El enemigo público número uno, el satánico doctor No, el centro de todas las críticas. Luis D’Elía ya se acostumbró a estar en el foco, a ocupar cada día más segundos de televisión y centimetraje en los diarios. Tras su participación en los choques con los defensores del lockout rural, y la filmación in fraganti del puñetazo que fue reproducida una y otra vez por la TV, el matancero se convirtió en uno de los protagonistas ineludibles del conflicto. Anteayer había vuelto a estar en boca de todos: declaraciones suyas a una radio habían ganado mucho espacio en Internet. “Me moviliza el odio visceral contra la oligarquía”, había dicho. Ayer se corrigió en nuevas declaraciones radiales. “En las clases altas también hay gente muy buena y solidaria”, aclaró. También ayer se conoció la primera crítica pública de un dirigente kirchnerista. El vicepresidente Julio Cobos le reprochó sus agresiones “físicas y verbales” y consideró que sus acciones “no favorecieron al Gobierno”.

En sus declaraciones de ayer D’Elía no modificó sustancialmente su pensamiento crítico de “la oligarquía” aunque se preocupó por matizar su definición generalizada. “Reconozco que en las clases altas también hay gente muy buena y solidaria. La juventud maravillosa de los ’70 tenían muchos pibes que venían de las clases altas. Es lo único que quiero corregir”, dijo ayer en una nota que le hicieron por radio. Luego repitió los mismos argumentos que había planteado en los últimos días. Cuestionó que en los medios de comunicación haya tanta “xenofobia racial” y criticó el tratamiento que reciben los pobres en diarios, radios y televisión.

“En este país hay que reconocer que hay mucha xenofobia racial. Si uno decodifica el discurso que hay en los medios en relación a las clases bajas es indignante y humillante”, cuestionó. Según D’Elía, la mayor parte de los comunicadores que trabajan en los medios replican ese discurso “xenofóbico” porque provienen de otras clases sociales. D’Elía también insistió con otro de sus argumentos, quizá el que más polémica mediática había creado: “Hay un grupo de esa oligarquía que existe y nos volverían a matar, como tantas veces lo hicieron”. Anteayer había dicho lo mismo citando tres momentos de la historia: la generación de 1880, 1955 y 1976.

Bastante lejos de ese discurso con aires de revisionismo histórico, el vicepresidente Cobos se limitó a cuestionar el recurso a la “agresión física y verbal”. En referencia a D’Elía, definió al matancero como “un hombre que está apoyando al Gobierno” aunque le pidió que “reconociera sus errores, se hiciera responsable y pidiera las disculpas del caso”. “D’Elía puede ir a expresarse en adhesión o en contra de una medida, pero no agredir ni verbal ni físicamente”, aseguró. “Todas las expresiones, sean a favor o en contra, deben expresarse sin violencia. Hemos tenido hechos que para mí son lamentables”, agregó.