciosa

Se calcula que por cada una que se hospitaliza hay siete mujeres que recurren a un aborto seguro, sin complicaciones. Esa estadística no toma en cuenta las que fueron atendidas en guardias ni las que mueren. En las provincias del Norte todavía recurren a métodos como la introducción de tallo de perejil, de agujas y de sondas.

› Por Mariana Carbajal

Cada hora, siete mujeres egresan de un hospital público del país después de haber estado internadas por complicaciones por un aborto. A lo largo del día serán un promedio de 188, según las últimas estadísticas oficiales a las que tuvo acceso Página/12. Aunque en todos los casos no se trate de interrupciones voluntarias de un embarazo –algunas pueden ser espontáneas–, la impactante cifra da una clara magnitud del problema sanitario del aborto en la Argentina, pero es apenas la punta de un iceberg: por fuera de ese cómputo quedan las mujeres que recurren a un aborto seguro y no tienen complicaciones –se estima que son siete por cada una que tuvo que hospitalizarse–; las que reciben atención en una guardia y las que mueren. Como las dos jóvenes que fallecieron entre septiembre y octubre en el Argerich por un aborto infectado realizado con métodos precarios, según pudo saber este diario, una causa de muerte que hacía tiempo que no se registraba en ese hospital porteño, ubicado a escasos minutos de la Casa Rosada.

Cada cinco años se cuentan los egresos hospitalarios por diagnóstico de establecimientos oficiales. El último cómputo corresponde a 2005 y el procesamiento de los datos de todo el país, a cargo de la Dirección de Estadísticas del Ministerio de Salud de la Nación, acaba de finalizar. Página/12 accedió a la publicación, que da cuenta de las internaciones registradas en centros asistenciales nacionales, provinciales y municipales. La información tiene algunas limitaciones con respecto a su cobertura: no toma en cuenta a los establecimientos dependientes de Fuerzas Armadas y de Seguridad, de Universidades Nacionales, como el Hospital de Clínicas, y de las obras sociales y el sector privado. De todas formas, es una excelente herramienta para analizar las causas de morbilidad de pacientes internados. Y en este caso, el eje está puesto en el aborto como motivo de hospitalización. Las complicaciones de aborto son la principal causa de mortalidad materna en la Argentina desde hace 25 años.

Con relación a la anterior medición, del año 2000, las hospitalizaciones por aborto descendieron levemente, apenas un 3 por ciento. En 2005, hubo 68.869 mujeres que tuvieron que ser internadas por esa causa, sin contar Salta y Tucumán, que no suministraron sus datos. Cinco años antes –sacando del cálculo a esas dos provincias para poder comparar las cifras–, el total había sido de 71.076. Se podría decir que en este lapso la cantidad de mujeres que demanda internación por complicaciones de un aborto se ha mantenido más o menos estable, con una tenue tendencia a la baja. Es más, si se analizan los datos por franjas de edad de las pacientes, se observa que en todas hay menos casos, salvo en la de las mujeres de 50 a 54 años, donde pasaron de 79 en 2000 a 100, en 2005 y entre las mujeres más jovencitas: en el grupo de nenas de 10 a 14 años, las internaciones por aborto treparon de 498 a 511 en 2005 y entre las adolescentes de 15 a 19 años, subieron de 9909 a 10.399 en el mismo período.

Entre 1995 y 2000, sí se había producido un salto muy significativo de internaciones por abortos: en esos años aumentaron un 46 por ciento, con picos de incremento de 148 por ciento en San Luis, 143 por ciento en La Rioja y 103 por ciento en Santiago del Estero.

La provincia de Buenos Aires, la jurisdicción con mayor población del país, registra el número más elevado de hospitalizaciones por complicaciones de aborto: el 45 por ciento del total, ocurrieron en su territorio. En total, fueron 31.089. Lo que equivale a decir que cada día 85 mujeres fueron dadas de alta después de requerir atención e internación en un hospital público bonaerense.

