Dom 13.07.2008

EL PAíS • SUBNOTA  › MARIA DEL CARMEN MAGGI, SECRETARIA ACADEMICA DE LA CATOLICA

Un crimen que no se investigó

› Por Diego Martínez

El 9 de mayo de 1975 a la madrugada, dos horas después de la explosión de una bomba en la casa de Eduardo Cincotta, miembro de la CNU y secretario general de la Universidad Provincial, un grupo armado que se movía en tres autos secuestró a María del Carmen Maggi, secretaria general y decana de Humanidades de la Universidad Católica. Maggi era mano derecha del rector honorario, monseñor Eduardo Pironio. Ambos resistían el intento de unificación de ambas universidades que propiciaban los miembros de la CNU.

Selva Navarro, amiga de Maggi, gestionó una reunión entre el rector de la Universidad Provincial, José Cattuogno, y el de la Católica, Hugo Grinberg. Cattuogno los recibió acompañado por Gustavo Demarchi, coordinador académico, y Cincotta, secretario general. Demarchi, que también era fiscal, le negó el saludo a Grinberg. Lo presionó para que se trasladaran a Buenos Aires a firmar el traspaso de la Católica a la Provincial y se enojó ante la negativa, relató Navarro. De pronto se apagaron las luces y la mujer comenzó a gritar. “La universidad se va a nacionalizar por las buenas o por las armas”, les aclaró Demarchi.

El secuestro de Maggi tuvo amplia difusión. Pese a que sus padres y un vecino describieron a los secuestradores, el identikit se publicó una sola vez. Al mes de los hechos, con la víctima desaparecida, Demarchi pidió sobreseer la causa. “La actividad de la Justicia fue prácticamente nula”, apuntó el TOF. El cadáver, enterrado en Mar Chiquita, apareció un día antes del golpe de Estado. Los diarios publicaron la noticia, pero “insólitamente el sumario no fue reabierto”. La operación se cerró con la desaparición del sumario provincial sobre el hallazgo del cuerpo.

Un testigo de identidad reservada detalló ante el TOF qué miembros de CNU participaron del secuestro. Dijo haber escuchado a Mario Durquet confesar que había asesinado a Maggi y que Piero Assaro “vomitó al presenciar el homicidio”. Durquet usaba una credencial de la SIDE con el apellido Villagra. Un informe de Inteligencia de Prefectura redactado al calor de los hechos destaca la “actividad izquierdizante” de Maggi y diagnostica: “Todo indica que pasará a engrosar la nómina de ‘ajusticiados’ por motivaciones políticas y su cuerpo arrojado a algún paraje desolado de la ciudad”. Los prefectos sabían de qué hablaban. El crimen de Coca Maggi permanece impune.

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