EL PAíS • SUBNOTA › LEONARDO BOFF, DE OBSERVADOR
› Por Diego Martínez
A falta de sacerdotes, la segunda audiencia del juicio tuvo un testigo de lujo. En la última fila de la pequeña jaula reservada al público, con poncho, bufanda y su inconfundible barba blanca, se ubicó el teólogo y filósofo brasileño Leonardo Boff, uno de los fundadores de la Teología de la Liberación que inspiró en la Argentina el surgimiento del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo.
“Los crímenes no pueden ser olvidados. La humanidad tiene que saber de qué ha sido capaz el alma humana, las perversidades que el ser humano comete. La opinión pública debe conocer los relatos que se escuchan en estos juicios porque, si no, las heridas seguirán abiertas”, explicó mientras el camión celular del Servicio Penitenciario partía con los represores.
“Me quedé un poco perplejo –admitió–. Uno los mira y parecen viejitos tranquilos, pero esconden una historia de perversidad que recién ahora llega a la luz. A mi lado había familiares que decían: ‘Me acuerdo de ese rostro cuando secuestró a mi hermana’. Son situaciones dramáticas”, explicó Boff, que asistió la semana pasada a la asunción de su colega ex sacerdote Fernando Lugo en Paraguay y que anoche, invitado por la cátedra libre “Don Jaime de Nevares”, dio una conferencia sobre “La Carta de la Tierra y los desafíos globales” en la Universidad Nacional del Comahue.
“En la Argentina se han superado ciertos límites insalvables para la persona humana, propios de los nazis. La conciencia de la humanidad debe rechazar estos crímenes, que ofenden la dignidad humana, y en ese sentido este juicio rescata la lucha de todos los que han sufrido, la fuerza y la resistencia de los grupos de neuquinos que nunca abandonaron la causa”, explicó.
Boff admitió que nunca antes había participado de una audiencia similar. “Lamento que ninguno de los imputados habló. Sólo se trataron formalidades, pero sé que con el correr del proceso aparecerán los testimonios y la pasión”, dijo. Agregó que “es el momento de estar junto con los comprometidos, con los que siempre alzaron la voz”, y expresó su deseo “de que triunfe la verdad y la justicia”.
–¿Se puede rezar por un criminal condenado? –preguntó un colega.
–Sí, un criminal nunca es sólo un criminal, nunca deja de ser persona y por lo tanto tiene también la presencia de Dios. Pero eso no disminuye su perversidad. Tenemos que rezar siempre, hasta que tengan justicia divina. La última palabra la debe tener Dios.
Ante quienes plantean “mirar para adelante”, destacó que “es importante, pero sin olvidar jamás que esto no puede volver a repetirse, de allí la necesidad de la verdad. No podemos congelarnos en el pasado, pero se debe escuchar el grito de las víctimas y debe haber justicia”.
El asesor del Movimiento de los Sin Tierra y de las Comunidades Eclesiales de Base de Brasil destacó que “donde hay opresión hay sentido de la liberación” y que la Teología de la Liberación “es más actual que nunca, porque las formas de opresión son globales”.
Simulando ignorar lo obvio y para ver la reacción, el cronista se acercó al oído de quien acompañaba a Boff y preguntó:
–¿No sigue siendo sacerdote, no?
–No, tiró la sotana; o se la hicieron sacar –sonrió el interlocutor–. Sigue hablando como si lo fuera, pero el Vaticano no lo reconoce.
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