“Argentina debe tener un modelo moderno, competitivo y abierto al mundo, con reciprocidad en el comercio internacional”, aseguró ayer el ministro de la Producción, José Ignacio de Mendiguren, luego de reunirse con el embajador brasileño José Botafogo Gonçalves. De ese modo, el funcionario duhaldista se distanció de los criterios que públicamente ha sostenido como titular de la Unión Industrial Argentina, desde donde clamó por el cierre de la economía.
Ayer, De Mendiguren trató de explicar esa demanda formulada con ahínco hasta integrarse al gobierno, indicando que el problema de Argentina para abrirse eran sus altos costos en dólares, ahora atenuados con la reciente devaluación. Así, presuntamente, el país estaría en mejores condiciones para enfrentar la competencia externa.
Luego de su reunión con Botafogo, el ministro también explicó que se intentarán resolver en las próximas horas todos los problemas relativos al intercambio comercial con ese país, entorpecido por las restricciones financieras locales y la incertidumbre sobre el futuro del tipo de cambio. Uno de ellos es la demora en entregar trigo argentino, inconveniente que Brasil decidió enfrentar abriendo la importación al cereal proveniente de otras naciones, entre ellas Canadá y Estados Unidos.
De Mendiguren y Botafogo acordaron también considerar especialmente la situación de las industrias madereras, textiles, calzado y otras, justamente aquellos sectores de la economía brasileña que hasta el momento resultaron más competitivos y por esto desplazaron a la producción local de gran parte del mercado.
Pero a pesar del empeño de los funcionarios en mostrar un panorama promisorio, los industriales de Brasil pronostican que el comercio bilateral decrecerá, en parte “por los problemas de crédito”. Según un informe de la Confederación Nacional de Industrias (CNI) las perspectivas no serían muy favorables para el país vecino, que en el 2001 tuvo que enfrentar un déficit de 1089 millones de dólares en su relación con la Argentina.
Al término del encuentro, el ministro de la Producción declaró que “hay un destino hermanado muy promisorio, que va más allá de las relaciones económicas”, demostrando su vocación integradora, al margen de los múltiples conflictos bilaterales abiertos. Si éstos se superan, podría finalmente hablarse con mayor fundamento de la tan mentada convergencia económica. “La moneda común del Mercosur está más cerca ahora, una vez producida la devaluación del peso”, recordó el funcionario.