En su medida y armoniosamente, como pedía el General, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner sigue completando el staff de su gobierno. En los últimos días se confirmaron nuevas incorporaciones que responden a la clásica estrategia frentista. Como en toda coalición plural, la idea es contener dentro de la administración a distintos sectores para que se reconozcan como parte de un proyecto más amplio. En este caso la señal va dirigida hacia los movimientos sociales que crecieron al calor de las protestas post-2001 –y que luego se acercaron al kirchnerismo–, también hacia los organismos de derechos humanos. Los nombramientos se produjeron en la Cancillería, la Secretaría de Derechos Humanos. Posiblemente haya más en las próximas semanas, ya que se están abriendo vacantes en varios ministerios, como Interior, Trabajo o en Jefatura de Gabinete. Por ahora, los designados para recalar en el Gobierno son el ex intendente de Avellaneda, Oscar Laborde; el dirigente de Libres del Sur, Humberto Tumini, y el abogado Martín Gras.

La lógica principal de estos nombramientos responde a la decisión del Gobierno de dar una señal hacia las organizaciones sociales. Los primeros movimientos en ese sentido fueron reincorporar a Jorge Ceballos, fundador de Barrios de Pie, a la Subsecretaría de Organización y Capacitación Popular del Ministerio de Desarrollo Social. Ceballos había renunciado como gesto de repudio luego de que el Gobierno le impidiera competir como candidato a intendente de La Matanza con una lista colectora.

Otro gesto pensado para los movimientos kirchneristas fue la organización de un asado en el hotel de Ezeiza que solía visitar Eva Perón. En aquella comida iban a estar Néstor y Cristina Kirchner. Era la ocasión perfecta para relanzar la relación con todos los movimientos K. Las organizaciones sociales ya tenían pensado qué ofrecerles a los agasajados. El regalo iba a ser un afiche de la campaña de John William Cooke a diputado (su mandato como legislador se limitó a 1946-1952). La cena se suspendió casi el mismo día, cuando Kirchner viajó a Colombia para actuar como garante de la liberación de las rehenes.

Aunque aquel asado se haya postergado sin fecha, el objetivo de contener a las organizaciones sigue en pie. Por eso se confirmó la semana pasada que Laborde y Tumini desembarcarán en el Gobierno. Ex intendente de Avellaneda, reconocido ex militante del Partido Comunista, Laborde es hoy un hombre de estrechísima confianza del diputado Edgardo Depetri (dirigente del Frente Transversal y la CTA). Laborde recalará en la Subsecretaría de relación con la Sociedad Civil, de la Cancillería. Hasta hace poco en ese lugar estaba Hugo Varsky. En el caso de Tumini, ex preso político de la dictadura, su nueva responsabilidad será la secretaría ejecutiva del Consejo Federal de Derechos Humanos.

En la Secretaría de Derechos Humanos habrá más nombramientos. Ratificado en su cargo por Cristina muy tempranamente, Eduardo Luis Duhalde recibió así un aval a la política de derechos humanos y su desempeño en la relación con los organismos. Su estructura tendrá ahora dos subsecretarías: la de Protección de los Derechos Humanos, a cargo del abogado Luis Alén, y la de Promoción de los Derechos, donde recalará Gras. También abogado, hasta ahora Gras trabajaba como coordinador de la unidad de Educación y Formación del Ministerio de Defensa. Sobreviviente de la ESMA, Gras es reconocido por su capacitación en los proyectos de reforma de los planes de estudio de las Fuerzas Armadas.

La serie de nombramientos podría seguir en las próximas semanas, a medida que se completen los puestos que han ido quedando vacíos. En la lista de espera están Emilio Pérsico, líder del Movimiento Evita, y los colaboradores de Luis D’Elía, precursor de las organizaciones de desocupados.