La médica Estela Acosta, jefa del Servicio de Tocoginecología de la Maternidad Ana Goitia, de Avellaneda, da cuenta de un fenómeno que se repite en otros lugares del país: “Las internaciones por aborto han disminuido en los últimos años por el uso cada vez más extendido y difundido boca a boca del misoprostol, la pastilla a la que recurren las mujeres para abortar solas”, señala Acosta en diálogo con Página/12. “Para nosotros es realmente un alivio. Antes venían infectadas, con riesgo de muerte o de pérdida del útero o los ovarios, o ambos órganos”, agrega la médica. En la Maternidad Ana Goitia se atendieron entre enero y noviembre de 2007 a 292 mujeres que llegaron con cuadros derivados de abortos. “Se sabe que el 10 por ciento de los embarazos puede terminar en un aborto espontáneo. El resto son abortos de gente que no ha tenido educación o los medios para evitar un embarazo no deseado”, apunta Acosta.

Lo habitual es que no quede registrado si el aborto ha sido provocado o espontáneo. Son pocas las mujeres que reconocen ante un médico o una médica que recurrieron a alguna maniobra para interrumpir un embarazo no deseado por temor a ser denunciadas o simplemente culpabilizadas y maltratadas por los profesionales. Acosta dice que en el ámbito bonaerense “ya no se hace la denuncia criminal” de la mujer que llega con un aborto incompleto realizado en la clandestinidad. El cambio, sostiene, se produjo a partir de la entrada en vigencia de la resolución 304 de 2007 del ex ministro de Salud bonaerense Claudio Mate, firmada un año atrás, durante la gestión del gobernador Felipe Sola, por la cual se creó un protocolo para la atención del aborto no punible y de las mujeres víctimas de violación. “Ahora hay otra mirada sobre la mujer que aborta, menos castigadora, más humanitaria”, admite Acosta.

–¿Hubo resistencias entre los tocoginecólogos para cambiar de paradigma? –le preguntó Página/12.

–En nuestra maternidad nos ha costado varias reuniones con los médicos, en las que les he hablado de que no se las debe maltratar, que la mujer llega a esa situación como última instancia y que debemos saber que antes es el Estado el que no ha hecho nada para ayudarla a evitar ese embarazo no deseado y prevenir ese aborto. El cambio comenzó con la gestión y el encuadre que le dio al tema el ex ministro de Salud, Ginés González García. Estamos expectantes ante la nueva gestión –respondió Acosta.

Dos muertes

En los hospitales porteños, los egresos por aborto en 2005 fueron 6545, un promedio de 17 por día. No entran en esa estadística oficial, por ejemplo, dos jóvenes que murieron entre setiembre y octubre en el Argerich por infecciones causadas por aborto: a ellas no les pudieron dar el alta. “Hacía rato que no pasaba algo así. Si las pacientes no tuvieran miedo de consultar cuando tienen complicaciones con un aborto porque está penado por el Código Penal, no se llegaría a esas situaciones tan dramáticas”, señaló ginecóloga Sandra Vázquez, del Servicio de Adolescencia del Argerich, donde puso en marcha un consultorio en el que asesoran a las jóvenes que tienen decidido interrumpir un embarazo, y les brindan información antes y después del aborto, sin juzgarlas ni denunciarlas, para evitar que sufran lesiones que demanden internación o lleguen a perder la vida en el intento.

Cada semana reciben entre dos y tres adolescentes que tienen un embarazo no deseado. “La mayoría no desiste de hacerse el aborto, pero lo hace en condiciones seguras. Nosotros no les recomendamos ningún método, no lo podemos hacer, pero trabajamos con la información que ellas traen. Si dicen que van a ir al rancho de al lado a ponerse una sonda, les advertimos que corren riesgos. E inmediatamente las introducimos en el programa de salud sexual y reproductiva, para que tengan un método anticonceptivo y no repitan la situación de aborto”, explicó Vázquez, cuya iniciativa, réplica de una experiencia uruguaya, ya ha recibido varios premios. En los últimos cuatro meses, en el Servicio de Adolescencia del Argerich y gracias a la consejería pre y post aborto, no han tenido internaciones por interrupciones de embarazo. “Al haber un espacio en el que pueden consultar, ninguna viene con complicaciones”, destacó Vázquez.

Métodos precarios

Lejos de la Capital Federal, 1643 kilómetros hacia el Norte, en San Salvador de Jujuy el panorama es distinto. En el Hospital Pablo Soria, el más importante de la provincia por número de partos, todavía se ven mujeres que en la desesperación por no continuar con un embarazo no buscado recurren a métodos tan precarios como peligrosos, como la introducción de tallo de perejil, de agujas y de sondas. “Aún tenemos mujeres muy jóvenes, chicas de 18, 19, 20 años, a las que hay que sacarle el útero y el ovario porque siguen apelando a esos métodos aberrantes. Seguimos viendo mujeres de todas las edades y condición social, jóvenes con secundario completo, con terciario y también universitarias, que recurren a prácticas muy primitivas para abortar”, describe Ricardo Cuevas, jefe de la Unidad del Servicio de Ginecología del Hospital Soria y responsable provincial del programa de Salud Reproductiva. Hay días, precisa, que reciben diez casos derivados de los centros de salud del interior de la provincia. De todas formas, Cuevas da un dato alentador: en comparación con 2002, el número de internaciones por complicaciones de aborto en ese centro de salud han bajado aproximadamente un 50 por ciento. Allí también las mujeres recurren al misoprostol. “El descenso de los casos tiene que ver con que hay anticonceptivos en los hospitales. En el hospital empezamos a trabajar en consejería en salud reproductiva en enero de 2007; antes dábamos anticonceptivos pero sólo a demanda de la paciente”, agregó Cuevas.

–¿Cómo atienden los médicos los casos de mujeres que llegan con abortos provocados? –le preguntó este diario.

–La actitud del personal de salud frente al aborto es muy difícil de cambiar. Tienen una actitud un tanto negativa, la atiende sin un marco humanitario que recién ahora se está empezando a implementar. Lo peor es vencer la resistencia de lo médicos. La mortalidad materna en Jujuy es de las más altas del país. En 2006 volvió a subir en la provincia. El aborto es la principal causa, o sea es un problema serio de salud pública, que se puede evitar con anticoncepción. Pero fíjese, tengo colegas que no se animan a colocar un DIU porque nunca lo han puesto –responde Cuevas.

En 2005, las hospitalizaciones por aborto en el sector público llegaron en Jujuy a 2101, según la Dirección de Estadísticas del Ministerio de Salud de la Nación.

No deseados

Después de la provincia de Buenos Aires y ciudad de Buenos Aires, Mendoza es la jurisdicción con más casos de egresos hospitalarios del sector público por aborto: 3155 en todo el 2005. En la principal maternidad de la provincia, la del Hospital Lagomaggiore, de la ciudad de Mendoza, hicieron un seguimiento entre 1999 y 2004 de las pacientes internadas en terapia intensiva por causas obstétricas, es decir, los casos más graves. En ese período hubo 250 pacientes en esas condiciones, de las cuales 45 llegaron a internarse de urgencia por un aborto practicado en malas condiciones sanitarias: a 33 debieron someterlas a intervenciones quirúrgicas para extraerles el útero y/o el ovario; diez, directamente murieron, informó a Página/12 el médico Carlos Cardello, director de Maternidad e Infancia de la provincia desde 2000. “Esto habla claramente de un problema de salud pública. No podemos mirar para otro lado. Se debe dar educación sexual y profundizar los programas de salud sexual y reproductiva”, consideró Cardello. En el año 2006 no murió ninguna mujer por aborto en Mendoza.

El aborto, se sabe, está relacionado con el embarazo no deseado. En Mendoza hicieron una encuesta muy interesante: le preguntaron a todas las mujeres que acababan de parir en las maternidades de referencia de la provincia a lo largo de un mes, entre julio y agosto de 2007, si querían o no tener el hijo que acababan de dar a luz. De un total de 1200 encuestadas, “un 16 por ciento respondió en sentido estricto que no quería tener esa criatura y casi 45 por ciento dijo que el embarazo no había sido planificado, con lo cual sumamos casi 60 por ciento de embarazos no deseados”, detalló Cardillo. “Lo primero que hay que hacer para prevenir el aborto es cortar la cadena del embarazo no deseado”, apuntó. En Mendoza estudiaron, además, las consecuencias en la salud y la vida del bebé cuando la gestación no fue buscada. “Dos tercios de los chicos que pesaron menos de 1500 gramos, es decir, que tienen muy bajo peso al nacer, provenían de embarazos no deseados –explicó el director de Maternidad e Infancia de la provincia–. La estadística muestra que los que tienen muy bajo peso al nacer tienen una mortalidad muy alta: cada dos, uno muere.”

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